Libros vemos…

By on septiembre 24, 2020

Jorge Pacheco Zavala*

En México, la realidad de la lectura tiene varios matices, algunos de ellos imperceptibles, pero otros pueden incluso medirse.  Si en gobiernos anteriores la cultura y las artes parecían no importar demasiado para los gobiernos, la novedad hoy no es más alentadora. Vayamos mejor a los aspectos que nos atañen directamente.

Existe una aparente relación entre libros vendidos y libros leídos. Sin embargo, debe considerarse en la ecuación que no todo libro comprado se lee. La Cámara Nacional de la Industria Editorial (CANIEM) reporta que en México se imprimen 308 millones de ejemplares al año, de los cuales 163 millones corresponden a libros de texto de primaria, y 47 millones de secundaria. Quedan aproximadamente 108 millones que corresponden a las diferentes editoriales.  Estos indicadores pueden complementarse con datos que emite “El centro regional para el fomento del libro en América Latina”, el cual dice que en promedio en México se leen 3.8 libros al año, cifra menor que Brasil, Colombia, Uruguay, Chile y Argentina.

Por otro lado, las encuestas del (INEGI) dicen que el 80 % de los mexicanos alfabetizados lee al menos un libro al año.   La última encuesta estima que cada persona de este rubro destina en promedio 38-40 minutos diarios a la lectura.

Ahora bien, si comparamos el tiempo promedio dedicado a la lectura de un libro para cada día (38-40 minutos), notaremos la gran diferencia que existe frente al tiempo que una persona pasa conectado al internet: 6 horas.

Una cifra reveladora es la relacionada con el porcentaje de ventas de libros digitales (2 %), en relación con la venta total de libros impresos.  Si creíamos que ya no se lee como antes en libro impreso, porque ahora existe el E-Book, estamos cometiendo un grave error de apreciación.

Podríamos seguir sin fin, pues el registro de las cifras por medio de encuestas, estadísticas e investigaciones resulta casi interminable.  Sin embargo, dos realidades siguen permeando el mundo literario y, con este, el triángulo amoroso entre “autor, lector y editor”.  Se trata ni más ni menos del viejo asunto de “qué leemos y cuánto leemos”.

La segunda premisa ya fue abordada y explorada, por tanto, queda entrever la primera.  La calidad de lectura de un pueblo está íntimamente ligada a tres factores determinantes:

UNO: El nivel educativo

DOS: El nivel económico

TRES: El nivel cultural

Los tres factores inciden de manera directa o indirecta en la calidad de lectura que se tiene, entendiendo que una obra literaria debe contener valor artístico por sus características temáticas y su construcción.

Sin embargo, vale la pena hacer notar que el tercer aspecto tiene una influencia mayor que los otros dos.  Por una parte, debido a que todo lo que cultivamos permanece y deja una huella, pero también tenemos el asunto del acceso a esa calidad de lecturas que es deseable que un niño o joven descubra, y que lamentablemente muchos no tuvimos hasta la edad adulta.  Para el adulto siempre será un acto de mayor dificultad exponerse o iniciar la búsqueda de lecturas más críticas, serias o consolidadas, por razones que fácilmente podemos imaginar.

México sigue siendo un país de lectores que en un alto porcentaje se formó a partir de lecturas animadas o cómics.  Resulta casi imposible ahora analizar los niveles de calidad de las revistas ilustradas que iban desde “Así soy y qué”, de Edmundo Sánchez, en los años 90, hasta “Los agachados”, de don Eduardo del Rio (Rius), de finales de los años 60.  Específicamente hablando de libros, es tradición en México presumir haber leído a autores como Paulo Coelho y sus contradicciones noveladas, J.J. Benítez y sus interminables caballos, o bien pasar por pantanos innumerables y no mancharse pues Carlos Cuauhtémoc Sánchez está contigo.  Escritores y lectores en una simbiosis ciega donde el desarrollo del “cultus” aún no ha tenido lugar.  Y mientras tanto, yacen en calma Dostoyevski, Emily Dickinson, Truman Capote, Virginia Woolf, nuestro Juan Rulfo, Marguerite Yourcenar, Raymond Carver, William Faulkner, etc., etc., etc., a la espera de tiempos mejores…

*Jorge Pacheco Zavala es autor de cuento, microficción y poesía, además de fundador y director del Centro de Desarrollo Literario “Voz de tinta” y editor de la misma casa. Dirige y coordina los talleres permanentes de creación literaria “Alquimia”, y es colaborador asiduo del Diario del Sureste. (AHGA)

2 Comments

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.