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La hija del fotógrafo, de Claudia Duclaud, novela recientemente lanzada por Harper Collins México, es un muy afortunado debut que en su eje central desparrama lo que el concepto de familia significa para cada uno de nosotros.
Julia, personaje central de La hija del fotógrafo, narra las vivencias de una familia numerosa con tendencia al melodrama, una narrativa que describe arraigados comportamientos, algunos ya caducos, incluso otros malsanos, de todos aquellos patrones heredados de generaciones y contextos, desdoblados en esta novela. En una era de inclusión forzada se agradece que los dichos y andares de nuestra protagonista fluyan de manera orgánica en la trama, su rebeldía femenina, su valor para atreverse a desafiar los roles de su género, asignados por la sociedad patriarcal.
Julia es un personaje descolocado para la sociedad en la que se desenvuelve, confrontando el resultado de aceptar ser esposa de un hombre al que no ama, o convertirse en amante de su jefe, quien está casado; reflexiona y entiende que cada etapa de su vida ha coexistido con un machismo enraizado.
La raíz familiar en narrada para conocer los orígenes de Matilde, la madre de Julia, que fue educada para obedecer a rajatabla la disciplina aplicada por sus padres; de su madre Beatriz, que acató exigencias de una clase social con la que jamás se identificó; incluso se comparten pasajes de la vida de Regina, su abuela paterna, quien huyó de su casa con su primer amor.
Las mujeres en esta novela van modificando su comportamiento en función de las decisiones de sus maridos: una se resigna a vivir en la pobreza, otra se hace de la vista gorda ante las infidelidades de su marido, otra acepta quedar embarazada con el afán de darle un hijo varón a su esposo, una más acepta ser novia de un tipo intimidante y agresivo. Me gusta que varias de ellas logran sacudir su existencia para labrarse su propio destino.
Otro aspecto interesante es descubrir que en esta historia los personajes masculinos presentan todo el sistema disfuncional que da origen al machismo: quienes realmente aman a su familia adoptan la responsabilidad de ser un eterno proveedor, volviéndose esclavos; otros son capaces de hacer lo indebido por un afán lucrativo, y otros son quienes consideran que ser infiel es un motivo de orgullo.
Una novela muy bien escrita, con gran ritmo. La protagonista, quien es también narradora, al mirarse con honestidad y profundizar en su genealogía, entiende que, más allá del machismo que cala hasta los huesos, es una hija digna, con aciertos y errores.
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RICARDO PAT