Las noticias cotidianas, trasmitidas por los medios de comunicación antiguos y modernos, nos hacen llegar la información del creciente número de accidentes, la mayoría mortales, que se están suscitando en las carreteras estatales o federales de Yucatán.
La primera reflexión es que tales vías fueron construidas a un elevado costo, sobre la base de estudios previos, con la intención declarada tanto de facilitar la rapidez en el traslado de carga y personas, como de dar mayor seguridad al creciente número de vehículos que la utilizan para esos fines.
Las dimensiones de los vehículos de carga, su difícil movilidad en las calles de las poblaciones que tenían que atravesar, las vidas de los habitantes de las mismas, y el aumento esperado a corto, mediano y largo plazo del crecimiento poblacional, influyeron en las decisiones.
El resultado ahora es que los libramientos convirtieron a las cabeceras y poblaciones en sitios alejados de las vías, teniendo como consecuencia adicional el deterioro en muchos casos de la economía local, dado que los viajeros no acceden a las poblaciones ni adquieren en ellas alimentos o servicios. Y también, en gran parte, se ha perdido el relajamiento y descanso temporal necesario de los conductores de vehículos.
Éstos, efectivamente, han ganado en los tiempos de recorrido, pero dormitan o pestañean ante la monotonía del paisaje por carecer de reposo temporal. Hay riesgos mayores para la conducción nocturna, cuando se dan condiciones inadecuadas – como la ingesta de bebidas alcohólicas – que incrementan el peligro tanto a conductores como a otros usuarios de las vías.
Lo que se menciona de carreteras estatales es aplicable también al Circuito Periférico que rodea la zona urbana de Mérida, donde los accidentes son cotidianos y mortales.
Los entronques para acceder a las poblaciones son sitios en que vehículos menores como motocicletas, moto-taxis, bicicletas y/o peatones que utilizan las carreteras, son involucrados en tragedias, accidentes y daños constantes, sin que la justicia logre detener o localizar a los guiadores culpables.
Existe vigilancia policiaca, es cierto pero, dado el número de vehículos en tránsito, el grado de dificultad para revisiones al 100% se torna imposible.
En tanto, la tragedia y la muerte, de la mano, nos avisan de la necesitad de que algo se haga.
¿PERO QUÉ?
¿A QUIÉN LE COMPETE?