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La revolución que quiso ser – VI

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El Porfiriato en Yucatán

CAPITULO II

EL PORFIRIATO Y LAS LUCHAS ANTIREELECCIONISTAS EN YUCATÁN

2. La Lucha Antireeleccionista y el Derrumbe de la Oligarquía

 

Sobre las bases que fincara el Gral. Francisco Cantón y aglutinando el descontento de amplios sectores sociales, el Centro Electoral Independiente se convirtió en la fuerza que capitalizó las debilidades del orden oligárquico. La propuesta oposicionista del “morenismo”, en su ambigüedad, sirvió como catalizador del descontento reinante y de la acción que múltiples grupos y personas realizaban de una manera aislada.

Dos fueron las diferencias sustanciales entre el movimiento antirreleccionista encabezado por Delio Moreno Cantón, sobrino del militar vallisoletano, y el del propio Gral. Cantón: una, que la lucha electoral llevada por el Gral. Cantón, denotaba, como ya hemos señalado y fundamentado, el conflicto entre dos fracciones de la oligarquía que disputaban el monopolio en el control social; mientras que en el caso del morenismo, la disputa electoral encontró aislada la oligarquía, enfrentada ya no a otra fracción de la propia oligarquía, sino al conjunto de sectores de la sociedad. La otra diferencia sustancial concierne al desarrollo del movimiento popular. Diez años de crisis y de exacerbación del autoritarismo oligárquico había sido una dura experiencia para el movimiento popular, que había logrado conformar algunos núcleos de organización –escasos en número y dimensión, pero sólidos en su formación–, desde los que se atacaba a la oligarquía y se luchaba por los intereses de las grandes mayorías.

En este sentido, el morenismo consistió en un amplio movimiento social que representaba a todos los sectores sociales activos y conscientes de las limitaciones del orden de la oligarquía. Los unía, pues, una sola cosa: su rechazo a la oligarquía y a sus formas coercitivas de relación social.

Delio Moreno Cantón había participado en el primer movimiento antirreleccionista desde La Revista de Mérida, donde trabajaba como redactor. Cuando Olegario Molina dejó la gubernatura del estado en manos de su primo político y empleado, Enrique Muñoz Aristegui, para acudir al llamado de Porfirio Díaz, Moreno Cantón inició una feroz ofensiva contra el grupo molinista y su prepotencia, desde las páginas del mismo diario, que para entonces era ya de su propiedad (29).

Moreno Cantón recogió el prestigio de su tío y logró hacerse, también, de la tradición de lucha que había labrado el general hasta alcanzar la gubernatura del estado, habiendo captado a los dirigentes más connotados de las comunidades y pueblos.

Con este antecedente y cuando se acercan las elecciones para renovar gobernante, en 1909, Moreno Cantón acude a la presencia del Gral. Díaz a fin de solicitar su aval, estando dispuesto a postular a la persona que el presidente les señalara como candidato del Centro Electoral Independiente, con tal de impedir la reelección de Muñoz Aristegui. Ante la primera negativa de Díaz a intervenir en tal proceso, el grupo yucateco le pidió el espaldarazo para el Gral. Luis Curiel, hombre de las confianzas del dictador y conocedor de la situación yucateca. Pero el anciano presidente persistió en su negativa. Así las cosas, el Centro Electoral Independiente se sintió en libertad de postular la candidatura de su dirigente, Moreno Cantón, para encabezar la opción antirreleccionista frente al candidato molinista. Moreno Cantón, al igual que su tío, tuvo especial cuidado en destacar que su consigna antirreleccionista iba dirigida sólo al ámbito estatal, para enfrentar a la oligarquía henequenera, y no alcanzaba la figura del dictador, de quien se declaró en todo momento ferviente seguidor.

El morenismo, como movimiento político, no tuvo unidad orgánica ni disciplina partidaria. Su dirección, en gran parte carismática, se apoyaba en el sentimiento generalizado de descontento popular, claramente enfocado contra la reducida oligarquía que detentaba el poder y la riqueza. Se había conjuntado como fuerza oposicionista, sin lograr un proyecto alternativo, propio, que enfrentara las bases del régimen imperante y retomara las demandas populares como plataforma de una nueva relación.

El descontento generalizado de la población, hábilmente alimentado y conjurado por el morenismo, se tornó en profunda frustración al consumarse el fraude electoral que impuso a Muñoz Arístegui como gobernador. Desde unos días antes, un grupo de dirigentes del Centro Electoral Independiente, había dado la pauta a seguir por los militantes más decididos, para afrontar el inminente fraude electoral: la rebelión popular. Tras los sucesos de octubre de 1909, el fallido intento de rebelión, encontró reiteración en múltiples localidades del estado, al sublevarse dirigentes de reconocido prestigio local, enarbolando distintas demandas y asumiendo las más variadas formas de lucha (30).

Pedro Crespo que después sería dirigente del Partido Socialista y Eduardo Lizarraga, se levantaron en el corazón de la zona henequenera, tras asesinar al jefe político de Temax, coronel Antonio Herrera. Este grupo, perseguido como “banda de asesinos y facinerosos”, alcanzó gran relevancia en su zona de influencia y sus “desmanes” fueron cotidianamente comentados en las columnas de la prensa, si bien en tono de desaprobación (31).

En unos cuantos meses, de marzo de 1911 a febrero de 1912, hubieron asonadas y levantamientos en Peto, Yaxcabá, Tekax, Muna, Espita, Halachó, Opichén, Sinanché, Hunucmá, Sta. Elena, Conkal, Baca, Cacalchén, Dzilam, Muxupip, Tunkás, Teya y Tekantó. Casi todas estas acciones fueron dirigidas por antiguos morenistas que se enfrentaron por esa vía al régimen vigente: el porfirismo, primero, el pino-maderismo, después (32).

El descontento generalizado de la población y la multiplicación de acciones violentas en contra de militares y personeros del porfirismo, obligaron al anciano dictador a dar marcha atrás en su decisión de sostener a Muñoz Arístegui. Además, reconociendo de manera implícita el arrastre del morenismo, nombró al Gral. Luis Curiel –que fuera propuesto a Díaz como posible candidato del propio Centro Electoral Independiente– como gobernador interino, con plenos poderes para restablecer el orden en el estado. El Gral. Curiel estableció un acuerdo tácito con los morenistas, al liberar a todos aquéllos que se encontraban prisioneros a resultas de las disputas electorales; así mismo integró su equipo de trabajo con personas allegadas al líder Moreno Cantón.

Al ser derrocado el régimen porfirista se realizaron nuevas elecciones en el estado. Se presentaron las candidaturas del Lic. José Ma. Pino Suárez, postulado por el Partido Nacional Antirreleccionista y la de Delio Moreno Cantón, por el Centro Electoral Independiente, habiendo resultado triunfador el Lic. Pino Suárez, en lo que se dice fue la primera violación al principio revolucionario del “sufragio efectivo”.

Lo cierto es que, en esta ocasión, el morenismo concurría a las elecciones con sus bases de apoyo mermadas, ya que no contaba con la polarización de las fuerzas sociales a su favor, como había sido el caso anterior. Las consignas antirreleccionistas que habían dado arraigo popular al morenismo no pudieron ser enarboladas contra quienes, precisamente, se presentaban como guardianes del antirreleccionista y del respeto al voto popular. Pese a esto, la gente siguió viendo a Moreno Cantón como su candidato y, al no estar enterados al detalle de la situación nacional, a su fuerza se atribuía la derrota política de la “casta” y de sus personeros y el nuevo clima de libertad y participación social.

 

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(29) IBIDEM.

(30) IBIDEM.

(31) IBIDEM.

(32) IBIDEM.

José Luis Sierra Villarreal

Continuará la próxima semana…

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