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Eco de Espejos – IV
IV
Unidad
(Alabanza a la poesía de Jorge Guillén)
¡Qué vasto y dulce el aire!
JORGE GUILLÉN
La luz abre mis ojos
El alma vuelve al cuerpo.
Con elogios a Cántico,
Aire nuestro, a Clamor,
que son el Homenaje
del poema al poema
le pido a la palabra:
¡Danos el nombre
sustancial de las cosas!
En tu habla, poeta,
esté la cosa misma
creada por tu alma.
Llévanos con tus ojos
a la casa del ser.
Y en el verso vayan
los hombres a las cosas.
Con la gracia que impone la poesía
Ondulen lumbres como dedos del sol.
Jorge Guillén
desde tu voz irrumpe
el ángel del idioma.
Nombras, tocas la luna
–y los astros palpitan
en espiral de ecos
y esferas en espera.
Sembraste un árbol
que levanta otro árbol
de murmullos y asombros.
Es el árbol que canta.
Caen los frutos, sí,
caen mundos maduros.
El riguroso, fervoroso anhelo
de entregarnos la luz de tus amores
mueve las olas altas de ese vuelo
de tu cantar: sus aves y rumores.
Amores tiene el verso que moldeas
y que entonas y ciñes; ese manto
–hilos hilando cosas que deseas–
nos da voces y alas con encanto.
Voces que claman al callado cielo
para que encienda en las pupilas nuevas
el brillo, el aire que desteja el velo
de sombras que nos atan a las cuevas.
Cadencias de tiempo en vilo escribiste.
Nada del otro mundo. Todo en éste.
Del tumulto de ideas
y de un hervor de huesos
brota el canto.
Los ríos fraternales del lenguaje
nos llegan de tus cánticos. La fiesta
de sonidos ha poblado de imágenes
los cántaros del alba que se rompen
en pájaros.
Derrama sus voces y luces
en vocablos que son ecos
de otras luces y otras voces.
De un Más allá insistente,
familiar, conversemos.
Con tu voz hablo. Escucha:
Blande, Jorge Guillén, las siete espadas
forjadas en tu fragua: estas espadas
que tienen siete filos: siete versos
de sílabas cantadas.
Entre versos de siete
nada nos desengaña.
La realidad da la suerte.
Con suerte salvas la vida.
Baraja bonito y bien.
El as de oros encanta.
El sueño y los deseos sobrevivan.
1
En azul sueña el aire.
El día me convoca.
Yo no sueño. Y acudo.
Despierto voy. Saludo
a la gente del diario
vivir. Alza la aurora
la rosa clara. Y clama.
2
Poeta, tus palabras
brillan y no se apagan;
vienen desnudas, dicen:
las cosas son como son.
Todo lo enciende el aire.
Sólo lo que nombramos
es ya nuestro, vive, habla.
3
La voz educa al Caos:
lanza acordes de gozos.
Guillén, entre vocablos,
lava ojos, siembra versos
o semillas de este sol.
Sí, el hombre es fábula
de máscaras sinceras.
4
El aire en soplos de luz
nos da aliento; ¡Presencias!
Aspiro aire: Realidad.
El mantel, unos vasos,
la ventana, esa silla…
¡Oh, júbilo, energía
del ser entre esplendores!
5
Estoy, estamos, eres.
Estar es ser. Yo soy.
La creación irrumpe,
airosa, esta mañana;
está latiendo el alma
en danza con las cosas.
Alianzas tengo, hoy, aquí.
6
Un querer ser vivimos:
su ser quieren las cosas.
La oveja, las aldeas,
el espejo, las nubes,
los peces, la estrella,
son su ansia de ser
y estar en voz cantados.
7
El hombre quiere ser:
en su querer perdura;
el cuerpo es forma
y no hay forma sin luz.
Aire de asombros: ¡Día!
El mundo está. El ser es.
El aire vuelve a inflamar
las cosas…
El alma vuelve al cuerpo.
La luz abre los ojos.
Toluca; noviembre de 2008.
Raúl Cáceres Carenzo
Continuará la próxima semana…
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