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La Mérida del Ayer

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Remembranza

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

Recordar las dulces horas del ayer, como dice la canción, es recordar aquella ciudad que vio nacer a mis padres y a mi persona en el año 36 en la “Casa Morisca” de la calle 56 X 51, reflejada en la imagen de entrada que conocieron mis abuelos y mis padres en sus años mozos, como se decía en la Mérida de antaño. Es un tema que en alguna ocasión hemos tratado y que ni por error puede faltar en el nuevo libro “La Mérida que se nos fue”, de Sergio Grosjean. Nos obliga a viajar nuevamente por el tiempo y recordar cuando en la ciudad no había una sola discoteca. Aclaro que no hacemos referencia al siglo XIX o primera mitad del XX, cuando hubo grandes orquestas en elegantes salones y otros no tan suntuosos, pero bonitos, como el salón Montejo, ubicado en la calle 60 con 47, que levantaban de su silla hasta el más fastidiado.

Nos transportaremos a los años 70s del siglo pasado y “resquicios” de los 60s hasta inicios del nuevo milenio cuando la juventud, en búsqueda de un escaparate a sus impulsos dancísticos, solo tenía como opción algunas casas donde se armaba el “luz y sonido”, los centros nocturnos, algunos restaurantes-bar, y finalmente las discotecas, ya entrados los ochentas.

Abriremos este capítulo de los recuerdos con sitios nacientes en la ciudad en la que se podía bailar como en el “Barba azul”, ubicado en prolongación Paseo de Montejo, que surgió un poco antes que “Barajas”, el cual abrió sus puertas en épocas cercanas a la inauguración de Dracmas, posicionada en la entonces glorieta de “San Fernando”; lugar que también se caracterizaba por ser punto de reunión de jóvenes descendientes de libaneses llamados en la ciudad “paisanos” o “turcos”.

Un sitio que también marcó historia fue “Zacná”, que antes fue “Bob and Mary” atrás del Cine Colón en la av. Reforma donde estuvo Discotower; “Piggly Willis” fue otra disco que tuvo su sazón, de la misma manera que “Chepes” -ubicada en Jardines de Mérida donde se asentó el súper “Blanco”, que luego se convirtió San Francisco de Asís, Afamada por los formidables tarros de cerveza que danzaban sin discreción. De este recuento no podemos omitir a “Le disco”, situada en el entonces lujoso hotel “Holiday Inn” o “Cocoon” en el hotel Panamericana en la calle 59 centro, y podremos citar otros más, pero estos fueron los primeros disco clubes de nuestra ciudad.

Años más adelante se crearon otras discotecas grandes y lujosas como “Bim Bom Bao” (1986), “Kalia Rock House” (1989) fraccionamiento Monterreal, “Excess” en la prolongación Paseo de Montejo o “Vatzya”, esta última en el hotel Fiesta americana.

Un sitio que funcionó por muchos años e imposible no hacer referencia a esa Mérida fue “Amarantus”, ubicada frente al Club Campestre, a la que vox populi se le apodaba “mamarantus”, que era un sitio ubicado en una segunda planta muy agradable en el que la gente bailaba entre las mesas si lo deseaba, siendo que poco más adelante se ubicó abajo la discoteca “Tequila”, las cuales convivieron por muchos años, para los amantes del baile.

Hoy, parece que regresamos al tiempo inicial, pues curiosamente en Mérida no existe la euforia por las discotecas como en los 80s y 90s, ya que hoy transfigurados, la gente baila como lo fue en su momento “El Aloha” del hotel Montejo Palace en los años setentas o el que funcionó por un tiempo en la azotea del hotel Mérida Misión. Las discotecas que abrían durante las temporadas de semana santa o julio y agosto en la costa durante las vacaciones son otra historia, pues fueron muchas y hay tela de donde cortar como lo fue Deltons o Barba Azul en Progreso.

Aunque la música siempre ha sido parte de mi educación familiar, debo decir que la música disco no me llena como la música de Orquesta. En Yucatán ha habido muchas y muy buenas; las sociedades coreográficas tenían sus propias orquestas en los Siglos XIX y XX. Los Centros Sociales, como el Centro Libanés, hacían sus bailes para sus socios y sociedad meridana, el Centro Campechano, el Club Deportivo Bancarios, el Country Club, el Centro Libanés, el Browny Club, La Unión y otras agrupaciones daban bailes con orquestas que disfruté con mi ahora esposa como en el Club de Leones, el Club Rotarios donde di mis primeras conferencias sobre el Año Geofísico Internacional en sus sesiones cenas.

Nuestras orquestas competían con las de la Ciudad de México, como la Orquesta Montejo, la Orquesta “Víctor” de Pepe Barrios, la Orquesta de Alfonso Madariaga, la Orquesta de Eleazar Méndez, el Conjunto Habana, la orquesta de William “Chino Sabido, que competían con las orquestas de Pepe Luis Márquez, Pablo Beltrán Ruiz, Ramón Armengol, Ismael Núñez y otras de gran fama en México.

En otra entrega escribiré sobre las orquestas de Yucatán y sus grupos corales, al menos en los que he participado. Abur.

Fuentes

https://por-que.com.mx/el-bailongo-en-la-merida-que-se-nos-fue/

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