Lic. José María Pino Suárez, Liberal Revolucionario (1869-1913) – III

By on febrero 6, 2020

III

ESTUDIOS EN MÉRIDA, YUCATÁN

Cuando Pino Suárez llegó a Mérida en 1881, se encontraba en ese periodo de crecimiento denominado adolescencia. En el curso de este trastorno general ha concluido la etapa anterior armónica de la infancia, y el adolescente tiene la impresión de estar en relación con un mundo cambiante que por completo desconoce.

El paso de un ambiente a otro fue un choque anímico para aquel que dejaba de ser niño para convertirse en joven. La tristeza fue la primera reacción experimentada; quedó definitivamente como un sello personal durante toda la vida. Pero si había una escisión interna que causaba emociones turbadoras y las más insólitas interrogaciones, no quedaba más que una alternativa: enfrentar el presente para triunfar en el futuro. Y este propósito fue una divisa para el que había acudido a educarse en las escuelas de Mérida, ciudad peninsular que en ese tiempo tendría unos 40 mil habitantes.

Pino Suárez ingresó al Colegio de San Ildefonso, institución católica fundada en 1881, cuando fue clausurado el Seminario Conciliar del mismo nombre.

El hecho de que ahí permaneciera durante varios años confirma que sus estudios anteriores en la escuela primaria de Tenosique no fueron completados, y que fue en Mérida en donde los concluyó.

Hasta donde sabemos, fue en el Colegio de San Ildefonso en donde Pino Suárez completó su educación primaria y realizó su educación secundaria, la que seguía un programa organizado al estilo francés de los llamados liceos: los estudios se cubrían en un tiempo de siete y ocho años. El colegio de San Ildefonso era una institución rigorista adaptada a los nuevos tiempos reformistas y que, no siendo laicista en la aplicación programática e ideológica, continuaba siendo católica y demostraba la injerencia del clero en la educación, ya que su Consejo Superior estaba integrado por sacerdotes: Norberto Domínguez, Crescencio Carrillo y Ancona, Guillermo Hijuelos y Morales, José Concepción López, José de la Cruz Vales (5).

Además de sus estudios sistematizados para la adquisición de un nivel de escolaridad, Pino Suárez se había integrado a un grupo de jóvenes con inquietudes culturales. Era miembro de la “Academia Literaria” fundada desde 1875; la academia fue un medio de relación para el acontecimiento literario, influido por una variedad de autores que eran los más leídos por los yucatecos en el último tercio del siglo XIX: Víctor Hugo, Alphonse de Lamartine, Alfred de Vigny, Alfred de Musset, Theophile Gautier, Honoré de Balzac, George Sand (franceses); Dickens y Lord Byron (ingleses); Eca de Queiroz (portugués); Edgar Allan Poe (norteamericano); Emilio Castelar, Ramón de Campoamor (españoles). Todo un conjunto de literatura de inspiración romántica que como hecho histórico influyó sobre Pino Suárez decisivamente, a grado tal, que en adelante todas sus acciones fueron la revelación de una transformación en donde, paralela a una pretensión de revolución literaria, se manifestó el anhelo de participar en una revolución política.

Diez años después de estar residiendo en la capital yucateca, en 1891 inició sus estudios de derecho en la Escuela de Jurisprudencia, la que fue fundada en 1870 con el nombre de Escuela de Jurisprudencia y Notariado. Durante cuatro años Pino Suárez permaneció en esa institución, graduándose de Abogado el 12 de septiembre de 1894. Había concluido su educación superior. Desde un punto de vista general había completado el Ciclo de una educación burguesa, la que caracterizó al Porfiriato. Él era uno de los 120 profesionales que se graduaron en aquel Centro Universitario a lo largo de cuarenta años y hasta 1900. En el plano nacional, también pertenecía por sus estudios a la élite intelectual del Porfiriato, hasta aquel año que cierra el siglo XIX y da comienzo al siglo XX. Los abogados en su mayoría residían sólo en cuatro ciudades de la república: 715 abogados en México, 215 en Guadalajara, 170 en Puebla y 120 en Mérida (6).

El joven abogado que ya se sentía tan yucateco como tabasqueño, recién acababa de cumplir 25 años de edad; físicamente era alto, delgado, huesudo, con cierto parecido a don Quijote; su mirar habitual era a distancia, ensimismado y nostálgico; y cuando estaba con otras personas se tornaba locuaz, hablaba apresurada y atropelladamente; su origen costeño se delataba por aquella pronunciación ceseosa que lo distinguía.

Notas:

(5) Bolio Ontiveros, Edmundo. Historia de la Educación Pública y Privada hasta 1910.- Enciclopedia Yucatanense. Tomo IV. Página 115.

(6) González, Luis. Historia de México. El Colegio de México. Pág. 244. México 1976.

Fidelio Quintal Marín

Continuará

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