Peleas de Perros – Dueños Maltratadores por Lucro

By on marzo 16, 2017

Peleas de Perros – Dueños Maltratadores por Lucro

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Desde el punto de vista del bienestar animal, las peleas de perros son la causa más seria de abuso animal, no sólo por la violencia de la que hacen muestra los animales durante el combate, sino también porque los animales resultan malheridos y pierden frecuentemente la vida.

En ocasiones, la lucha entre animales no es igualitaria: animales más débiles son utilizados únicamente para probar el instinto de lucha de un perro con fuertes características físicas.

Las peleas de perros son una práctica ilegal que se realiza de forma encubierta en muchas ciudades. Estas peleas suelen ser organizadas por gente sin escrúpulos, desequilibrados mentales, y por gente muy acomplejada que necesita sentirse «grande» de alguna manera, y no les importa sacrificar sus perros en el intento e, incluso, adiestran a sus animales para la lucha, sabiendo que van a morir en ella, organizando espectáculos clandestinos cuya única finalidad es lucrar con el sufrimiento del animal.

Los perros para pelea son cruelmente “entrenados”, obligándolos a correr durante mucho tiempo, o a permanecer colgados de las mandíbulas.

Los perros para pelea son cruelmente “entrenados”, obligándolos a correr durante mucho tiempo, o a permanecer colgados de las mandíbulas.

El perro, generalmente de conducta noble, es maltratado para que odie al mundo. Se le adiestra para matar.  Como entrenamiento, se le ata a un coche y se le obliga a correr con el fin de que fortalezca las piernas; se le hace la noria, consistente en perseguir un cacho de carne que gira en círculo; o la goma, método con el que el perro salta y se queda en vilo, mordiendo un objeto y girando sobre sí mismo en el aire para reforzar la mandíbula, lo anterior con la finalidad de atacar los puntos débiles del rival: las patas y el hocico. Las «técnicas» de adiestramiento son de lo más cruel y abusivas: dejan a los animales horas colgados de una cuerda por sus propios dientes, les hacen correr en una cinta andadora horas y horas para desarrollar su musculatura, reciben descargas eléctricas en el ano para desatar su agresividad antes de los entrenamientos y peleas, etc.

Estos perros se convierten en animales agresivos, imprevisibles, inestables, desequilibrados, con los nervios a flor de piel. En muchas ocasiones, acaban volviéndose contra sus propios dueños.

Los animales utilizados para entrenarlos son mascotas robadas frecuentemente; esto se hace para que un perro que está comenzando a ser entrenado no sufra daños al enfrentarse a perros que ya están completamente desarrollados, y así poder completar el entrenamiento. Para fomentar el instinto asesino, los entrenadores utilizan cachorros, gatos y otros animales pequeños como carnada. Estos animales pequeños son inmovilizados, y los perros que anteriormente fueron castigados y privados de alimento los matan.

Lo más común es que mascotas robadas sean las que sirvan de cebo de entrenamiento, ya que no podrán defenderse, pero acostumbrarán al perro peleador a la sangre y a matar.

Lo más común es que mascotas robadas sean las que sirvan de cebo de entrenamiento, ya que no podrán defenderse, pero acostumbrarán al perro peleador a la sangre y a matar.

Sin alimento, a oscuras, golpeados y drogados, los perros comienzan a ser entrenados a los tres meses de vida, alcanzando la madurez para la pelea a los dos años. En palabras de quienes se dedican a este delito: «lo mejor es hacerles pasar mucha sed y no darles agua, así sangran menos cuando los enganchan». Si el can no es despedazado, sus heridas, como navajazos humanos, serán cosidas en vivo.

Algunos estudios han sacado en conclusión que, cuanto más sufre el perro, más resistente llega a ser y, por tanto, mejor luchador. Esta idea, y el tratamiento forzado que sufren los perros están en claro contraste con los valores públicos que prevalecen en muchas sociedades modernas.

Son verdaderamente atroces las heridas que un perro de pelea puede sufrir, siendo tan graves que sus “dueños” deciden no curarlo y en consecuencia, abandonarlo o matarlo.

Son verdaderamente atroces las heridas que un perro de pelea puede sufrir, siendo tan graves que sus “dueños” deciden no curarlo y en consecuencia, abandonarlo o matarlo.

Además del tratamiento que un perro recibe cuando tiene potencial como luchador, y las propias luchas, cuando estos perros se consideran que ya no valen para los encuentros acaban siendo abandonados, estrangulados, tiroteados o electrocutados.

Durante muchos años, incluso después de estar fuera de la ley, las luchas de perros han sido consideradas una actividad aislada dentro del bienestar animal y fueron ignoradas, negadas o desatendidas por las agencias de la aplicación de la ley.

Las autoridades, como la policía, se muestran aterradas constantemente por las atrocidades que encuentran antes, durante y después del combate. Además, la influencia de estas atrocidades da lugar a que los niños que viven en estas zonas, generalmente marginales, se vean expuestos a la violencia y acaben viendo estos enfrentamientos como algo normal y que hay que perpetuar dentro de su comunidad.

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La mejor forma de frenar este maltrato es Denunciar. No podemos permitir que esto se siga produciendo bajo la clandestinidad y la anuencia de nuestras autoridades. El maltrato animal en nuestro estado ya es un Delito; el desconocimiento de la ley no es justificación para no aplicarla, por lo cual no se puede, ni se debe permitir este tipo de espectáculos por demás violentos y denigrantes para el ser humano.

Dra. Carmen Báez

Presidenta

El Muro Mérida A.C.

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