La gloria de la raza – XII

By on octubre 16, 2020

XII

Una iniciativa frustrada

De acuerdo con las fuentes disponibles, 1892 fue el año en que se establecieron en Yucatán los primeros chinos contratados para trabajar en las haciendas henequeneras. Sin embargo, desde 1880 hubo la intención de traerlos, e incluso un grupo de terratenientes suscribió un acuerdo con el agente de una compañía de Nueva Orleans para hacerlo, pero no se llevó a efecto por suscitarse algunos incidentes que inhibieron el propósito inicial. El anuncio de la llegada de esos trabajadores bastó para crear confusión en algunos estudiosos de la Historia, al grado de hacerles suponer que fue un hecho consumado.

En la década de los ochenta, las circunstancias económicas y sociales parecían favorables para introducir jornaleros chinos al estado. La prensa local reprodujo el artículo que Matías Romero publicó en 1875, recomendando esa medida para aplicarla al ámbito nacional. En 1882 se fundó un organismo dedicado a promover la colonización en suelo yucateco. Sus gestiones permitieron que inmigrantes provenientes de las Islas Canarias y de Jamaica pasaran a radicarse a la península.

La divulgación del proyecto de 1880 fue uno de los factores que impidieron concretarlo, pues propició una polémica en la que intervinieron los periódicos El Eco del Comercio y El Ferrocarril, de Mérida y Veracruz, respectivamente. El segundo de ellos atacó con dureza la iniciativa, refiriéndose a quienes la impulsaban como esclavistas y transgresores de la ley. La controversia derivó en alusiones de mutuo descrédito personal, en una actitud que a los redactores les pareció plenamente justificada.

La preparación de los contratos estaba tan adelantada que se habían fijado los gastos de pasaje, el monto de los salarios y las deducciones que se les aplicarían, lo mismo que la duración de la jornada de trabajo. Los propietarios de haciendas habían aceptado incluso proporcionar en usufructo diez mecates de tierra a cada inmigrante, pero los ánimos caldeados influyeron poderosamente en la decisión final.

Hubo quienes, como Eusebio Villamil, hicieron pública su irritación por haberse contrariado el convenio, lo que implicaba la pérdida del dinero invertido en él. El mismo ciudadano rememoró el suceso algunos años después, e insistió en la conveniencia de conducir jornaleros chinos a la entidad, algo que ya estaba próximo a ocurrir.

Un periódico foráneo declaró en 1889 que la inmigración asiática en Yucatán no tuvo buenos resultados, por lo que uno de sus colegas, mejor enterado del asunto, hizo de su conocimiento que aquello no había pasado de ser el anhelo insatisfecho de unos cuantos emprendedores que mantuvieron firme su propósito hasta verlo como una realidad.

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Hübbe, J. “Colonos chinos”, El Eco del Comercio, Mérida, año I. núm. 55, 24 de julio de 1880, p. 3.

Hübbe, J. “Una insolencia”, El Eco del Comercio, Mérida, año I, núm. 69, 11 de septiembre de 1880, p. 3.

Hübbe, J. “El Ferrocarril de Veracruz”, El Eco del Comercio, Mérida, año I, núm. 74, 28 de septiembre de 1880, p. 2.

Villamil, Eusebio, “¡Chinos Chinos!”, El Eco del Comerico, Mérida, año II, núm. 160, 26 de julio de 1881, p. 1.

“Colonos”, El Eco del Comercio, Mérida, año III, núm. 211, 21 de enero de 1882, p. 3.

Villamil, Eusebio, “Chinos, chinos, indo-chinos”, La Revista de Mérida, año XXI, núm. 1919, 28 de mayo de 1889, p. 3.

“Inmigración”, La Revista de Mérida, año XXI, núm. 1961, 3 de septiembre de 1889, p. 3.

Castro Aguilar, Pedro, Colonizar es poblar, Mérida, Publicaciones de la Federación de Organizaciones Populares de Yucatán, 1948.

Victoria G., Nidia, “Colonización e importación de trabajadores en Yucatán. 1845-1910”, Boletín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán, Mérida, volumen 11, núm. 66, mayo-junio de 1984, pp. 22-23.

José Juan Cervera

Continuará la próxima semana…

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