La Aventura Musical de Coki Navarro – LI

By on abril 1, 2021

LI                                                                                    

Continuación…

ESTOY EN LAS ÚLTIMAS LÍNEAS DE MI PRIMER LIBRO, DE MIS NOVIAS LITERARIAS. Siento en mi interior que estoy dejando en estas páginas la mitad de un hombre; recuerdo que hace muchos años también dejé la mitad del corazón de un adolescente en mi primera canción. ME ASOMBRO DE LA SINCERIDAD DE CADA UNA DE MIS EXPERIENCIAS.

Escribo ya los últimos renglones de mis memorias, pero no puedo exigirle más a mi mente, por lo que detengo mi pensamiento DOCE AÑOS ATRÁS. No puedo pedir más, no quiero “exprimir” mi adelantada senilidad. Estoy solo en mi retiro en San Ignacio, que más que aislamiento es casi un destierro que me impuse para grabar durante cuatrocientos días toda la fantasía y toda la realidad de lo vivido. Mis ayudantes ya están muy cansados también. ¿Quiénes son? Ah, pues ellos son los amarillentos programas de hace casi treinta años, recortes de periódicos, fotografías casi borradas, unas cuerdas cansadas de mi primera guitarra, una máquina de escribir que estuvo «echando humo» cada vez que la correteaba para registrar algo que de momento se me acordaba, cientos de páginas manuscritas con tintas de todos los colores, y trozos pequeños de treinta y dos lápices que llevé entre mis dientes, como un pirata, todas las horas en que me dedicaba a escribir.

Entré ya al final de mi aventura musical. Tal vez la escribí para soñar o tal vez me falta el «empujón» de algún amigo de los varios a quienes desde sus comienzos les he platicado mis inquietudes. Y SE APARECE… se presenta junto a mí por obra del destino y de una conversación telefónica. (Raúl Casares, me pregunta si he terminado ya mis eufóricas memorias, le contesto que sí; ¿Las vas a publicar?, «of course» le digo, y él me indica: LOS PRIMEROS CINCUENTA LIBROS SON PARA MÍ… me «lanza» su afecto y el arranque.) Sus palabras me suben la presión arterial y me voy directo a la imprenta de Don Humberto Lara y Lara a pedirle que con su experiencia se haga cargo de la edición.

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Les aseguro que podría llenar más y más páginas con mis memorias de esa época para adelante. Esos doce años más en mi vida serán registrados a su tiempo. Por ahora, estimo y les agradezco en todo lo que valen los momentos que me han dispensado. Creo que mis delirios pueden esperar para ser conocidos por ustedes. Lamentablemente he tenido más tropiezos que aciertos. Mi pensamiento se ha vuelto viejo. Quiero, sí, hacerles saber que me siento satisfecho con lo hasta hoy logrado. Conozco mis limitaciones que son ilimitadas, no ignoro las desventajas que hay en la senda de un compositor como yo que vive en provincia y que desde su «trinchera» pretende tocar celestiales alturas. Se debilita cada día más mi capacidad para realizar mis inquietantes anhelos. El tiempo me quiere cerrar el paso prematuramente, pues en mi cuerpo hay años convertidos en siglos, y en mi mente hay siglos transformados en eternidad. Cierto es que debo pagar el tributo obligatorio de no realizarme totalmente, como sueña todo ser humano, por el hecho de aferrarme a esta tierra que tanto he amado; a este pedazo de roca con alma, a sus playas que son arenas de mi pasado y de mi presente; a todo y por todo lo que significa para mi este suelo bendito… Pero siento que voy ganando si a cambio de vivir en este «mi rincón» he de olvidarme de la glorificación que todo hombre, toda persona, quiere para él.

Si al principio fue un sacrificio quemar las naves de mis inquietudes y mis anhelos, también es cierto que aquí han surgido mis pensamientos nuevos y han aprendido a volar y han detenido su vuelo para anidar.

Aquí me quedé y lo hice por voluntad propia. Aquí he valorado la herencia del mayab; a sus gentes, a los poetas, a los troveros, los pintores, músicos, artesanos, intelectuales y campesinos, todos juntos, todos en la infinita dimensión del arte. Me siento satisfecho de lo que he podido aportar a mi tierra, poco, casi nada, pero poniendo mi alma y mi pensamiento, mi vida y el calor que de ella pueda emanar.

Lamento no tener grandes virtudes que ofrecer. Cuanto soy, es de esta legendaria y misteriosa región.

AMIGOS MÍOS, YUCATÁN NECESITA DE SUS BUENOS HIJOS: JUNTEMOS INDISOLUBLEMENTE PALABRA Y POESÍA, PIEDRA Y CINCEL, TERNO Y FILIGRANA, CIENCIA Y FIBRA, GUITARRA Y CANCIÓN, Y EN CADA NUEVO AMANECER ELEVEMOS EL PENSAMIENTO PARA DESEARNOS BIENESTAR… OTORGUÉMOSLE A YUCATÁN LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS.

La tierra jamás olvida.

San Ignacio, Yucatán, México.

Abril de 1977.

Coki Navarro

FIN.

 

NOTA DEL DIRECTOR: Esta es la entrega final de los recuerdos escritos por nuestro gran compositor yucateco Enrique “Coki” Navarro, personaje inolvidable en la trova. Yucatecos como él han dejado a través de sus obras registro histórico como también disfrute musical para las generaciones presentes y futuras. A nuestro juicio sus memorias, cuya publicación concluimos el día de hoy, serán testimonio imperecedero de los compositores que con su producción musical han hecho monumental la canción yucateca, elevada cotidianamente con el trabajo de creadores aún vigentes.

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