PERSEGUIR EL MITO III
Habrá que perseguir el mito dentro de nosotros,
el mito que nos hará despedazarnos.
RECONSTRUIRSE
Un hueso un poco de polvo una costilla
construir los pasadizos de la Muerte.
Muerte de muertes y cuerpos descarnados,
muerte pequeña dibujándose los muslos,
como en las cuevas de Altamira,
prehistórica unión de muerte amordazando los cabellos,
Así es tu rostro en las paredes
dos líneas curvadas de negro
y el rojo destino que secuestra las miradas
ADENTRO DE LA SOLEDAD EL CRUCIFIJO
Estás como la gran ramera de las profecías,
bajo las murallas de Jericó te reconstruyes
en el anuncio de la victoria equidistante de la hembra
costa simulada de otra Alejandría
víctima que no tiene contratiempos
victimaria en esta noche que lo cubre todo
Ella lo cubre todo
es la victoria de los odios y los sinsabores constantes,
del miedo y sus distancias
Bajo los higos
espera el calor de su llamada
¿victoria o cacería de serpientes?
¿cacería o seducción impuesta?
¿no has podido velar conmigo?
Todos callan,
desde el Sinaí hasta el Gólgota.
Callas y tu silencio me lame las heridas:
“Hijo he aquí a tu Madre” dices
abriéndome las piernas
ASTARTÉ NOS CERCA CON SU MANTO DE MURCIÉLAGOS
nos abre las heridas
y estamos ahí Reunidos
bajo el temblor de piernas
amaneciendo
como si no pasara nada
sólo la vida con ese diminuto trueno en que se anuncia
con ese dinamitado círculo de muerte en los tobillos.
nos toca el rostro y lo sabemos:
los mismos amaneceres nos victiman
ahí sobre esa vida que despierta,
es ella
con sus lunares trasnochados
y el abandono en la maleta
NO HUBO HELENA SECUESTRADA
no hubo Apocalipsis entonado en esta cítara
junto al océano que todo lo circunda
los ojos de Juan en la Isla de Patmos
su voz de soledad y polvo y montañas de agua en la mirada No
No al canto del adiós que nos victima
Antes del Diluvio éramos Nosotros
Yo o Aquel
Aquella o Ellos
que se han olvidado el uno al otro
se patean y se muerden las axilas
bajo los siete sellos de una nueva Troya
que les disimula el abandono
y la tristeza
de ser hijos de Dárdano
Asqueados de la tiranía se dedican a olvidarse los cabellos
quemar sus vestiduras en la hoguera
hartos ya de la sangre derramada en las calumnias
Todos de regreso hacia la orilla de su Patria
ser Ellos mismos Yo o Aquella
reconstruyendo sus propios escudos
TRAS LAS HOJAS DE PARRA
Ellas cintilan inocentes
caminan lento pudren el Árbol de la ciencia del bien y del mal
cuelgan sus frutos amargos
humeantes abandonan los ritos del agua por el ardor luminiscente
Yo como un espectador hundido en esta máscara
voy absorto por el genocidio al que me impulsan
Sobre la verde hierba a las orillas del Pisón
donde se transgrede el Imperio de tenerse
unas envueltas en las Otras
en las uvas rojas se consagran
Lo han sabido desde el nacimiento
son hienas en la cruz del espinazo
precipitado rocío afiebradas siempre se alejan
lentas humeantes
se abandonan
oscurecidas e inaugurales sobre los camastros
Adán Echeverría