Paraíso Maya Verde en Mérida

By on diciembre 5, 2014

No les ha sido fácil.

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Han tenido que trabajar duro y dar su mejor esfuerzo para que el espacio destinado a parque en su fraccionamiento sea distinto a las planchas de cemento, tubos y espacios rutinarios para deportes. Las familias del sector aspiran a más. Desean vivir mejor, a gusto, dentro del ambiente en que los integrantes de cada familia crecieron: rodeados de plantas y árboles muy nuestros, de esos que desafortunadamente ya no están en los patios tradicionales, y mucho menos en las casas pequeñas donde no hay espacio disponible para ello.

Para nadie es un secreto que la masificación de la obra pública va restringiendo los espacios para la vida vegetal. No hay cuidado en las especies escogidas para siembra. Ni siquiera en la Plaza Principal, ni en los parques del Centro Histórico de Mérida pueden encontrarse ya las rosas y los jazmines que cantaron los poetas y trovadores vernáculos hace muchos años.

Un común denominador ha vinculado y solidarizado a los vecinos y el parque con el cuidado personal y la vigilancia: la siembra de especies netamente yucatecas, de esas registradas en la historia de Yucatán desde hace muchos siglos.

Una solidaridad escrita de más de doscientos vecinos ha estado impulsando lo que denominan su “Paraíso Maya Verde”, que es todo un proyecto de preservación de especies tradicionales en la entidad.

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Plantas de neem, jabín, chacá, cocoyol, palma real aceitera, jícara, yaxché, nuestra ceiba maya, balché, huaxin, algarrobo, ramón, flores de mayo, marañón, también están integradas a la zona arbórea. Algunas otras decenas de especies están en vivero para futuro trasplante, cuando alcancen el tamaño y la fortaleza adecuados.

Dando seguimiento al proyecto, cuidando y vigilando la evolución de cada ejemplar sembrado, está la doctora Alma Gamboa Cantón, profesional médica preocupada igualmente en la preservación de la salud y la vida humana, como también del entorno ecológico.

Esto ocurre al norte de Mérida, en uno de los espacios cercanos a Altabrisa, en los cuales prevalecen las marcas comerciales y edificios vistosos, grandes comercios y servicios, pero escasa población vegetal.

Las gestiones de los vecinos se han formalizado ante la autoridad correspondiente en tiempo y forma, demandando que el espacio de uso común destinado a áreas verdes se mantenga como eso, formalmente, por medio de la declaratoria de uso de suelo.

Las variedades ya sembradas crecen con alegría, son atendidas cotidianamente. Vienen de estados vecinos aportaciones, que también proceden de colonias urbanas o poblaciones municipales, donde los familiares de los residentes de esa zona ven abierta la posibilidad de preservar especies en riesgo potencial de desaparición.

Un grupo de habitantes valientes demuestra que es posible rescatar nuestro hábitat histórico. Su voluntad y decisión puede hacerlo. Confiamos en ello.

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Luis Alvarado Alonzo

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