La gloria de la raza – XXVI

By on enero 22, 2021

XXVI

El movimiento antichino

La animadversión hacia los chinos estuvo presente, con mayor o menor crudeza, en todos los países a los que llegaron a trabajar en calidad de inmigrantes. La reticencia con que se recibía su llegada a México tuvo relación con las ideas que sobre ellos se transmitieron desde los lugares en que se habían asentado previamente. La necesidad de disponer de una fuerza de trabajo acorde con las expectativas del crecimiento económico nacional acabó por imponerse a la suspicacia inicial de sus contratantes. Sin embargo, el prejuicio étnico fue una amenaza constante que pesó sobre cualquier forma de convivencia efectiva.

Aunque las expresiones de rechazo a los individuos de procedencia asiática eran comunes en México desde el siglo XIX, fue en la centuria siguiente, entre los años 20 y 30, cuando se hicieron sistemáticas al convertirse en demandas de grupos organizados. La conducta disciplinada, frugal y perseverante de los chinos desencadenó persecuciones que algunas veces culminaron en saqueos a los comercios que habían logrado establecer, y en ataques verdaderamente sangrientos que tuvieron su ejemplo más extremo en la matanza de Torreón, perpetrada en 1911 por soldados maderistas, sucesos que costaron la vida a entre dos y tres centenares de chinos.

La conformación de las instituciones que derivaron del proceso revolucionario trajo consigo nuevos acomodos de las fuerzas políticas. En Sonora y otras entidades del norte, así como en Chiapas y Oaxaca, algunos grupos emergentes patrocinaron el llamado “movimiento antichino”, que obtuvo el apoyo de autoridades de los diversos órdenes de gobierno.

Este movimiento impulsó sus demandas en el Congreso de la Unión y en las legislaturas de los estados. Exigió la suspensión de los flujos de migración china a nuestro país, la prohibición de los matrimonios entre individuos de ese origen y mujeres mexicanas, la nacional, o por lo menos su confinamiento en colonias especiales. Estos embates adoptaron un discurso nacionalista contrapuesto a las influencias foráneas.

Los promotores del movimiento difundieron sus exigencias entre las autoridades de las diversas entidades federativas, buscando apoyo para lograr la aprobación de leyes favorables a sus planteamientos, como lo demuestran las circulares que recibió el Poder Ejecutivo de Yucatán en 1924. Las respuestas correspondientes fueron remitidas con diplomacia y cautela.

Si bien existe una referencia que alude a la constitución de un comité antichino en nuestro estado en el curso del periodo 1929-1934, basada en un expediente que se localizó en los fondos del Archivo General de la Nación, puede afirmarse en términos generales que ese movimiento no logró una mayor solidez organizativa en el ámbito yucateco. Sin embargo, el desprecio étnico asumió aquí otras características que a su modo afectaron el bienestar y la tranquilidad de los ciudadanos provenientes del lejano país oriental.

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“Los hijos de Confucio”, La Revista de Mérida, año XVI, núm. 1049, 2 de agosto de 1885, p. 3.

“Celestiales”, La Revista de Mérida, año XXII, núm. 2078, 8 de junio de 1890, p. 3.

“Invasión de chinos al centro de la república”, El Correo, Mérida, año IV, tercera época, núm. 1200, 1 de agosto de 1922m pp. 1,4.

“Oficio del Secretario General de Gobierno de Yucatán, en funciones de Gobernador del Estado, al presidente municipal de Nogales, Sonora, 5 de septiembre de 1924, Archivo General del Estado de Yucatán, Fondo Poder Ejecutivo, Sección Gobernación, Serie Correspondencia, Caja núm. 775, Año 1923.

Respuesta del Presidente Municipal de Nogales, Sonora, 24 de septiembre de 1924, Archivo General del Estado de Yucatán, Fondo Poder Ejecutivo, Sección Gobernación, Serie Correspondencia, Caja núm. 779, año 1924.

Gómez Izquierdo, José Jorge, El movimiento antichino en México, México, INAH-CNCA, 1991, pp. 63, 79-80, 90, 130.

Puig, Juan, “La inmigración china”, Memoranda. Revista de la Subdelegación General de Servicios Sociales y Culturales del ISSSTE, México, año IV, núm. 19, julio-agosto de 1992, pp. 18-20.

José Juan Cervera

Continuará la próxima semana…

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