Pibil y El Extraño Ser del Pozo

By on febrero 23, 2017

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PIBIL y El Extraño Ser del Pozo

Pibil, el ‘Defensor de los Angustiados’, acude en auxilio de una familia amenazada por un siniestro personaje.

Durante mi vigilancia nocturna, me enteré de que una vecina de la colonia San Antonio Xluch necesitaba ayuda. Al parecer, padecía el acoso de un fantasma o alguna especie de ser siniestro, la información no era clara. Al día siguiente Isidro Pech o, mejor dicho, Pibil acudió a su llamado.

Doña Gertrudis era una valiente ama de casa, madre de dos hijos pequeños cuyo marido trabajaba en un pozo petrolero, por lo que se ausentaba por meses.

Ella se hacía cargo de su madre y los chamacos tras la separación de su papá hacía ya tres años. Aseguraba que desde hacía 2 semanas escuchaban una voz extraña proveniente del pozo. Afirmaba que los sonidos eran extraños y emitidos con coraje, ya que incluso se oían lo que parecían ser insultos.

El pozo se ubicaba en el fondo del patio de aquella casa que contaba con 12 metros de frente y 20 de fondo. Tras asegurarme de que la soga principal estuviese muy bien amarrada, descendí los 8 metros de fondo hasta tocar el agua y no encontré nada anormal, por lo que regresé a la superficie a notificar a la dueña.

 Ella insistió que estaba segura (como toda la familia) de haber escuchado aquella siniestra voz. Comencé a tratar de explicar mi teoría sobre los ecos cuando un grito claro y potente nos hizo voltear a ambos.

Allá, saliendo del pozo, estaba el causante de los lamentos: ¡había utilizado la soga que ahí dejé, utilizándola para subir!

Sobreponiéndome al susto, me dirigí hacía el ser para detener su avance, pero me detuve cuando doña Gertrudis gritó: ¡Es mi papá!

Resultó que el señor llegó una noche muy borracho y, como no había nadie en casa, se cayó al pozo, hundiéndose hasta encontrar unas cavernas y cenotes interconectados, donde había deambulado esos tres años, comiendo raíces y peces.

Fue un alivio no tener que enfrentar a ningún ser de ultratumba y, en cambio, ver de nuevo reunida a una familia.

La moraleja de esta historia es la siguiente: si van a tomar no se excedan; si lo hacen, procuren no acercarse en ese estado al brocal de un pozo.

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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