Un Par de Zapatos

By on marzo 31, 2017

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Un par de zapatos

«Sólo necesito un par de zapatos y confianza,

con eso basta para poner al mundo a mis pies.»

 

Desde un ventanal de mi trabajo observaba el campo de fútbol. Situado enfrente del mismo a tan solo una calle de distancia, miraba con una sensación de desesperación y tristeza a mis amigos jugando al “soccer”, deporte que tanta dicha me ha dado en la vida.

Siete de la noche, el sol se ocultó. Por fin logré salir del trabajo, y corriendo crucé la calle, esperando con ansias poder jugar, pero el resultado fue el mismo de la tarde anterior: ya era la hora de dejar de jugar.

La misma rutina diaria, un balón prestado, una cancha para mí y mis ganas de jugar. Al regreso a casa, el baño y ¡uff! el volquete de aserrín que salía de mis fosas nasales, producto del día en la carpintería. Era parte del espectáculo diario de un adolescente de 16 años que buscaba salir adelante bajo situaciones difíciles y características económicas complicadas.

Un día, sin pensarlo, ni soñarlo, llegó con un brillo significativo una oportunidad: fui invitado a formar parte del Diario del Sureste.

¡Realmente estaba muy emocionado! Tendría un trabajo de oficina, cosa que veía muy lejos en esa época de mi vida.

Así comenzó mi historia en el Diario del Sureste…

Maestro Luis Alvarado, el motivo de este escrito no es relatar mi infancia, mi adolescencia, o siquiera mi ingreso al periódico, sino honrar a una persona que me brindó una oportunidad cuando otros me habían cerrado la puerta, cuando otros se avergonzaban de mí; una persona que vio algo más allá de lo que yo era, o de lo que mi imagen expresaba, que me regaló un par de zapatos, aquellos tenis que cubrieron mis pies para poder ir a trabajar; más que eso, me permitió abrir mi mundo y alcanzar una carrera, estudios y preparación: a usted.

Hoy es un día muy especial.

Agradezco sus consejos, su apoyo y estar siempre pendiente de cada uno de nosotros. Con lágrimas en los ojos puedo decir que siempre he buscado ser mejor persona, prepararme más y seguir con el ejemplo de perseverancia, disciplina, entrega y lucha que me inculcó con su propio ejemplo. Espero nunca haberlo decepcionado y haber cumplido todas las expectativas que tenía y aún tiene de mí.

Desde aquel muchacho descontrolado que recibió aquella oportunidad, hasta el hombre que soy hoy, ¡20 años han pasado! Pienso que no han sido suficientes para demostrarle mi gratitud, pero le aseguro que seguiré luchando, como al principio de mi carrera, y como será hasta que no pueda levantarme más.

Hoy, de nueva cuenta el Diario del Sureste nos volvió a poner en el mismo proyecto, la misma visión, la misma entrega, y con la firme convicción y creencia en nuestra casa, la que me vio nacer y de la que con orgullo sigo formando parte.

20 años después, el mismo niño, con el par de zapatos agarrados, la misma inocencia, pero con un carácter formado y una disciplina inculcada, le redacta este texto.

No será suficiente, pero es una forma de expresarle mi total agradecimiento; las palabras son pocas, pero el sentimiento en cada una de ellas es  grande.

Pudiese contar muchas anécdotas, muchos problemas en los que me metí y en los que usted me ayudó, pero este no es el foro, ni el momento. Hoy es su cumpleaños, hoy es un día de festejo, no sólo para usted, sino para cada una de las personas que hemos tenido la oportunidad de conocerlo y de poder ser llamados amigos de usted, “el patrón”.

Un par de zapatos y el mundo a mis pies es el resumen y el por qué tengo que agradecerle.

Feliz cumpleaños, don Luis Alvarado Alonzo.

Muchos años más para usted.

Gracias por la oportunidad y, sobre todo, por su amistad.

Isaías Solís Aranda

yahves@gmail.com

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