Perspectiva: Tercera Llamada

By on mayo 29, 2015

“Los actores y bufones están aquí; el escenario está a oscuras y despejado.

Se levanta la cortina y nadie sabe con certeza la obra de quién estará representándose…”

If Everyone Was Listening, Supertramp

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Dentro de poco más de una semana acudiremos a las urnas a votar por nuevos diputados, alcalde y regidores. Las ofertas – muchas de ellas amañadas, porque aventar números y promesas sin decir cómo lo lograrán viene a ser un burdo engaño en el que caen aquellos que no investigan ni se informan – han sido numerosas y variadas, y será el 7 de junio cuando cosechen sus resultados los justamente vilipendiados partidos políticos y sus candidatos.

Ante la pobreza de las plataformas, la inmensa mayoría de nosotros se cuestiona sobre la futilidad de este ejercicio. No sé ustedes, pero a mí la sensación que me está quedando es la de que “hay que ir a votar por el menos malo”. Lo que me preocupa es que todos, sin excepción, son bastante malos, junto con los partidos que los cobijan.

Como en el mercado, hay de todo: advenedizos, “juniors”, dinosaurios e hijos de dinosaurios, ilustres desconocidos, personas con buenas intenciones pero con malos orientadores, personas con las más aviesas ideas y con peores asesores. En fin, el caso es que el hastío que causan, aunado al derroche de nuestro dinero en estas campañas sin sentido, no hace sino ahondar en el malestar. Y sin embargo, ni por un segundo he considerado dejar de ir a votar. Si no voy, entonces estaré perdiendo la oportunidad de expresar mi opinión sobre su oferta.

Me pregunto si en verdad estamos condenados a sufrir a estos malos mexicanos que solo buscan oportunidades para servirse. Me pregunto si Diógenes encontraría en México a un solo político y agrupación política digna de representarnos o, como dicen por ahí, “le robarían la lámpara”.

Observo que la moda para exigir a las autoridades que hagan algo sobre las múltiples necesidades de sus gobernados, o para atraer la atención sobre un tema en particular, son las manifestaciones, los bloqueos, la violencia. Peor sensación causa comprobar que todos esos profesionales de la violencia, que olvidan que su libertad de expresión finaliza cuando transgreden la libertad y derechos de los demás que no participan de su movimiento, obtienen atención inmediata, con lo cual se fomenta su perversa manera de actuar.

Y qué tal actúan los políticos electos: ¿Alguno de ustedes ha visto a alguno de los que han buscado nuestro voto cuando se presenta una catástrofe o un accidente mayor? ¿Alguno les ha acompañado en sus solicitudes de apoyo o gestionado alguna de sus solicitudes? ¿Cuántos senadores, diputados, y regidores electos vuelven a hacer el mismo recorrido que hicieron durante sus campañas, recogiendo y gestionando acciones de beneficio de sus representados?

Me pregunto si entonces estos mal llamados “representantes” (los diputados, senadores, regidores, alcaldes, etc., que solo representan sus propios intereses) del pueblo no debieran ser proactivos y ser ellos quienes se acerquen a preguntar con amplia frecuencia qué deben hacer por ayudarnos, en vez de que se tenga que ir a exigirles que nos escuchen. No es difícil si se tiene una verdadera vocación de servicio. Pero los políticos siempre han visto cómo ayudarse entre ellos y, como consecuencia, son los personajes más odiados en nuestra sociedad.

En este último párrafo habrán detectado que tengo muchos sueños guajiros, que estoy seguro muchos comparten conmigo, y que no pierdo la esperanza de que cambiemos las cosas para nuestro bien y el de nuestros hijos. No sucederá con estos que ahora piden nuestro voto, lamentablemente, pero me gusta pensar que estamos viendo la muerte de un sistema corrupto y viciado.

Me gusta pensar que siempre está más oscuro antes de que amanezca.

Me gusta pensar que los grandes cambios inician con las más pequeñas acciones.

Desde esta perspectiva, por eso voy a votar: porque deseo un cambio.

¿Qué tal ustedes?

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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