¿Linchamiento por un pib quemado?

By on noviembre 8, 2018

Perspectiva

Pib quemado_1

La semana pasada, a consecuencia de unos infortunados comentarios sobre un pib quemado y a todas luces mal preparado, numerosos yucatecos –de todas las escalas sociales e incluso grados de estudios– se rasgaron las vestiduras y dejaron salir su xenofobia a asolearse… y aún lo hacen, denostando, insultando y agrediendo de todas las maneras posibles, siquiera no físicamente, a la autora de los comentarios: una regiomontana avecindada en nuestra ciudad que tuvo la mala idea de compartir sus ideas en su cuenta de Facebook.

Primero que nada: ¿a quién le queda duda después de este episodio de que lo que publicamos para nuestros conocidos en las redes sociales puede ser usado en nuestra contra? Lo que la regia pensaba eran sus confidencias a sus amistades, de repente fueron vistas y escuchadas por una cantidad de personas que jamás imaginó, y todo a partir de que alguien tomó su video, le agregó un título que cuestionaba sus apreciaciones y ¡zaz! El resto es historia: la viralización del contenido resultó épica.

Es normal que la gente que desconoce las costumbres de un lugar las cuestione, e incluso le parezcan ridículas, cuando las compara contra las propias. En Monterrey no se hacen mucbil pollos, eso lo sabemos; es un lugar que se conoce por sus carnes, por la machaca, y donde incluso los tamales yucatecos pudieran resultarles extraños. Es comprensible, entonces, que a nuestra multi mencionada regia le causara extrañeza y gracia lo que adquirió, y lo diseccionara como lo hizo. Su único error, a mi juicio, es que decidió subir su opinión a las redes sociales, en vez de compartirlos de manera personal, de manera que solo los vieran aquellas personas a las que iban dirigidos, amén de la desafortunada manera que eligió para expresarse, siendo burlona y mostrando una mala educación. La regia hizo evidente urbi et orbi su desconocimiento sobre algo que para nosotros los yucatecos es delicatessen, un platillo que esperamos religiosamente año con año para degustar. Tal vez si hubiera sabido el verdadero significado religioso –algo que muchos yucatecos desconocen, por cierto– que existe detrás de un mucbil pollo, ni siquiera lo hubiera comprado; se sintió timada por el producto que recibió, y ventiló su mala experiencia en el canal equivocado.

En toda historia no falta un paladín justiciero cuyos pretendidos valores regionales y ánimos pendencieros tienen el mismo tamaño; en esta fueron varios quienes, al encontrarse con el serpentino encabezado que le puso el que encontró los regios comentarios, al enterarse del contenido, sintieron que nuestras más ancestrales raíces habían sido agraviadas. ¡Imposible que una foránea se burlara así de algo tan íntimo, tan valioso, tan ancestral! Indignados, pronto averiguaron quién había proferido semejante opinión, su teléfono, sus redes sociales y todo lo que pudieron, prepararon sus dardos y prontamente hicieron peticiones de boicotear su negocio “para que se largara a su tierra lo más pronto posible”, destrozando con sus hirientes comentarios la reputación, negocio, e incluso a la pareja de la regiomontana. “¡Cómo se atrevió esta mujer a hablar mal de los mucbil pollos!” decían. El acoso inició, creció, y pronto se volvió clima propicio para el linchamiento.

Otros participantes en esta peligrosa farsa han sido aquellos que avivaron, y continúan avivando, la hoguera y el clima de censura, los que ven fascinados cómo el mundo arde ante sus ojos por sus comentarios y ni siquiera tienen empacho en confesarlo sin ambages, que sembraron insidia a través de memes de mal gusto, y comentarios de peor ralea, sin pensar un segundo en que las consecuencias en poblaciones con menor grado de cultura han llegado a ser mortales. ¿Alguien recuerda las horribles escenas de este mismo año de linchamiento y asesinato de personas que fueron confundidas con “robachicos”, que estaban en el lugar y momento equivocado, cuyas vidas fueron arrebatadas porque un mensaje de Whatsapp hablaba infundadamente de que gentes malas estaban llevándose niños?

¿Acaso esta es la manera en que los yucatecos nos comportamos con la gente que nos visita? ¿Ya nos volvimos xenófobos? ¿Dónde quedaron nuestra amabilidad, nuestra educación y nuestros verdaderos valores como la paz, hospitalidad y tranquilidad? ¿Por qué prestarse a participar en esta farsa que pudo tener consecuencias fatales? ¿No nos fue suficiente observar cómo se insultaban unos a otros por no compartir la misma opinión sobre los candidatos en nuestra pasada contienda electoral, y las consecuencias de hacerlo, la división y hondas heridas que dejó el ejercicio, y que siguen siendo motivo de discordia?

¿Todo este borlote por un pib quemado? ¡Por Dios!

Desde esta perspectiva, este episodio debiera servirnos de ejemplo acerca de cómo reaccionar ante la cantidad de descalificaciones que abundan en las redes sociales, donde se denuesta, se vitupera, se descalifica a todo aquél que osa expresar su discrepante opinión, un día sí y otro también.

Cuando alguien exprese una opinión sobre algo, no es nuestro rol exigir que lo flagelen y expulsen por pensar de manera diferente, sino escucharle y acaso, solo si tenemos la certeza, enseñarle lo equivocado de su manera de pensar, en un clima de respeto. Antes de juzgar y condenar, hay que saber escuchar, preguntar, investigar y entender, todo eso antes de actuar. Esto es lo que nos diferencia de los animales ¿no es cierto?, racionalizar y entonces actuar. Después de todo, ¿a poco nos importan todas las opiniones y creencias de la gente que pudieran estar encontradas con las nuestras, las vamos a discutir todas? Hay que saber elegir batallas…

Les invito a considerar de ahora en adelante que, antes de compartir un contenido a todas luces incendiario en nuestras redes sociales, o cualquier contenido que pudiera agraviar a alguien, tomemos un segundo para informarnos de los detalles, confirmar que el contenido es cierto, analizar las consecuencias de propagarlo, y solo entonces actuar.

Nos conviene a todos ir apagando este peligroso fuego que aún aviva en tantos corazones…

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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