Letras
Jorge Pacheco Zavala
Había leído la historia al menos un par de veces. Le parecía inconcebible lo ocurrido en aquel reino lejano.
A pesar de todo, se ocupó de encontrar y burlar a las dos hermanastras.
Con un temor oculto avanzó determinada, bajo la amenaza de la madrastra apostada en el gran ventanal.
Aun conociendo el cuento, asistió a la fiesta del rey.
Aun así, bailó con el príncipe toda la noche, sin darse cuenta de que el día nuevo estaba por comenzar.
Entonces se descubrió sumergida. Todo seguía igual: su pelo, su vestido, su tocado, su impecable maquillaje, sus zapatillas…
No daba crédito al fallo de la advertencia del Hada Madrina.
Sin embargo, cuando se detuvo a mirar al príncipe, sus ojos se crisparon al descubrir que se trataba de un pobre mendigo, muerto de hambre.
Entonces entendió que no tenía sentido seguir con la farsa…
Se quitó las zapatillas y las arrojó a la calle donde el cristal se hizo añicos, lo mismo que sus sueños…
Mismo cuento, final inesperado, felicidades!