Maxcanú y el Tren Maya

By on agosto 20, 2020

César Ramón González Rosado

Por nota periodística me informo de la demolición de la antigua estación de ferrocarril en Maxcanú, que fuera paso del Ferrocarril del Sureste, inaugurado por el Presidente de la República Miguel Alemán Valdéz, en el año de 1950.

Y también del duelo de mi hija Rosi por tan infausto acontecimiento, cobijado por comentarios de protesta de sus seguidores en una de las importantes redes sociales.

“¿Por qué el INAH y el INBA habían autorizado tal acto que atentaba en contra de la cultura, tratándose de un edificio histórico del Ferrocarril del Sureste en Yucatán?” se preguntaba.

A fin de cuentas, y gracias a aclaraciones posteriores, resultó que la estación, entonces mal construida y con cimientos endebles, estaba en proceso de restauración, aprovechando lo que se pudiera con motivo de las obras del nuevo Ferrocarril Maya cuando por el reblandecimiento de las paredes y columnas ocasionadas por las lluvias, se derrumbó por sí misma, salvándose de perecer algunos trabajadores que minutos antes habían abandonado el lugar.

¿Por qué tanto interés de mi parte por comentar esta noticia que pudiera ser una más en la construcción del Ferrocarril Maya, y por qué de la tristeza de Rosi y comentarios de sus amistades?

Maxcanú para nosotros es un lugar de recuerdos, un lugar de nostalgias, un lugar de mágicos tiempos idos en el que, como dice Rosi: “Papá, es que todo sucede en Maxcanú.”

Muchos aconteceres se dieron en aquellos tiempos cuando en el pueblo, entonces falto de luz eléctrica, por las noches, la luz de las estrellas y de la luna en plenilunio o en sus menguantes y crecientes, o los aerolitos fugaces en el paisaje estrellado de la bóveda celeste, iluminaban las blancas calles de sascab…y también la imaginación de las mentes infantiles:

Entonces el Sol se comía a la luna en los eclipses, pero renacía con ruidos de ollas, cacerolas y sartenes u otros enseres de hoja de lata golpeados por los vecinos, para espantar la sombra tenebrosa que cubría la cara de Selene.

Era necesario regresar a casa después de los juegos en el parque y antes de las ocho de la noche, porque saldría el Uaychivo a sus correrías nocturnas… hasta que el viejo Xpil, disfrazado como tal demonio, una mañana apareció muerto a la entrada de la cueva del espanto.

Por las tardes, como a las seis, cuando llegó el circo de Riseta, aquel que se convirtió en Tom Sawyer se fue con ellos en busca de aventuras, enamorado de la cirquerita.

Los juegos de box en la cordelería junto a la escuela Montessori. Bulita, armada de grandes guantes, ganaba a todos sus compañeros de clase, ante la complacencia y diversión de los cordeleros que organizaban estos eventos en la bodega de las pacas de henequén.

…Y el grullo, el noble potrillo que vagaba abandonado por las pedregosas calles, se dejaba montar por los niños de la escuela, que le proporcionaban sustento.

Tantos otros relatos o cuentos, narrados en mis libros o en periódicos de Yucatán, por los que Rosi se imagina Maxcanú como Macondo en los “Cien Años de Soledad” de García Márquez.

Maxcanú, el pueblo mágico, se modernizó, creció con el tiempo. El tren de la empresa “Ferrocarriles Unidos de Yucatán” fue el primero que pasó por la ciudad -1898-, transitando en medio de ella.

Cuando el advenimiento de la modernidad con el Ferrocarril del Sureste (1950) fue necesario construir un desvío y una nueva estación en los límites de la ciudad.

¿Y qué fue de la primera estación de techo de tejas, la de los tiempos del Uaychivo a fines del siglo XIX? … Heroicamente existe. Sobrevivió, aunque no como tal.

Las autoridades respetaron su existencia: en lugar de derruirla, la adaptaron para el uso del DIF y de otras oficinas de la municipalidad. El techo de tejas tornó a otro de mampostería, y los espacios fueron remozados para el uso de asuntos públicos.

En los amplios terrenos exteriores se construyeron canchas deportivas e instalaciones para usos culturales. Los vestigios de los andenes y rieles del antiguo tren aún pueden observarse como testigos de la existencia del primer ferrocarril que pasó por el pueblo en 1898. Los habitantes la identifican hoy en día como la “vieja estación”.

El Tren Maya pronto será realidad. Tendrá parada obligatoria en la nueva estación de Maxcanú, como lugar de interés turístico. Muy cerca de la ciudad se encuentra la famosa zona arqueológica de Oxkintok, que es ahí donde inicia la ruta Puuc, además de grutas como la de Calcetok, con caprichosas figuras luminosas formadas por las estalactitas y cenotes de frescas y azules aguas.

La ciudad es un lugar de mucha historia. Tiene interesantes atractivos para visitar, como centro cultural que es. La Iglesia, construida en las postrimerías de la época colonial entre 1755 y 1799 y el Meridiano 90, que rige la mayor parte del tiempo en el país, pasa “exactamente”, según orgullo de la vox populi, por la torre del templo católico.

Es sede también de la Universidad Tecnológica del Poniente,
Institución de Educación Superior con reconocimiento social por la capacidad de formar profesionales en las áreas que requieran los sectores tanto público como privado de la región.

A partir de esta ciudad se puede hacer el recorrido hacia las ruinas de Uxmal y otros centros de interés arqueológico de la cultura Maya y de la época de la colonial.

Lejos han quedado los viejos tiempos.

Como aves migratorias, un día emprendimos el vuelo en busca de nuevos horizontes. El Uaychivo quedó en su cueva para siempre; el Grullo volvió a su corral para disfrutar de placentera vejez con sus amadas yeguas, y pronto el nuevo Tren Maya recorrerá airoso las rutas de la portentosa cultura ancestral, pasando por Maxcanú en una nueva y moderna estación, en el mismo lugar de la recientemente derrumbada.

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