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¡Viva México!

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¡Viva México!

“Al que me siga a caballo le daré un peso; y a los de a pie un tostón”

Miguel Hidalgo y Costilla

A lo largo de mi vida el 16 de septiembre ha tenido diferentes connotaciones para mí. Así, cuando niño disfruté asistir a los desfiles patrióticos y observar gallardamente desfilar a todos los contingentes, siendo el del ejército el que más capturaba mi atención. Posteriormente, cuando las responsabilidades comenzaban a llenar mi mundo – las primeras siempre son las escolares – disfrutaba el asueto asociado a la fecha, como hasta el día de hoy, pero también era motivo de pesar cada vez que era necesario que yo participara en el desfile al que antes asistía como espectador.

En estos días en los que nos siguen pegando abajo, y que de todos lados llegan los golpes, cuando ya llegué al 5° piso y mis responsabilidades también han evolucionado en complejidad, cuando vivimos tiempos difíciles como país, me doy cuenta de que la independencia que pelearon Hidalgo, Morelos, Guerrero, Ortiz de Domínguez y tantos otros héroes ha desaparecido: si bien no somos vasallos de ninguna nación, no hemos podido en estos 206 años construir una nación que sea independiente, generosa, fuerte, capaz de sobrevivir a los vaivenes económicos internacionales. ¿A ustedes les parece que sí?

Lo que es peor, a mi juicio, es que ni siquiera somos todo lo solidarios que debiéramos ser como nación. Siempre hay alguien que quiere obtener beneficio a partir del abuso, del pillaje, del robo, de aprovecharse de los demás. Poseemos abundantes recursos naturales, pero la norma es hacerse de dinero o de posiciones con el mínimo esfuerzo; el deporte nacional es “ser vivo”.

Ejemplos de estos malos mexicanos abundan: la CNTE, los Normalistas que no hacen más que secuestrar vehículos y que solo buscan cobrar dinero sin necesidad de dar clases, los Políticos voraces y rapaces, la CETEG, y el resto de la gavilla de desvergonzados vividores que no tienen llenadera y que nos arrebatan nuestro dinero en cada oportunidad que se les presenta, inútiles que no han aprendido a trabajar y sembrar en bien de los demás.

Veo a tanta gente que justifica la manera de proceder de estos tipos bajo lo que ellos llaman “hartazgo”, que llaman al caos y alientan el fuego de la insurgencia, y me preocupa que no se den cuenta de que ahora, como nunca antes, debemos unirnos para perseguir y encerrar a todos esos vividores, acotarlos y juzgarlos, señalarlos y castigarlos. Los mexicanos estamos muy molestos, eso es muy cierto; somos agraviados por los de siempre, y a ellos se han agregado estos “adalides de la injusticia” que ahogan y extorsionan sin pensar más que en ellos mismos y sus beneficios.

¿Este es el México que deseamos: dividido y poblado de vividores? ¿O deseamos uno que sea capaz de construir hacia el futuro? ¿En realidad hay que quemar todo para poder iniciar la reconstrucción? Si estamos rodeados de ineptos líderes y gobernantes, ¿la solución es poner otros que demuestran que son iguales? ¿Tiene sentido pensar de esta manera? ¿En realidad creemos que siendo anárquicos estamos “construyendo”?

Desde esta perspectiva, es cierto que el cambio de guardia no puede darse de la noche a la mañana, y también es cierto que la paz es nuestro bien más preciado. No es posible que alentemos y aplaudamos la barbarie, escudada por el “hartazgo” o bajo la frase de “Este es el único camino que queda”.

Es tiempo de declarar nuestra independencia de todos los zánganos y vividores que nos han visto la cara durante todo este tiempo, ¿no les parece? Pero hagámoslo con inteligencia, con buenos mexicanos al frente del timón, exigiéndoles que se comporten como lo que son: servidores nuestros.

Seamos buenos mexicanos y demostremos de una vez por todas que la viveza no es “valor nacional”. Construyamos un país de leyes, un país de ciudadanos que las respeten y que, cuando sea necesario, las modifiquen en beneficio de todos.

Seamos independientes, pero respetémonos en nuestra divergencia. Hagamos uso de los rasgos comunes más elevados de nuestra naturaleza, no de los peores. De no hacerlo, de continuar en esta vorágine de violencia, no habrá un país para nuestros hijos.

¡Viva México!

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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