Divergente

By on abril 2, 2020

Primeras Letras

Divergente*

SANRY MARRUFO

“No estoy loco, simplemente mi realidad es diferente a la tuya”

El Gato Cheshire

Nos conocemos de toda la vida. De pequeñas era divertido bailar, jugar a disfrazarse de mil formas, hacer caras graciosas; nada que muchas niñas de nuestra edad no hicieran.

Pero fuimos creciendo y, como era de esperarse, cambiamos

“¿Qué me pongo? Nada me queda hoy y mi pelo no quiere acomodarse. ¿Sabes que no me ayudas en nada cuando sólo te quedas mirando mientras me mato para verme linda hoy?”

El problema entre nosotras inició después, cuando dejó de comunicarse, cuando se escondió en sus libros y ser linda pasó a segundo término. Ella me olvidó, pero yo miré sus etapas de alegría, dolor y tristeza; callada, en el otro extremo, observando silenciosamente.

Desde mi habitación puedo ver la suya, como invertida, puedo sentir el miedo cuando le recorre el cuerpo, suele venir si notamos que la claridad en las imágenes ya no es la misma. Es como una corriente eléctrica que inicia en la nuca y baja por la espina, luego se extiende a los brazos y por las piernas. Acompañada de un dolor intenso y cotidiano. “¡Detente!” le he dicho. “¡Te haces daño! En nada nos ayuda una bola de cristal mágica, futurista y pesimista.” Nunca me hace caso.

Nuestra relación puede considerarse simbiótica: ella no me habla, y yo aún espero que vuelva a comunicarse conmigo. Se alejó físicamente, ya no se prueba diez vestidos antes de salir, ha dejado de maquillarse, ya no llora, sus encuentros conmigo se han vuelto fugaces y, para colmo, me mira de soslayo.

Hemos cambiado. Ella desde afuera, y yo desde adentro.

*Cuento ganador del Certamen semanal del Grupo “Alquimia Literaria, de Voz de Tinta.

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