Los Tres Viajes de Hércules

By on octubre 22, 2021

Si no hay perros en el cielo, cuando muera, quiero ir a donde fueron.

Will Rogers, Actor estadounidense

En 2017 se extravió Tyson, uno de nuestros perritos rescatados. En octubre de ese año me etiquetaron en una publicación de Facebook de un perrito parecido que habían resguardado. Contacté a la persona que lo había retenido y me comentó que el can era escapista y se fue. Todo esto en la colonia Chuburná, al norte de Mérida.

Meses después, a inicios de marzo de 2018, nos contactaron de nuevo por otro perro parecido a Tyson, esta vez en el Fraccionamiento Puerta Esmeralda, perteneciente a Kanasín, un municipio conurbado al oriente de Mérida. Tampoco era el perrito buscado, pero no pudimos dejar de auxiliarlo porque se encontraba en muy mal estado. Le llamamos HÉRCULES con la seguridad que recuperaría la fuerza y saldría adelante, como el héroe mitológico.

Días después, en la veterinaria donde lo atendían, revisando el aviso sobre Tyson, apareció la foto de aquella publicación de octubre y la sorpresa fue que ¡era HÉRCULES! El mismo perro solo que más desnutrido. Nuestro amigo estuvo en las calles al menos 5 o 6 meses, sufriendo hambre y sed, atravesando la ciudad sin que nadie le tendiera la mano. Ese fue su primer viaje conocido.

El caso es que HÉRCULES se recuperó, volvió a ser el perro fuerte e imponente, de ladrido grave que daba miedo, aunque en realidad era un perro muy cariñoso. Después de varios meses intentando buscarle hogar, éste llegó en la persona de Dagoberto Rendón, un buen amigo que ofreció darle al perrito el techo y el cariño que merecía. Desde entonces ambos serían familia.

Sin embargo, la vida le tenía preparado a HÉRCULES una aventura más. A pocos meses de haber sido adoptado, debió mudarse junto con su adoptante a un nuevo fraccionamiento. Fue en ese lugar que fue sustraído una mañana que su humano salió a trabajar.

Fueron un par de semanas de publicaciones en redes intentando dar con él. A través del Facebook nos enteramos de la aparición de un perro blanco, grande, en una colonia a varios kilómetros de distancia, cruzando el Anillo Periférico, una avenida por demás peligrosa de la ciudad.

¡Era HÉRCULES! Al parecer se había escapado de las personas que se lo habían llevado de su hogar, ya que tenía una cuerda alrededor del cuello. Ese fue su segundo viaje.

Después de eso, HÉRCULES llevó en general una tranquila y buena vida, hasta hace un par de meses que empezó con pérdida de pelo y problemas de la piel. Tras consultar a tres veterinarios, se llegó al diagnóstico correcto: era pénfigo canino, una enfermedad autoinmune que, entre otras cosas, ocasiona pérdida de pelo y llagas al destruirse las células epiteliales.

HÉRCULES empezó con baños semanales y tratamiento médico, además de curaciones dos veces por día, ya que a esas alturas presentaba lesiones importantes en sus patas delanteras y otras partes del cuerpo. Debió usar un collar isabelino durante más de dos meses para evitar que se lamiera las heridas, solo se le retiraba por instantes cuando debía comer. Era un caso difícil, pero nuestro amigo bien merecía que le ayudáramos a librar la batalla.

En la última semana tenía programada una biopsia, pero ya no hubo tiempo de hacerla: sus heridas ya eran muy profundas y se corría el riesgo de una infección, además del dolor que podría estar sintiendo. Por amor a él, solo quedaba programar su tercer viaje, el último, el viaje definitivo.

El adiós de HÉRCULES se programó para el día 21 de octubre de este 2021 por la mañana. Desde la noche anterior se le consintió, dándole de comer su croqueta favorita y retirándole el collar isabelino para que pudiera pasar el último sueño dentro de la casita que tanto le gustaba. Ya no importaba si se lastimaba un poco más las patas.

Por la mañana desayunó salchichas, una de sus comidas favoritas, junto con croquetas y alimento en sobre. Dimos un último paseo por el vecindario, dejando su marca por donde pasaba, como intentando que su olor se quedara impregnado por mucho tiempo para que se supiera que él estuvo ahí.

Ya en la veterinaria, HÉRCULES se durmió acompañado por Dagoberto y el que esto escribe, su familia. Fue un adiós difícil, ya que fue un gran compañero de vida.

Nunca supimos su edad exacta, ni lo que había sido de él hasta antes de ese viaje entre los meses de octubre y marzo.

No era necesario: nos quedamos con esos poco más de tres años que estuvo en nuestras vidas.

En realidad, HÉRCULES hará un viaje más. Será cuando regrese a casa de Dagoberto en una pequeña urna para seguirle acompañando, hasta que ellos así lo decidan.

Carlos M. Vivas Robertos

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