Pensamiento”, Historia de una Canción (2021)

By on julio 15, 2021

Rafael Gómez “Teofilito”, trovador spirituano que compuso “Pensamiento”, una de las canciones que dio pie a la trova yucateca, junto a “Mujer perjura” y “En el tronco de un árbol”, cuyo título original es “¿Y tú que has hecho?, de Eusebio Delfín. Archivo AHGA.

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

Aunque este tema ya lo toqué en ensayos sobre la trova yucateca, y se publicó anteriormente en Diario del Sureste, he actualizado su contenido por ser una de las canciones que nos dejaron huella y la consideramos yucateca.

En mi entretenimiento como investigador, creador de letras y de algunas líneas melódicas, he sentido siempre la motivación hacia la cultura popular cubana, colombiana, argentina, puertorriqueña y la de nuestro país, y con ellas siempre he mantenido un contacto directo.

Vivir ese atractivo, rico y complejo mundo sonoro de las polirritmias y poli-timbres percusivos, de cantos puros y mestizados, de voces de colores sonoros típicos, ásperos, brillantes y hasta “latosos”; ese sincretismo musical “acumulado”, ha dado la influencia para incursionar una vez más en alguna variante del tema del género trovero.

Esta relación viva con la música folclórica y popular tanto en México, como en las Antillas, en especial Puerto Rico, Santo Domingo, Jamaica y Cuba, me ha dado la posibilidad de hurgar entre partichelas y profundizar en el estudio de la música trovadoresca y bailable que se da en estas naciones.

El propósito fundamental de este artículo es abordar otras aristas desde perspectivas diferentes que hicieron que la Trova de Yucatán a nivel Peninsular –Yucatán, Campeche y Quintana roo- , se nutriera de las raíces de un romancero poético musical y suscribiera el propio tomando lo mejor de esa esencia rítmica.

En contraste con la foto anterior, Rafael Gómez “Teofilito”, en su juventud, cuando compuso «Pensamiento» en Sancti Spíritus, del centro de la Isla de Cuba. Archivo AHGA.

Establecer los nexos que nos vinculan con géneros universales resulta insoslayable si se pretende profundizar en la problemática de extraordinaria riqueza y complejidad que abarcan, especialmente en el caso del bolero o del bambuco, lo más popular de la cancionística que ha engendrado Cuba y Colombia y que llega a una fusión transcultural a México vía puerto Progreso.

Al mismo tiempo buscaremos descubrir mediante el análisis comparativo, los factores de diversa índole –sociales, culturales y técnico musicales- que han incidido en su vigencia, desarrollo y perdurabilidad en el gusto de los contemporáneos, en cada una de las épocas por las que han transitado.

El estudio de las investigaciones sobre estos temas abarca diferentes aspectos, entre los que sobresalen: el historiográfico, el sociológico, el biográfico, el análisis literario –con un peso muy importante en la recopilación de textos que tienden a la conformación de cancioneros- , la compilación de partituras, las entrevistas a autores, compositores, cantantes de género, el anecdótico, el cronológico gráfico a través de fotos y breves reseñas, y diversos análisis musicológicos.

“Caminar Cuba”, como dijera Eusebio Leal –historiador de la ciudad de La Habana– necesitaba de un preámbulo para llegar a Ustedes a visitar la bella Provincia Central de Sancti Spíritus, y de mis experiencias en sus festivales trieros y su simposium cultural paralelo en una fraternidad inolvidable.

Escultura del bardo y músico Rafael Gómez, que conquistó con su trova. Archivo AHGA.

Me viene a la mente el desaparecido trío “Los Villa” de Robertico Jiménez, el trío “Pensamiento” y su ya fallecido integrante que sólo conocí por “Mantecado”; mis pláticas tertulias literarias con la poetisa Mina Oliveros, la gimnasta Blanca Taragona, el Dr. Villa y su amable esposa Laritza López Santillana; Tony Díaz, el mejor paisajista de las techumbres rojas de las tejas francesas y sevillanas que cubren la población del Yayabo de quien tengo un cuadro que me obsequió sobre las techumbres spirituanas Enrique Rodríguez, que me nutrió de historia, así como muchas personas más que dan lustre a la cultura tanto espirituana como trinitaria.

Así, en un duelo verbal de querencia caribe con Josefina Inclán –escritora cubana que se desempeña en el “Diario de las Américas” en una descarga literaria musical en el hogar de Julio Llanes, representante provincial de la UNEAC, abordamos la temática de la trova y de la “Historia de una Canción”, que nace en esa ciudad espirituana, que forma parte del romancero popular yucateco y que nuestros trovadores consideran como música vernácula; me refiero a “Pensamiento” que dio título a este conversatorio, melodía que escuchaba de niño cantar a mi madre acompañada de su piano o para arrullar a alguna de mis hermanas. Nos daremos a la tarea de reconstruir esa historia que da vida a una de las más hermosas melodías espirituanas que llevan mi estro a rememorar mis gratas estancias al centro de la Antilla Mayor.

Vista aérea de los techos rojos de teja, en la Ciudad de Yayabo, Sancti Spíritus, Cuba. Archivo AHGA.

Nuestra América ofrece toda ella un mapa de enorme interés que enfrenta el viajero que la recorre y al que no la recorre, pero identifica los países que la integran con escuchar sus ritmos distintivos. Me refiero a su rico y variadísimo mapa musical.

Cuba –isla fecunda de compositores de renombre universal y trovadores populares de feliz inspiración- ha contribuido en gran parte a ese mapa de raíces melódicas. Muchas de sus canciones traspasaron las fronteras isleñas y por su duración en el pentagrama del tiempo pueden considerarse como Clásicas de América.

El nacimiento de una gran canción cubana, de su historia y de su creador, dan pie a este ensayo.

            Ocurrió que en un lugar pueblerino de la central provincia de Las Villas se celebraba, allá por el año de 1915, una fiesta en honor a una hermosa dama joven que cumplía dieciséis años, edad que –allí y por virtud del trópico– ofrece la belleza en la mujer, a punto casi de plenitud.

Dos trovadores notables en la zona de Sancti Spíritus fueron al festejo que tenía lugar en pleno campo, en la finca Santa Ana, y que había comenzado en horas mañaneras. Mientras rasgaban las afinadas cuerdas de sus guitarras, con sus voces acopladas deleitaban estos dos músicos.

¿Quién no conocía en la región a Rafael Gómez Mayea y a Macario? Los mozos espirituanos reafirmaban allí su fama de buenos trovadores, en una región donde no escaseaban, pues Sancti Spìritus es notable en la Isla por ser una villa de trovadores.  La trova es parte viva de su alma.

Rafael Gómez con sus hermanos, Bernardo y Miguel, eran conocidos como  por “Los Teofilitos”, apodo que les venía por ser hijos de Teófilo Gómez, un humilde zapatero que reunía en su local de trabajo, cantadores y guitarras y que enseñó a sus hijos a tocar los instrumentos que él conocía, la guitarra y el acordeón.  De los tres, el que llegó a distinguirse en la música y dedicar por entero su vida a ella fue Rafael. A su amigo Macario –Alejandro Macario Díaz– se le tenía como una de las mejores voces primas del momento. No era pues de extrañar que en los festejos de gente distinguida o en los populares, reclamaran la presencia de los dos trovadores.

La jovencita que celebraba su cumpleaños esa tarde era Rosa María Ordaz. Se deleitaba, como buena criolla, escuchando a “Teofilito” y a Macario, y estos parecían no cansarse ni agotar su repertorio.

La animación no decaía. Marcó sus horas el atardecer concentrando olores de frutas y flores. Los músicos y cantantes apenas descansaban.  De pronto, a alguien se le ocurrió un incentivo más, entre los muchos que animaban el sarao: improvisar un juego de prendas.  Al proponerlo, no previó el ocurrente ninguna consecuencia inusitada.  Sin embargo, algo estaba por suceder.

Las muchachas esconderían su identidad bajo el nombre de flores que guardarían en secreto y que los mozos, por ciertos indicios debían adivinar.

Así las cosas, la chica festejada escogió para escudarse no en el nombre de una flor. Pensó en muchas y decidió llamarse con el aroma de ellas: “Fragancia”.

Comenzó el juego. Nunca acertaban; otros menos afortunados, perdían, teniendo que pagar el castigo que le impusieran y que sería dar alguna muestra de sus habilidades en el arte.

Pasado el tiempo, recordaría Teofilito: “Se bailaba, se hacían cuentos, controversias poéticas… Primero vino un juego de poesía: a las mujeres les pusieron nombres de flores y a los hombres un número. Yo era el número 10 y tenía que adivinar, de acuerdo con una descripción del que animaba el juego, cual era la muchacha que tenía el número que a mí me había entregado.«

Atento se prestó a escuchar la pista orientadora que le daban: “Se trata de un señor que estaba en Venecia y una muchacha se le acercó para darle a escoger unas flores”. Y para más ayuda le decían.

 

“Oye bien cómo se llama,                          

muy elegante y muy bella,

acércate bien a ella

 y llámala por Fragancia”

 

Buscaba el músico con la mirada entre las bellas del lugar, tratando de adivinar cuál de ellas era Fragancia, cuando de pronto se encontró con la mirada de Rosa María. La homenajeada, disimuladamente, le indicó que Fragancia era ella.  No había querido que él perdiera y Rosa María, a quien otros cantores en la fiesta le habían regalado décimas que improvisaban en su honor o le habían dedicado canciones, le pidió una a Teofilito. Este parecía haber enmudecido. No había perdido en el juego y, sin embargo, ante los ojos de la chiquilla parecía un perdedor.  Se disculpó como pudo, tratando de justificar su falta de habilidad ante la que era toda una inspiración.

Rosa María –aún con la vanidad de su amor propio- contrariada, no se desanimó.  Fue en busca de unas frutas para ofrecer a los cantantes.  Coquetonamente le dio una manzana a Macario y unas uvas a Teofilito, al tiempo que le decía: “Ya veo que no le inspiro ni un sentimiento. Toma estas uvas y piense en mí, aunque yo no voy a pensar en Usted.”

Al oírla, la sensibilidad tensa del músico vibró. Sin saberlo, le había dado ella el pie de una motivadora frase musical. Ya con sorprendente facilidad, en ésta se apoyarían otras.  En pocos momentos y en un apunte escribió las notas musicales de una melodía que le nacía, incontenible.

Toma la guitarra y al tiempo que vibraban bajo sus dedos diestros las cuerdas, se le oyó cantar una bella canción, una criolla cubanísima de aire reposado que acababa de improvisar:

Pensamiento,

 dile a Fragancia que yo la quiero,                      

que no la puedo olvidar,

que ella vive en mi alma,

anda y dile así,

dile que pienso en ella

aunque no piense en mí.

Anda, pensamiento mío             

dile que yo la venero,

dile que por ella muero

anda y dile así.

dile que pienso en ella

aunque no piense en mí”

 Las pupilas negras de Rosa María Ordaz resplandecían, ahora sin enojo. Las estrellas asistían como testigos de luz al nacimiento de la canción, en tanto la brisa tropical mecía el penacho de las palmas que parecían acompasar la música.  Acababa de nacer –para ya no morir- “Pensamiento”.

            De la romántica y cubana canción, escribió al autor, al amigo y coterráneo comandante Grajate el 4 de junio de 1963: “…Y de Pensamiento te diré ahora, que fue escrita por mí entre seis y siete de la tarde del día 9 de junio de 1915 y cantada por primera vez esa misma noche entre ocho y media y nueve, entre Alejandro Díaz y yo, allí mismo, a un metro de distancia de aquella bellísima muchacha que cumplía 16 años ese mismo día, en una fiesta de campo, cosa esta que no olvidaré jamás.

            Su propio autor desmiente lo que se creyó durante mucho tiempo: que fue escrita en 1918.  Lo que ocurrió fue que Sánchez de Fuentes grabó en La Habana, un disco para la “RCA Víctor” que por una de sus caras llevaba una canción suya y por el otro “Pensamiento”.  Por error de impresión, en el sello ambas aparecían como canciones de Sánchez de Fuentes, que en realidad fue el arreglista y la dio a conocer tres años después de nacida, en 1918.

         Del álbum que conserva Grajate, con cartas y datos de Teofilito, se destaca una línea: “Pensamiento, que por errores involuntarios aparece de la pertenencia de varios autores, es una obra mía. No importa que en el disco aparezca Sánchez de Fuentes.  Lo cierto es que ese eminente músico cubano, jamás dijo que esa canción era suya.  Él la puso en disco por primera vez, yo conservo el disco y cantan Rita Montaner y el Tenor Eusebio Delfín, y al respaldo de “Pensamiento”, puso una suya: “Vivir sin tus caricias”, así es el título, una canción bellísima y muy superior a la mía, pero de estilo distinto, y esto de estilo es algo que debería tenerse en cuenta cada vez que flota en el ambiente algo similar… ya que cada autor tiene su estilo peculiar”.

            La modestia del músico pueblerino le hace escribir: “…Lo que sucede con esta canción es lo mismo que ha sucedido con otras: el público se encargó de popularizarlas por cuenta propia y esta corrió como se dice vulgarmente `de mano en mano´, hasta que llegó a oídos de algunos de esos buenos maestros y la tomaron, convirtiéndose en sus propulsores, haciéndome así un gran honor”.

            En cuanto a Rafael Gómez Mayea, “Teofilito”, el músico trovador que desde comienzos del siglo deleitó a los espirituanos, diremos que escribía su propia música, tocaba el clarinete, la guitarra, el contrabajo, el acordeón y el timbal; fue, durante 20 años, profesor de la Banda de Música de Sancti Spíritus y director de uno de los más famosos coros de la región, el Coro de “Claves de Jesús María”.

            El músico Bohemio, de entraña popular, quiso que lo despidieran de la vida al compás de un coro de claves espirituanas y dejó escrita una para su funeral.

Se respetó la voluntad del músico.  A su muerte y antes de partir el cortejo con sus restos, el Coro de Claves de Jesús María complació al maestro.  La voz guía rompió el silencio cantando la primera estrofa.  El coro respondió, elevando las suyas que hicieron eco de los compases típicos de aquella clave, que significativamente había el titulado “El Director”.

            Después, el pueblo todo de Sancti Spíritus, silenciosamente, lo llevó al camposanto. En el aire de su terruño y en el corazón de todos se imponía el recuerdo de una canción que pecho adentro pugnaba por cantarse, y antes de darle sepultura, la paz solemne del cementerio de la villa se estremeció al escuchar que cientos de voces que cantaban, su canción inmortal, aquella que en plena campiña –hacía 56 años- le había inspirado una bella criolla: “Pensamiento”.

            Hasta aquí este escrito. Donde mi estro mientras tundo teclas me trasladaba a la ciudad del Yayabo, visualicé Las Villas, donde mi amigo Armando Días añora descansar cerca de Sagua, La Grande.

Descarga musical en Día de las Defensas Revolucionarias. – CDR – en las calles spirituanas de la ciudad del Yayabo. Sancti Spíritus, Cuba. Foto: Hiram García.

Armando (2014) falleció en esta ciudad de Mérida, donde vivió más de quince años y a quién dedico estas letras; mis recuerdos aromáticos de la “Caldosa” que degusté en varias ocasiones en las celebraciones de los CDR (Comités de Defensa Revolucionaria”) en la calle de Isabel de Valdivia, entre Onza y Cabí, donde la gracia de Raúl Palmeiro cantando Sucu-sucu, acompañado de las guitarras de Los Villa, haciendo las delicias de las familias que ahí se reúnen, casi todas ellas familiares de los tríos que participan en las galas del encuentro trovadoresco triero nacional tradicional; donde el tiempo se ha quedado estático bajo el rojo de sus techumbres de teja y flota en el ambiente el susurro musical de “Pensamiento, dile a Fragancia que yo la quiero, que no la puedo olvidar…»

Bibliografía

  • El Bolero en la Música Bailable. Dr. José Loyola Fernández. La Habana, Cuba.
  • La Música Popular en Cuba. Ensayo. Julio Llanes. Sancti Spiritus, Cuba.
  • Bolero, Danzón y Bambuco, géneros musicales con vigencia en la Península de Yucatán. Ensayo. Hiram García.

 

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