Para mí, Spider-Man siempre representó el amigo imaginario que todos queremos tener de niños. Se convirtió en mi superhéroe favorito porque siempre me resultó el más parecido a nosotros, cuando aún muy jóvenes apenas vamos descubriendo nuestro lugar en el mundo. La vulnerabilidad de Peter Parker, su transición de joven nerd a superhéroe, nos atrapó a miles de fanáticos en todo el mundo. Compartimos con él sus aventuras, sus alegrías, su disparatado carácter, el retorcido humor que surge espontáneo cuando enfrenta a enemigos temibles, sus tristezas, con todo aquello nos sentíamos identificados.
Al ser un personaje tan peculiar, rodeado de un elenco de protagonistas secundarios bien estructurados, además de una galería interesante de villanos, se convirtió en un fenómeno mundial, lo que por supuesto me llevó a coleccionar sus historietas. Hasta donde recuerdo, el cómic de Spider-Man llegó a nuestro país en la década de los sesentas, siendo una publicación de Editorial La Prensa.
La demanda propició que la revista pasara de mensual a quincenal. Los que coleccioné los adquirí en la década de los setenta, cuando ahora la editaba la Organización Editorial de Publicaciones S.A. (OEPISA), a través de su división de historietas MACC. No sabía en ese tiempo que intercalaban historias del arácnido escritas en los Estados Unidos con otras hechas en México. Incluso apareció Arañita, que realizaba José Luis Durán con historias dirigidas al público infantil, que recuerdo mi mamá me compraba cuando aceptaba acompañarla a misa.
Ya mayor, encontré en el mercado Lucas de Gálvez, de la ciudad de Mérida, un lugar donde remataban libros y revistas antiguas. Ahí pude adquirir cómics de Spider-Man de la década de los 60s, cuando los editaba La Prensa.
Iniciando la década de los 80 dejé de comprar cómics de Los 4 Fantásticos, Los Vengadores, los Hombres X y Diabólico, pero mantuve mi colección de Spidey que ahora en México era editada por Novedades Editores.
Continué cuando, en 1994, los derechos llegaron a Editorial Vid. Mención aparte merecen los dos crossovers realizados por DC comics y Marvel Comics, uniendo a Superman y Spider-Man en emocionantes aventuras.
Recuerdo la emoción que sentí al ver por primera vez en el cine a mi superhéroe favorito, en aquella cutre película de 1977 ‘The Amazing Spider-Man’, protagonizada por Nicholas Hammond, realizada para la TV de los Estados Unidos, pero que en México se estrenó en la gran pantalla. A la capital yucateca llegaron también su secuela ‘Spider-Man Strikes Back’ (1978) y luego ‘Spider-Man: The Dragon Challenge’ (1979), y ‘Spider-Man en Hong Kong’ (1981). Fue muchísimos años después que me enteré que el contenido de esas películas eran capítulos de la serie de TV que se transmitió de 1977 a 1979. Las tres son malas y pobres en efectos, pero las recuerdo con afecto, pues siendo niño me resultaban emocionantes.
Una crisis financiera me obligó a vender mi colección, algo que aún lamento. Pero a la vez agradezco a mi amigo Peter Parker, ya que mi conexión con él permitió que reuniera aquellos cómics que ahora me ayudan en momentos complicados.
El impacto causado por ‘Spider-Man’ de Sam Raimi (2002), vino a confirmar la popularidad que el arácnido siempre ha gozado, lo que permitió la producción de ‘Spider-Man 2’ (2004) y ‘Spider-Man 3’ (2007), con Tobey Maguire, así como ‘The Amazing Spider-Man’ (2012) y su secuela del 2014, dirigidas por Marc Webb, con Andrew Garfield como Peter, más el reinicio con Tom Holland en ‘Spider-Man Homecoming’ (2017), ‘Spider-Man: Far From Home’ (2019) y la esperada ‘Spider-Man No Way Home’ que apenas se estrenó en este diciembre de 2021.
Los cómics de Spider-Man se venden ahora más que nunca, siguen surgiendo juegos de video, se habla de un próximo spiderverse, series, cameos, y muchas cosas más que permiten considerar que en el futuro la telaraña continuará sólida.
RICARDO PAT
