Habrá que perseguir el mito dentro de nosotros,
el mito que nos hará despedazarnos.
EN EL SUDOR LA NOCHE NO LES BASTA
Cachorros son los días constantes del amor
que han soltado las caricias esta noche.
La lengua sigue intacta
sobre el corazón del cielo.
Hágase la luz dijiste
y mi cuerpo rodó fuera de las sábanas.
ESTE ES EL BÁCULO, CIRENE
para apacentar mis músculos,
el cataclismo de tenerte adolorida y hecha nube,
el poder de romperte sobre la roca.
He acá mi brazo y el mar soñado
donde habitan tus montañas, tus prados,
tus rituales de maga lúnica.
Acá están los corderos, Cirene,
detenidos en el borde de mis labios.
Soy el león y el brazo de Apolo que te empuja
los corderos y las alas en las pantorrillas
abiertas sobre mis hombros
¿dónde está Aristeo,
Cirene?
Tu mano sobre mi piel
y la melena donde habitas cada día
en la codicia matinal.
Huyes en el tiempo para soltarnos la voz
Mi espantosa voluntad te dulcifica el canto
y el eco se extiende sobre el Mediterráneo.
En el espejo del oleaje flota mi trasquilado cráneo
y el empuje de mi báculo se quiebra
sobre tus cráteres.
SE VAN ARRASTRANDO CABELLERAS,
flores de polvo arenan la vista de un sedentario Yo
que te persigue y se persigna,
que lleva a cuestas la marca de Caín.
Alta, la marca alta, la guerra que nos entregamos
Hay que reconocerse en el delta de los ríos,
redescubrirse en la profundidad de las cuevas,
en los cementerios,
en los anuncios que ya no bastan para nombrarla,
que no responden al trauma de las manos
ni al neón en que palpitan,
porque abren los ojos arenados y silentes,
reconociendo el trazo de sus dedos sobre nuestra espalda,
la garra de su lengua bajo las axilas
EN LA ANSIEDAD PLOMIZA DE TUS INOCENCIAS
Dejas bajo mi brazo poderoso este muro ardiente,
pendiente del relámpago de sangre,
olvidando la ternura agria de las sonrosadas víctimas
que esperan bajo la fruta del templo ese altivo nácar
del espejo inmaculado en que la Gorgona nos previene
de los ojos cánidos que guardan la puerta del Infierno
donde nos mantuvimos tantas noches aletargados y
fugaces como la miseria.
ELLAS VAN ARANDO SU HUELLA SUBLIMINAL
con el tacto de una hembra fanerógama
que artera
pretende la escapatoria mítica
del mundo que, hecho agua,
se cierne sobre las cabezas.
No más hombres con qué despedazarse
en este mundo de frutos que siempre caen.
Ellas como tierra fértil van creciendo el surco
para hacer que germine la palabra.
EN ESTA INFANCIA DE CADÁVERES
reconozco la voz transparente,
tus manos ásperas donde ahogo el canto de mi nombre.
Me doblegas la flor carnívora y el estigma que nos hace débiles
antílopes sedientos caimanes furiosos
fusión fisión impuesta aquelarre y dinamita
Un poco de aire
y la voz es
únicamente
la callada voz de Eva donde han urdido el holocausto
donde está guardado el pergamino que nos forma
NO PODER CAMINAR DE MANO DE LA FURIA
Como Judith y los destellos del cuchillo
Y esperar
¿sólo queda esperar en este valle de paradigmas
a que venga el esposo dentro de las sombras
y apague mi luz en el desierto?
He aquí su cabeza
y el canto de la noche que lo llama.
Acá está mi cuerpo como una pradera
que espera apacentar las cabras.
LA FURIA DEL CIELO CLAMA SU DILUVIO
diluviante ilusión en que te entregas,
diluviarse sobre la noche de Noé
en que todo vuelve a ser semilla,
como tu mano de árbol entrando en esta carne,
tu mano sabia que todo me lo duele,
tu mano garganta ahogándome la voz
como tu ser de sombra en que me vuelvo espuma
flotar flotar minúsculo en el aire,
y reventar adentro de tus ojos,
mientras los hombres flotan a la orilla
Adán Echeverría