Todo lo que muere, de John Connolly

By on septiembre 5, 2019

Libros

Todo lo que muere, Every Dead Thing en su idioma original, fue la novela debut tanto de un personaje que se ha vuelto famoso en la novela negra como de su autor, respectivamente: Charlie Parker y John Connolly.

Charlie Parker, apodado “Bird” por el fanático del jazz que era el sacerdote que lo bautizó, es un detective en Nueva York, con problemas maritales y de alcoholismo –los segundos acrecentados por los primeros, que a su vez inciden en los segundos–, con una pequeña hija, y con talento de sabueso para encontrar criminales y llevarlos ante la ley. Posee una filosa y aguda mente que, cuando se conecta con su lengua, acrecienta el número de sus enemigos y de las personas a las que no les agrada.

Después de la enésima confrontación con su esposa, se refugia en un bar para ahogar sus penas en alcohol. Al retornar a su casa, tanto su esposa como su amada pequeña han muerto, asesinadas, con todas las señas de un asesinato ritual, y con no poca saña.

Ante la escena, pierde la razón temporalmente, y consigue que lo expulsen del cuerpo policiaco para emprender la tarea de su vida: encontrar al asesino que le arrebató a su familia. Además de perder el respeto de la corporación, también logra que sobre él penda una sombra no solo de irresponsabilidad por no haber defendido a su familia, sino la sombra de la duda sobre si él fue quien las mató, porque estaba borracho cuando lo encontraron con los cuerpos de ambas.

¿Qué tal el arranque de esta que fue la primera novela de John Connolly, irlandés de nacimiento en 1968, publicada en 1999? Diecisiete novelas después, tan solo de Charlie Parker –porque ha escrito otras dos series novelescas, coordinó una antología, y publicó también una novela sobre Stan Laurel, el Flaco del dúo que formó con Oliver Hardy, el Gordo–, Connolly demuestra desde su opera prima que posee un estilo muy peculiar de relatar las historias de su detective: en primera persona, intercalando y registrando infinidad de detalles a través de sus ojos, a la vez que incorpora sus razonamientos y conjeturas sobre prácticamente todo. Con esto, vivimos dentro de la mente de Charlie, y lo acompañamos a todos lados, atestiguando desde lo cómico hasta lo grotesco, sin olvidar los testimonios de la maldad.

Pues bien, Connolly logra con Todo lo que muere no solo rodear de misterio la historia, con cierto dejo de lo sobrenatural, sino también nos presenta un Nuevo Orleans y el estado de Luisiana como no nos lo imaginamos aquellos que hemos sido deslumbrados por el misticismo y alegría asociados al Mardi Gras y el famoso French Quarter. Lejos de ser un paraíso donde los problemas no existen, Connolly lo presenta como un lugar donde personajes que rayan en lo fantástico, la maldad y las bestias humanas existen y conviven, lo cual necesariamente nos hace recordar a Anne Rice y sus historias vampíricas y de brujas, situadas también en esos lugares.

Charlie, convertido en un investigador privado, es contactado por un excompañero para que lo ayude a localizar a una muchacha que desapareció y cuyo fantasma, se dice, ha sido visto y escuchado en los pantanos de Luisiana. El asesino de su familia lo contacta ocasionalmente, para torturarlo mentalmente, acrecentando así el afán de venganza de Charlie. Con ayuda de su equipo –su psicóloga Rachel, de la que parece estarse enamorando, y sus amigos el ex boxeador Ángel y el matón Louis, que son pareja– emprenderán la tarea de localizar a la joven.

Asistimos entonces a las labores detectivescas para encontrar a la muchacha, nos adentramos en las sórdidas atmósferas del hampa, y nos enteramos de cómo se cobran las deudas entre esos criminales, con lujo de detalles. Al mismo tiempo, y eso es lo que más le aplaudo a Connolly, ese aire macabro, tenebroso y demoniaco permea por toda la historia, logrando efectivamente distraernos de los hechos, alimentando nuestra imaginación y nuestro gusto por las explicaciones sobrenaturales, hasta el desenlace, ante el cual es imposible sustraerse sin admirar cómo ató los cabos.

Sin duda, Todo lo que muere posee todos los elementos adecuados que han hecho famosos al personaje y al autor: humor, crudeza, y un agudo sentido de la descripción en la elaboración de ambientes, ante lo cual actuamos como insectos hacia la luz: queremos más. Qué gusto conocer a John Connolly y a Charlie Parker, e incorporarlos a mi librería. Ya seguiremos hablando sobre ellos.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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