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Las Razones del Suicidio
Las Razones del Suicidio
“No hay mayor préstamo que un oído comprensivo”.
Frank Tyger
“Tomó la salida fácil”, “Es un acto de cobardía”, son expresiones comunes al saber que alguien ha decidido terminar con su vida. Pero, en realidad, ¿estos juicios explican o benefician la idea que se tiene del suicidio?
Una persona que se quita la vida recibe un estigma por parte de la sociedad, la familia o los amigos cercanos, y afirmaciones como las anteriores sólo denigran a la persona y alimentan la falta de empatía necesaria para combatir una de las principales razones de muerte en nuestro estado.
¿Por qué una persona se suicida?
Afirmar que la muerte es una salida fácil, no puede ser más errónea y contribuye a que una persona que piensa en suicidarse prefiera callarlo y no pedir ayuda, por vergüenza y temor al rechazo, e impide llevar a cabo la intervención profesional para evitar su muerte.
El suicidio suele ser el resultado de una indebida o inexistente atención psiquiátrica. Pensar que alguien que amenaza con suicidarse no lo dice en serio es uno de los obstáculos más grandes para el tratamiento pues, desde que una persona piense que es mejor no despertar o que el mundo sería un lugar mejor sin él o ella, es un foco rojo de atención psiquiátrica que requiere una cuidadosa valoración, psicoterapia y tratamiento psicofarmacológico, que en algunos casos requiere ingreso en alguna institución mental.
Una persona que se suicida no lo hizo solamente por impulso, ni mucho menos egoísmo. Enfermedades como la depresión, ansiedad, trastorno bipolar, o una personalidad límite, tienen en su sintomatología pensamiento o ideación suicida, esto es debido a que neurotransmisores como la noradrenalina, dopamina o serotonina no se encuentran correctamente regulados en el cerebro, lo que ocasiona que una persona se sienta triste o ansiosa sin que pueda controlarlo, por más que lo intente, por lo que requerirán tratamiento psicofarmacológico.
Una persona que ingiere psicofármacos deberá siempre estar acompañada, y de preferencia que alguien como un familiar o una enfermera regule la ingesta del medicamento ya que, si aparecen los pensamientos suicidas, tener acceso a la medicina pueda llevarlo a una intoxicación por sobredosis.
Una persona que se enferma y está en riesgo de suicidio contó con varios factores que contribuyeron a la construcción de su padecimiento. La genética es un aspecto importante ya que, si en el historial de la persona aparecen familiares con enfermedades mentales, lo hace propenso a desarrollarla, y si a eso le sumamos un ambiente familiar de riesgo, uno en el que se vivió la violencia, o alguna situación traumática como el abandono o la muerte de uno de sus padres, abuso sexual o el consumo de drogas o alcoholismos, se incrementa el riesgo de una enfermedad mental y, por lo tanto, el suicidio.
Las disfunciones orgánicas que existen en el cerebro de una persona suicida son confirmadas, ya que se presentan en todo el reino animal. Muchos animales que parecen estar deprimidos o en duelo comienzan a mostrar un comportamiento autodestructivo que a veces termina en la propia muerte. En 1845, el Illustrated London News informó que un perro de Terranova había estado deprimido durante un período de días antes de ser visto “lanzarse al agua y tratar de hundirse”. Cada vez que fue rescatado intentó hacerlo de nuevo, hasta que finalmente sumergió la cabeza bajo el agua hasta la muerte. Otros perros, así como patos, también se han ahogado a sí mismos. Un pato lo hizo después de la muerte de su compañero. Algunos perros se niegan a alimentarse después de la muerte de su dueño, hasta que mueren.
Teniendo como factores a la genética, la biología, y experiencias traumáticas, carecer de redes de apoyo sociales que estén dispuestos a empatizar y acompañar a una persona que ha pensado suicidarse es otro factor que no colabora a la recuperación emocional. Ser estigmatizados en la familia, escuela o trabajo tiene un gran peso para que la persona se sienta desamparada y decida quitarse la vida.
“Solo lo hace por llamar la atención si lo hubiera querido hacer, ya lo hubiera hecho”
La muerte es algo que nos confronta y atemoriza a todos, al grado que en ocasiones entramos en negación y preferimos no ver o minimizar, creyendo que el pensamiento suicida “se le va a pasar”. De acuerdo con la Secretaría de Salud, el suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte en nuestro país entre adolescentes debido a que cada 24 horas 16 jóvenes entre los 12 y 24 años terminan con su vida.
La adolescencia es un factor de riesgo para la aparición de enfermedades mentales, ya que áreas como la corteza frontal y la regulación hormonal se encuentran en formación, lo que genera una inestabilidad emocional y convierte a los jóvenes en presas de conductas autodestructivas y suicidio.
Por lo tanto, ante amenazas o pensamientos de muerte, es necesario acudir a profesionales de salud de manera urgente.
Según encuestas realizadas también por la secretaría de salud, en Yucatán cada dos días se registra un suicidio, ubicando al estado como el primer lugar en el índice de suicidios, lo que nos obliga como sociedad a atenderlo de manera oportuna y preventiva. Evitar realizar juicios que denigren a las personas o familiares de alguien que se quita la vida es indispensable para dejar de ser como sociedad un factor de riesgo que contribuya al suicidio.
El suicidio tiene diversas causas, desde la biológica hasta la falta de apoyo social que, si se juntan, incrementan el riesgo de muerte; por lo tanto, el suicida necesita atención médica, psicológica y el apoyo de amigos y familiares. Debemos recordar que, como sociedad, denigrar al enfermo nos refleja nuestra propia patología, que es la falta de empatía.
Si la persona no externa la idea de suicidarse, en ocasiones aparecen ciertos síntomas o comportamientos antes de un intento de suicidio. Entre ellos se encuentran:
- Tener dificultad para concentrarse o pensar claramente.
- Regalar las pertenencias.
- Hablar acerca de marcharse o la necesidad de «dejar todos mis asuntos en orden».
- Cambio repentino en el comportamiento, sobre todo calma después de un período de ansiedad.
- Pérdida de interés en actividades que solía disfrutar.
- Tener comportamientos autodestructivos, como tomar alcohol en exceso, consumir drogas ilícitas o hacerse cortaduras en el cuerpo.
- Alejarse de los amigos o no querer salir.
- Tener dificultad repentina en el colegio o el trabajo.
- Hablar acerca de la muerte o el suicidio, o incluso declarar el deseo de hacerse daño.
- Hablar acerca de sentirse desesperanzado o culpable.
- Cambiar los hábitos alimentarios o de sueño.
- Preparar maneras de quitarse su propia vida (como comprar un arma o muchas pastillas).
Si has sentido que la muerte es una opción, no dudes en acercarte. Estamos para ayudarte.
La esperanza es como un camino; antes no había, pero cuando muchas personas andan en él, el camino se hace real.
Lin Yutang
Facebook: Psicóloga Jimena Báez
Psicología Clínica y Arteterapia Psicoanalítica
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