Tadea y don Chonito (II)

By on diciembre 13, 2019

II

NOCHES DE FANTASMAS

En las noches de invierno se formaba una orquesta: la tormenta ponía los efectos de luz y sonido, los rayos iluminaban el escenario, mientras los truenos se encargaban de la percusión.

El viento frío del norte improvisaba lúgubres melodías en un constante ir y venir de las hojas de la palmera que crecía junto a la casa y, convertidas en arcos de violín, tañían las láminas de zinc del techo, mientras las fuertes rachas del vendaval aportaban los instrumentos de viento.

Aquellas noches Tadea aprovechaba la escenografía para poblar de seres fantasmales sus narraciones de miedo e infundirles mayor realismo.

EL DEAMBULAR DE LA VÍBORA

“He visto una enorme víbora alejarse del fuego. Su lengua asquerosa dejó un rastro pegajoso sobre mi brazo e intentaba apoderarse de mi cuello.

«Con un enorme esfuerzo me libré de ella y la arrojé al techo.

«Pueden escuchar cómo sus escamas raspan las láminas.

«Trata de encontrarnos, pero ya puse una raya de ceniza a nuestro alrededor y un círculo con una cuerda de henequén. No podrá pasarlo.»

Todos abríamos los ojos, llenos de inocencia, y tratábamos de ver la protección que nos salvaría aquella noche de la amenaza del terrible animal.

Raúl Morales

 

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