Diario de Un Soldado

By on mayo 11, 2017

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Diario de Un Soldado

En la FILEY me llamó la atención un extraño y solitario libro casi negro con la fotografía de un personaje con un gorrito que me pareció bastante ridículo, una espada y altas botas militares. Decía: “Diario de un soldado. Josef Mucha en México, 1864-1867”

Ah. La imagen de Juárez inundó mi pensamiento.

 Yo sé que sobre las luchas armadas hablan los generales, escritores y gobiernos, pero no soldados.

Abrí el libro, y en la página 49 vi un sencillo mapa con los nombres de los pueblos entre Veracruz hasta Puebla y Tlaxcala. Era, evidentemente, el recorrido desde el puerto hasta las cercanías con la ciudad de México.

Leí algunos párrafos sueltos y supe que el tal Mucha fue un sicario perteneciente al Cuerpo (Corps) austriaco de voluntarios que acompañó al emperador Maximiliano. Este tenía que ser un relato diferente a los conocidos sobre la lucha de un indio puro miembro de una etnia americana que, como todas, era despreciada por los rubios europeos a los que enfrentó y venció, encabezando al pueblo rebelde contra un miembro de la nobleza nacido entre pañales de seda y que terminaría con su fusilamiento en Querétaro, el 19 de junio de 1867.

Compré el libro y me lo llevé como compañero de mi inevitable reclusión de esos días.

Nunca me arrepentiré.

El diario es comentado por Milada Bazant y Jan Jakub Bazant, a cuyas manos llegó de una manera muy accidentada.

Mucha narra las peripecias de su viaje a México desde el 13 de julio de 1864, en que empieza a buscar su reclutamiento, su partida de Trieste, su paso por diferentes lugares del Mediterráneo y, ya en el Atlántico, un largo viaje lleno de peripecias que le hacen decir: “Esta vida en el barco no se la deseo ni a mi más acérrimo enemigo.”

Cuenta que, en la Martinica, encontraron en el fuerte a alrededor de 80 presos mexicanos. “Se habla aquí por lo general francés, pues desde 1848 tienen ocupada Martinique”.  El 29 de abril del propio año de 1864 pasan por Haítí, el día 30 por Jamaica y el 5 de mayo de 1865 están al fin en Veracruz. De ella dice: “La vista es preciosa y da una buena impresión,” aunque después agrega: “La ciudad no se barre, ya que la naturaleza se ocupa de esto; es decir, que una especie de águila pequeña que vive en ella se come toda la basura” (se refiere a los zopilotes). Habla de muchos comerciantes alemanes, que se habla francés y español, y que hay muchas tripulaciones de turcos, egipcios y franceses.

Mucha cuenta que el mencionado cuerpo de voluntarios estaba formado por 6000 soldados y 300 marinos de muy diversas nacionalidades pues había, aparte de los austriacos, checos, belgas, eslovenos, prusianos, turcos, húngaros, polacos, y el segundo regimiento de los zuavos franceses reclutados de entre los bereberes africanos de Argelia a quienes el ejército francés reclutó en sus guerras colonialistas en África, Crimea e Italia. A ellos se agregaba un cuerpo de voluntarios que aportó el suegro de Maximiliano I de Bélgica, o sea, el padre de la emperatriz Carlota.

Todos los extranjeros eran mercenarios como Mucha, que venían a un lejano país a matar indios que nada les habían hecho y a quienes no conocían, todo por dinero y creyendo que venían “a una especie de Eldorado donde abundaban la leche y la miel.”

Qué lecciones da la historia.

Tantas lenguas de diferentes países habían de estorbarles a la hora de pelear, pues las órdenes solían ser muchas veces contradictorias e ininteligibles. A ellas había que agregar el español de las tropas mexicanas con el número de 20 mil soldados afiliadas al imperio. “Eran 20 mil mexicanos que jamás ejercieron el mando, aunque algunos tuvieron mayor rango que los franceses…  Más de 38493 hombres del Cuerpo Expedicionario Francés, 5724 caballos, 26 mil toneladas de material…”

La falta de higiene, y sus sucios hábitos de otras latitudes, los hacían víctimas de enfermedades como la sífilis, que hacía diana entre ellos.

Las ilusiones de los invasores se iban perdiendo paulatinamente. En su diario, Mucha refleja ese estado de ánimo y, al mismo tiempo, cómo Juárez iba ganando su respeto. Cuenta, por ejemplo: “Hace unos días el teniente Jakubofsky fue capturado por unos disidentes, junto con una caja fuerte que contenía 1000 pesos. Los soldados, desarmados, fueron mandados de vuelta con su teniente. El líder de los insurgentes, Juárez, ofreció a los tenientes que dejaran ahí la caja fuerte por la que les daría una letra de cambio dirigida a un hombre de negocios de Orizaba. …Cuando el teniente Jakubofsky regresó y entregó la letra de cambio al hombre de negocios, éste no se inquietó y les pagó los 1000 pesos. Una proeza del enemigo. Proeza que hasta la fecha no ha sido realizada por un alemán.”

En agosto de 1865 cuenta: “Es muy interesante para un alemán observar cómo se administran aquí los sacramentos. El cura jamás camina, sino que está sentado en un carruaje con el siervo de la iglesia; este último sostiene una linterna. Avanzan lentamente; de 10 a 15 pasos adelante del carruaje, camina otro acólito con una campana bastante grande. Aproximadamente 2 mil pasos adelante, éste avisa a la gente para que se hinque; grandes y chicos se quedan así hasta que el carro (desde el cual se imparte el sacramento) y la campana hayan desaparecido. De ambos lados de la calle caminan entre 24-40 personas portando linternas con velas encendidas. Las linternas de la iglesia están adornadas muy bonitas. Atrás del carro camina una persona con un pequeño altar casero, le sigue toda la música sacra y un gran tambor.  De la callejuela a la cual se dirige el cura, sale un hombre con una vela encendida de cada casa y juntos, cura y los que llevan las linternas, van a ver al enfermo. El carro se queda frente a la casa del enfermo. La banda toca algunas piezas durante la consagración, particularmente ópera y valses. Después de terminar la ceremonia, toda la comitiva y la banda regresan a la iglesia. En la callejuela por donde pasa la procesión, salen a los balcones jóvenes y viejos, con velas encendidas. Todo esto representa un espectáculo raro, pero como pasa unas 100 veces al día, uno se acostumbra a ello.”

En 1866 Mucha, quien al llegar había sido un ferviente católico, ya criticaba al gobierno imperial e incluso a su iglesia.  Decía que el emperador no era sino una pelota en manos de los papistas y los franceses.

Iba más allá, admirando el anticlericalismo de Juárez de quien dice: “Después de terminar sus estudios se regresó a casa, donde permaneció un tiempo entre los curas y se enteró de todas sus maldades y sinvergüenzadas, las que ya había notado de niño y finalmente, agradeciendo esta buena educación, se enfrentó a ellos. Él fue, y es, el enemigo más decidido de los conventos, precisamente porque está enterado de toda la vida conventual. Él hace todo lo que sabe que no les gusta. A este hombre temen los curas, por eso le pidieron tan insistentemente a Max ir a México y le prometieron todo. Ahora, bajo ese gobierno, el clero no tiene nada de que reírse y es natural.”

Pasada su contradictoria y cruel aventura en nuestra patria, Mucha describió así la retirada del ejército, “último golpe” para el emperador: “Cuando desalojamos Puebla, tuvimos raras impresiones. Todas las cosas, incluso las armas, se vendieron, se regalaron, se tiraron, se llevaron, se hizo como cada quien quiso. No se obedecía ninguna orden. Los caballos y las mulas más bonitas se vendieron por 8 ó 10 por hombre. La salida de esta ciudad tan bonita fue una escena nunca antes vista. Cada uno vestía como quería (esto, por cierto, ya era así durante todo el tiempo anterior); muchos se emborracharon y así partimos 1400 hombres de Puebla. Yo tenía en ese tiempo un caballo y partí con mi jefe para no tener que presenciar eventuales escándalos.”

Diferentes textos describen ya la belleza de los paisajes, ya las fiestas religiosas o, por las visitas de Maximiliano y Carlota, el alborozo de la población cercana a las iglesias y la forma en que el pueblo vivía. Admiró la vieja cultura y la naturaleza de los alrededores: “así es como yo imagino el paraíso, si es que algo por el estilo realmente existe.”

El 12 de enero de 1887, Mucha salió de Puebla y, con el segundo contingente de austriacos, se enfiló hacia casa. “¿Cuál fue el destino de los oficiales y soldados del Imperio austriaco que participaron en la aventura mexicana? Muchos murieron en los campos de batalla y, cuando la lucha finalizó, cierto número se estableció en México (1011 soldados se quedaron en México; 3428 regresaron; 1071 desaparecieron, 256 murieron en batalla, 432 por enfermedades, 34 se suicidaron, 30 fueron condenados a muerte, 10 fueron expulsados y 407 desertaron). Otros soldados que se quedaron en México ejercieron algunos oficios y vivían pobremente, otros estaban desempleados y deambulaban por las calles de Veracruz pidiendo limosna.”

Están en Córdoba y después en Orizaba. El 17 de mayo escribe: “…en Orizaba. A la 1:30 de la tarde llegamos allí. Como en todos lados, nos recibieron sin hacernos caso. Nos hospedamos en un convento en el cual hasta ayer había caballos de los franceses y mulas. Nos acostamos en el piso de piedra después de haber limpiado la paja y los excrementos de los caballos.”

El 18 dice: “El día de hoy el corps de oficiales comió con Su Majestad.  Orizaba es el sitio que se tomó con la pérdida de 600 franceses; se encuentra en un valle espléndido. Ayer recibí por medio de las órdenes del corps una buena noticia: me mandan al corps de la contaduría…”

El 28 asienta: “Domingo. En la mañana llegamos a Puebla… La ciudad en sí se puede llamar bonita. Los edificios son altos. Las 72 iglesias están muy dañadas, debido en parte a la ocupación y en parte a los temblores. Las edificaciones normales la hacen una ciudad muy imponente. Como en Italia, las campanas están siempre en eterno movimiento, sólo la costumbre hace soportable el eterno campaneo. También aquí el pueblo muestra poco interés por nosotros.”

El 6 de junio dice: “Martes. En la mañana, Su Majestad el emperador visitó Puebla. La ciudad está de fiesta, adornada con banderas, arcos del triunfo, tapetes, etc., como nunca la había visto. El pueblo participa en la recepción, se oye el campaneo y los cañonazos que exaltan la fiesta…. El Emperador se hospedó con el arzobispo…”

A todo lo anterior siguen batallas y más batallas. Mucha refleja el estado de cosas que, como en toda revolución, son bastante complicadas.

Aparte de los juaristas, a los que Mucha llama disidentes, había grupos de aparentes asaltantes que vivían de robar. Relata por ejemplo que el 4 de febrero de 1986 se ordenó al teniente Christofowitz que viajara a Orizaba llevando 6 mil pesos. “A una hora y media después de Puebla, la diligencia se detuvo y aparecieron 24 asaltantes a caballo. Por temor, la guardia tiró los rifles y todos tuvieron que bajar y acostarse en el suelo. Los asaltantes le quitaron los 6 mil pesos al teniente, su dinero, reloj, sable y maleta; después los demás pasajeros tuvieron que entregar sus pertenencias…”   Al otro día relata: “Después de la escena tan trágica del día de ayer, hoy tuvimos una nueva. En la carretera de Puebla a México, a seis millas de aquí, viajaba la representación de Bélgica, cuya misión era informar al emperador Max sobre la toma de la posesión del trono de Bélgica por el hermano de su Majestad la emperatriz.  La diligencia fue asaltada por ladrones, un teniente murió y dos altos oficiales quedaron mal heridos. En este asalto hubo mucha defensa; normalmente estos ladrones no matan, sólo roban, a menos que haya resistencia. Esto va a llamar mucho la atención en Europa; nosotros ya estamos acostumbrados.”

La resistencia contra los invasores crecía. Mucha refleja el desánimo de los sicarios en múltiples párrafos. Dice por ejemplo: “Los resultados de las guerras en México no están hoy en día muy bien: una derrota tras otra, nuestra tropa está siendo destruida por compañía y por división. Parece que el corps va a terminar la capitulación antes de 6 años.”

 El 1° de octubre escribe: “A las 12 del medio día, Tlaxcala fue atacada por el enemigo. Se encuentra a 14 leguas de distancia…  El enemigo está concentrado a 6 ó 7 leguas de Puebla. Si ahora no se toman medidas más duras y cuidadosas, nos va a ir mal.”

El 26 de octubre asienta: “Estamos llegando al final. Como se dice, Su Majestad renunciará a favor de Juárez y a nosotros nos enviarán de regreso a casa.  Por otra parte, la situación está especialmente crítica: hace más o menos 6 días capturaron a 6 compañías de cazadores, a un escuadrón de lanceros y se llevaron 3 cañones. El enemigo cuenta con alrededor de 30 mil hombres asentados en las cercanías de Puebla. Ayer, 600 jinetes se atrevieron a acercarse a merodear a una media hora de Puebla. Desde hace 3 días estamos en alerta y se mantienen patrullas alrededor de la ciudad. Ayer en la noche aparecieron disidentes en Puebla. Los gendarmes Flon están en alerta, y en esta ocasión desertaron 13 hombres. Hoy en la noche desertó el resto de la gendarmería Flon, felizmente sin armas, porque se las quitaron por la deserción de ayer. Creemos estar en Europa a más tardar en 6 meses.”

En fin, este diario está lleno de anécdotas y apreciaciones e información no siempre dignas de crédito. Asegura por ejemplo que “Juárez fue el hijo de una pobre familia indígena (se quedó huérfano temprano), el clero se ocupó de él, lo aceptó en el convento y le dio su primera educación. En su juventud, el clero lo envió a Francia y España, donde estudió…”

El diario es comentado paso a paso por diferentes historiadores que corrigen y hacen aclaraciones, pero la aportación de Mucha no pierde valor por sus apreciaciones inexactas pues era, a fin de cuentas, un soldado que no tenía gran preparación intelectual, y sus apreciaciones fueron también las de la tropa con la que convivía. Un historiador, o cualquier estudioso de la historia apasionante de aquellos días, enriquecerá sin duda su panorámica con la aportación de Mucha por medio de su diario.

La primera edición de este libro fue en marzo de 2004. EL COLEGIO MEXIQUENSE, A.C.

Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, México. Correspondencia: Apartado postal 48-D. Toluca 50120, México, México. Email. Public cmq.edu.mx Ventas:- ventas   cmq.edu.mx Página –e: http://www.cmq.mx

DIARIO DE UN SOLDADO

Juan Alberto Bermejo Suaste

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