La gloria de la raza – VII

By on septiembre 10, 2020

VII

2.- LOS CHINOS Y LA GUERRA DE CASTAS

Los precursores

La presencia de los chinos en la Península de Yucatán se anticipó a la llegada de campesinos del mismo origen que fueron contratados para trabajar en las plantaciones de henequén a partir de 1892. Las referencias más remotas sobre ellos en estas tierras aluden a la época del Imperio de Maximiliano de Habsburgo. Se trató también de jornaleros, que en este caso fueron conducidos a Belice para laborar en los campamentos de corte de madera. Al no coincidir sus expectativas con la realidad que encontraron en la colonia inglesa, escaparon de ella para internarse en el territorio dominado por los mayas sublevados.

Estos hechos son conocidos a partir de algunas versiones que varían esencialmente en su temporalidad, aunque también difieren en ciertos detalles. Una de ellas, la más difundida, corresponde a la obra de Nelson Reed denominada La Guerra de Castas de Yucatán. El doctor Jesús Amaro Gamboa contribuyó a divulgarla cuando la transcribió en su libro El uayeísmo en la cultura de Yucatán, en una de las partes que atañen al proceso de mestizaje de la población maya con individuos de ascendencia étnica diversa, entre ellos los asiáticos.

Reed sitúa en 1866 el episodio referido y menciona incluso el nombre de la embarcación que llevó a esos trabajadores a las costas de la Honduras Británica. Indica que, al establecerse entre los adoradores de la cruz, los fugitivos fueron puestos al servicio de los responsables de las compañías que combatieron a los destacamentos enviados por el gobierno. A diferencia de los que permanecieron en la posesión inglesa, quienes sucumbieron bajo el influjo de las enfermedades tropicales, los que se evadieron hacia las selvas del oriente de la península vivieron muchos años. Puede suponerse que este autor obtuvo los datos respectivos en alguna de las obras de Thomas Gann, alusiva también a dichos sucesos.

Otra versión sobre los primeros chinos que se unieron a los mayas rebeldes corresponde a 1863 y fue registrada varios años después en una nota periodística escrita en Belice. Evoca a un grupo de 200 inmigrantes asiáticos que abandonaron súbitamente aquella colonia y fueron recibidos por los indígenas de Santa Cruz con mucha benevolencia. En reciprocidad, los nuevos residentes los ayudaron en la elaboración de sus pertrechos de guerra.

La disparidad en los años citados acaso provenga de la inexactitud de alguna de las fuentes que sirvieron de base a las respectivas versiones, aunque tampoco debe descartarse la posibilidad de que aludiesen a hechos acaecidos en distintos momentos, muy cercanos entre sí.

Reed aporta un dato adicional acerca de cuatro de aquellos chinos que escaparon a su vez de las comunidades mayas para instalarse en Mérida como nuevo destino, donde fundaron una lavandería. Los nuevos conocimientos que pudieran obtenerse sobre su integración citadina de esa época es un reto que los investigadores aún pueden asumir en bien de la historia y de la cultura.

 

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Amaro Gamboa, Jesús, El uayeísmo en la cultura de Yucatán, IPN-UADY, 1988, pp. 59-60.

Reed, Nelson, La Guerra de Castas de Yucatán, México, Ediciones Era, 1983 [1ª ed. 1971], pp. 199-202, 291.

Villa Rojas, Alfonso, Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas en Quintana Roo, México, INI 1987, pp. 108-109, 152, 540.

Wilhelm, Burkhard (Coord..) ¿Indios rebeldes? El fin de la Guerra de Castas en Yucatán vista por El estandarte de San Luis Potosí, San Luis Potosí, Lascasiana, 1977, pp. 178-179.

Juan José Cervera

Continuará la próxima semana…

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