Eco de Espejos – IV

By on abril 29, 2021

IV

Unidad

(Alabanza a la poesía de Jorge Guillén)

 

¡Qué vasto y dulce el aire!

JORGE GUILLÉN

 

 

La luz abre mis ojos

El alma vuelve al cuerpo.

Con elogios a Cántico,

Aire nuestro, a Clamor,

que son el Homenaje

del poema al poema

le pido a la palabra:

¡Danos el nombre

sustancial de las cosas!

En tu habla, poeta,

esté la cosa misma

creada por tu alma.

Llévanos con tus ojos

a la casa del ser.

Y en el verso vayan

los hombres a las cosas.

Con la gracia que impone la poesía

Ondulen lumbres como dedos del sol.

Jorge Guillén

desde tu voz irrumpe

el ángel del idioma.

Nombras, tocas la luna

–y los astros palpitan

en espiral de ecos

y esferas en espera.

Sembraste un árbol

que levanta otro árbol

de murmullos y asombros.

Es el árbol que canta.

Caen los frutos, sí,

caen mundos maduros.

El riguroso, fervoroso anhelo

de entregarnos la luz de tus amores

mueve las olas altas de ese vuelo

de tu cantar: sus aves y rumores.

Amores tiene el verso que moldeas

y que entonas y ciñes; ese manto

–hilos hilando cosas que deseas–

nos da voces y alas con encanto.

Voces que claman al callado cielo

para que encienda en las pupilas nuevas

el brillo, el aire que desteja el velo

de sombras que nos atan a las cuevas.

Cadencias de tiempo en vilo escribiste.

Nada del otro mundo. Todo en éste.

Del tumulto de ideas

y de un hervor de huesos

brota el canto.

Los ríos fraternales del lenguaje

nos llegan de tus cánticos. La fiesta

de sonidos ha poblado de imágenes

los cántaros del alba que se rompen

en pájaros.

Derrama sus voces y luces

en vocablos que son ecos

de otras luces y otras voces.

De un Más allá insistente,

familiar, conversemos.

Con tu voz hablo. Escucha:

Blande, Jorge Guillén, las siete espadas

forjadas en tu fragua: estas espadas

que tienen siete filos: siete versos

de sílabas cantadas.

Entre versos de siete

nada nos desengaña.

La realidad da la suerte.

Con suerte salvas la vida.

Baraja bonito y bien.

El as de oros encanta.

El sueño y los deseos sobrevivan.

1

En azul sueña el aire.

El día me convoca.

Yo no sueño. Y acudo.

Despierto voy. Saludo

a la gente del diario

vivir. Alza la aurora

la rosa clara. Y clama.

2

Poeta, tus palabras

brillan y no se apagan;

vienen desnudas, dicen:

las cosas son como son.

Todo lo enciende el aire.

Sólo lo que nombramos

es ya nuestro, vive, habla.

3

La voz educa al Caos:

lanza acordes de gozos.

Guillén, entre vocablos,

lava ojos, siembra versos

o semillas de este sol.

Sí, el hombre es fábula

de máscaras sinceras.

4

El aire en soplos de luz

nos da aliento; ¡Presencias!

Aspiro aire: Realidad.

El mantel, unos vasos,

la ventana, esa silla…

¡Oh, júbilo, energía

del ser entre esplendores!

5

Estoy, estamos, eres.

Estar es ser. Yo soy.

La creación irrumpe,

airosa, esta mañana;

está latiendo el alma

en danza con las cosas.

Alianzas tengo, hoy, aquí.

6

Un querer ser vivimos:

su ser quieren las cosas.

La oveja, las aldeas,

el espejo, las nubes,

los peces, la estrella,

son su ansia de ser

y estar en voz cantados.

7

El hombre quiere ser:

en su querer perdura;

el cuerpo es forma

y no hay forma sin luz.

Aire de asombros: ¡Día!

El mundo está. El ser es.

El aire vuelve a inflamar

las cosas…

El alma vuelve al cuerpo.

La luz abre los ojos.

Toluca; noviembre de 2008.

Raúl Cáceres Carenzo

Continuará la próxima semana…

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