Llamado urgente a la Solidaridad

By on junio 18, 2020

Editorial

Comprensión y solidaridad de todos, para todos.

Los días pasan. Los efectos del Huracán “Cristóbal” permanecen y, aunque su paso por la península de Yucatán fue costero en su camino al Golfo de México, las consecuencias de su visita, en medio de lo que ha sido una pandemia de tristes resultados para la población, pueden calificarse de devastadores.

Si bien es cierto que el huracán no causó males terribles, más que las grandes precipitaciones esperadas e inundaciones consecuentes, la pandemia que ya se encontraba en la región peninsular sumó su dañina permanencia a lo que hoy pueden llamarse momentos críticos.

El huracán encontró su ruta y desapareció. La agresiva pandemia continúa con su indeseable permanencia entre nosotros. La capacidad de atención en hospitales y centros de atención médica se está viendo rebasada ante el alto volumen de enfermos a atender, por lo general, de manera urgente.

Se ven afectados los ciudadanos que atienden en su círculo familiar a los parientes enfermos, en medio de carencias de recursos económicos suficientes, escasez de alimentos, y ante el cierre de empresas que genera desempleo. Todo ello ante el riesgo de crecimiento de los contagios.

En el campo yucateco, inundadas en gran parte sus tierras productivas, se pudren las frutas y verduras, mueren ahogados los animales pequeños – gallinas, cerdos e incluso los fieles canes familiares.

En muchas poblaciones, los accesos se encuentran inundados, al igual que los campos de producción. Vehículos y transportes públicos no pueden acceder a dar servicios de transporte completo como sería de ordinario, porque los hoyancos deterioran los vehículos.

En tanto, la fauna nociva de mosquitos crece porque encuentra el hábitat propio, y la productiva, como la bovina, lanar, aviar y porcina, se contraen en oferta y demanda.

La incomunicación heredada del huracán y sus fuerzas destructoras fortalece la escasez de alimentos, insumos y, lo que es peor, también se carece del servicio eficiente y total de energía eléctrica industrial, comercial y domiciliaria. Se hacen esfuerzos para restaurarla, pero es tarea difícil.

En todo México, la pandemia ha tomado lugar y permanencia; solo es pequeña su presencia en algunos estados.

Son, pues, momentos de obligada solidaridad y apoyo a los humildes, no solo en la capital de los estados, donde existe respaldo de los poderes políticos, sino en todas las comunidades pequeñas o depauperadas a las cuales debe canalizarse también parte sustancial de los apoyos.

Es una obligación moral hacia los desposeídos, en lo religioso, lo político y lo social, darles apoyo.

En nuestras manos está hacer todo lo posible por ayudar. Nuestros hermanos en desgracia nos necesitan.

Vayamos a su rescate.

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