Tadea y don Chonito

By on diciembre 5, 2019

Introducción

Raúl Morales Góngora (*)

NUEVO LAREDO, TADEA Y DON CHONITO

Nuevo Laredo era una ciudad pequeña adosada al río Bravo, un puñado de casas de madera ubicadas cada una en un enorme solar.

Veranos ardientes, inviernos fríos y el río Bravo, la constante atracción del lugar; mañanas de escuela y tardes en busca de la sombra de aquel árbol que creció en el solar que rodeaba mi hogar.

Nuestra casa no era muy distinta de las otras, aunque había una palmera cuyas hojas barrían el techo de zinc.

Tadea era la encargada de cuidarnos. Nos preparaba la comida y, en ciertas ocasiones, dormía en casa. Esas noches eran de cuentos de espantos. Pasaba el tiempo dentro de la casa y, algunas tardes de invierno, nos acompañaba a encender una fogata en el patio.

Don Chonito tenía un carretón que jalaba una mula vieja. Pertenecía al mundo exterior. Nos sentábamos con él bajo la sombra de un mezquite y, mientras él comía una naranja amarga, nosotros, atentos a su voz, esperábamos el comienzo de un cuento.

Tadea y don Chonito no se agradaban pero, para mí, fueron los personajes oníricos de mi infancia.

 

* Raúl Morales Góngora ha publicado sus escritos principalmente en España, lugar donde vive desde hace quince años. Escribe, nos platica, con el corazón puesto en México.

Nos ha enviado una serie de narraciones inspiradas en la frontera de México con los EE.UU., región en la que pasó su niñez, con dos personajes protagonistas: Tadea y don Chonito.

A partir de esta semana, Diario del Sureste tendrá el gusto de presentar a sus lectores la saga de Tadea y don Chonito, en entregas semanales, con nuestra bienvenida y agradecimiento a Raúl.

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