Tiempos difíciles

By on agosto 20, 2020

Editorial

Cierto es que la vida en la península yucateca desde siempre ha estado caracterizada por circunstancias ambientales angustiantes, pobreza de los suelos en la mayor parte del territorio, y condiciones climatológicas adversas que oscilan entre temporadas de lluvias copiosas y sequías pronunciadas, paso anual de ciclones livianos o poderosos, y visitas de fenómenos ajenos que afortunadamente, hasta ahora, no han logrado avasallar el arraigado sentimiento de pertenencia de quienes aquí viven y se desenvuelven durante todo el término de sus vidas.

Miles de coterráneos están dispersos por todos los confines de los cinco continentes, pero las raíces locales peninsulares se mantienen y afirman a través del paso de los tiempos.

Cada año, el paso de tormentas tropicales y ciclones enciende las alarmas y la población se previene ante las posibles contingencias. Luego, la vida continúa y se reafirma por las generaciones siguientes.

De ahí que cuando un fenómeno inesperado, como lo es la actual pandemia del Covid-19, golpea inmisericorde a las familias y las instituciones, la disposición para enfrentarla se multiplique en las acciones gubernamentales, familiares y sociales. Y conste que esta pandemia actual ha multiplicado, su presencia y actividad en la península, muy a pesar de los esfuerzos que se continúan haciendo para combatirla y erradicarla.

La disciplina familiar mantiene el “Quédate en casa”, las condiciones ambientales en cuanto a las áreas de convivencia se adaptan al fenómeno: cierre temporal de giros comerciales e industriales, limitación al expendio de bebidas alcohólicas, uso obligatorio de cubrebocas, y amplias campañas de orientación por todos los medios de comunicación disponibles (prensa, radio, televisión, redes sociales, etc.) que han cerrado filas en el combate.

Las autoridades y gobiernos peninsulares llevan a cabo la revisión de sus instalaciones propias de prevención, atención médica y hospitalización, a la par de muy amplias y continuas campañas de información, por cuanto medio de comunicación sea posible para prevenir, corregir o disminuir, los posibles fallos temporales, y atender cada día la creciente demanda de servicios médicos y hospitalarios.

En los siglos precedentes hubo fenómenos de este tipo y existen antecedentes escritos de que las pérdidas de vidas se sumaban por miles, hasta millones, lo que por ahora no ha ocurrido, afortunadamente.

Por ello, mantener la fe, la cordura, y muy en alto las esperanzas, son recomendaciones válidas de urgente aceptación y acatamiento. Entendámoslo así, y cumplamos cada uno con la responsabilidad que le corresponde.

La unidad en ocasiones anteriores nos ha hecho fuertes en circunstancias tan críticas como ahora. Continuemos uniendo fuerzas y voluntades para que nuestros congéneres y la sociedad puedan tener un mejor futuro en los días por venir.

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