Sucedió en Monterrey

By on enero 26, 2017

Perspectiva

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Sucedió en Monterrey

“Papi nunca prodigaba afecto,

y el niño era algo que mamá no podía vestir…”

Jeremy, Pearl Jam

En el orden natural de las cosas, se espera que seamos nosotros los padres quienes nos despidamos primero de esta travesía llamada Vida, y que posteriormente lo hagan nuestros hijos. He visto padres en los cuales este orden no se cumple, y el dolor que transpiran les acompaña durante mucho tiempo y, en algunos casos, nunca desaparece.

Con lo sucedido en el Colegio Americano en Monterrey la semana pasada, ese orden fue trastocado por un joven a quien muchos han juzgado severamente, sin saber completamente la historia y los motivos que lo llevaron a actuar de esa manera. Su accionar vino, además, a llenar de desasosiego a nuestras familias porque ¿acaso no podría suceder nuevamente, en cualquier otro lugar del país, en cualquier momento?

Con los elementos que han aparecido alrededor del lamentable hecho, se ha vislumbrado un mundo al que los padres no teníamos acceso, tal vez un poco por desidia y otro poco por desinterés, en el que los niños y jóvenes de hoy están altamente influenciados por culturas y ejemplos negativos que toman de donde abrevan la mayoría de los llamados Millenials: las redes sociales. Términos como la Legión Holk, y otras palabras de la jerigonza con la que se comunican sus integrantes fueron hechos de nuestro conocimiento, gracias a que el jovencito avisó sus intenciones desde el día anterior, con lo cual pudimos adentrarnos levemente al mundo en el que se vivía.

Como en la canción Jeremy de Pearl Jam, a su vez basada en un caso que impresionó a su cantante Eddie Vedder dándole motivos para escribirla, el muchachito regiomontano “habló en clases”, y nos ha robado la tranquilidad. Sin embargo, también es necesario decir que esta situación nos ha dado la oportunidad de revisar la atención que damos a nuestros hijos cuando los mandamos a la escuela, o al menos eso es lo que se esperaría. ¿Cuántos de nosotros revisamos el contenido de la mochila escolar que se llevan todos los días, cuántos revisamos su progreso escolar, o revisamos sus tareas?

Mucho se ha hablado de la educación que damos a nuestros hijos en casa, y en los últimos tiempos se habla cada vez más de la “ausencia” de esa educación.

Pareciera que hemos delegado la responsabilidad de educarlos para convertirlos en buenos ciudadanos, buenos compañeros, buenos amigos, en sus maestros, cuando esa labor nos corresponde por completo a nosotros, que somos sus padres; cuando a la escuela tan solo acuden para adquirir un barniz de conocimientos que les sirva de base para lo que después será su ocupación.

Pareciera que en estos días nos cuesta mucho trabajo informarnos de cómo les va en la Vida a nuestros hijos, sostener una conversación con ellos, informarnos de sus amistades, de sus aficiones, de convivir con ellos. Estamos siempre muy “ocupados” para hacerlo y, entonces, ellos optan por “refugiarse” en cualquier cosa/ente que les preste atención; aunque se trate de caricias negativas, siguen siendo caricias las que recibe en estos lugares y con estas personas.

Lo que sucedió en Monterrey ya sabíamos que sucedía allende nuestras fronteras. Matanzas como la de Columbine, y las ocurridas en varias universidades norteamericanas, parecían tan lejanas hasta la semana pasada. Ya no, y nos toca entonces ser preventivos y aprender lo que sea necesario de esa experiencia, aplicando la prevención, acercándonos a nuestros hijos.

Desde esta perspectiva, es involucrándonos con nuestros hijos, recuperando esa comunicación con ellos, la mejor manera de prevenir que aciagos días como el de la semana pasada se repitan. ¿No le parece?

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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