Desde Cuba
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
María Teresa Linares Savio (La Habana, 14 de agosto de 1920- 26 de enero de 2021) fue una musicóloga, investigadora y pedagoga cubana. Mis recuerdos de María Teresa Linares y su esposo Argeliers León siempre son en su hogar de El vedado, cercano a mi domicilio. Recuerdo que salí de la UNEAC -Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba– de 17 y H, acompañado por el periodista y abogado y Hermano Masón que me dijo: “Te voy a llevar aquí cerca para que conozcas a María Teresa y a Argeliers León, maestros de maestros en el arte musical. Te va a encantar charlar con ellos, pues también tienen conocimiento de la trovadoresca de Yucatán. Así que ya tienes motivos para acercarte a ellos, son amigos míos y verdaderas enciclopedias en todo lo referente a la música cubana.”
De María Teresa Linares tenía referencias por el musicólogo mexicano Alejandro Alcocer Arvide, poseedor en esa época, y hasta la fecha como herencia a su esposa, de más de 300 instrumentos musicales de los cinco continentes que tocaba magistralmente. Me dijo en alguna ocasión: “Tú que viajas tanto a Cuba, localiza a María Teresa Linares. Es la mujer más culta musicalmente…”
Rodríguez Manso logró este maravilloso acercamiento. Hasta meses antes de su fallecimiento visité a María Teresa en su casa. Le llevaba un par de litros de aceite “Patrona” que yo comercializaba con “Cubalse”, en épocas especiales. Siempre me brindó mi buchito de café y pasé muchas horas en su hogar en charlas familiares y musicales.
María Teresa Linares nació el 14 de agosto de 1920 en La Habana, Cuba. Se licenció en Literatura y Lengua Hispánica con especialidad en Estudios Cubanos: Obtuvo el título de Doctora honoris causa en Ciencias del arte. Se casó con el también musicólogo Argeliers León, con quien entre 1948 y 1956 realizó trabajos de campo para recoger información, cantos y toques de antecedente hispano y africano en Cuba. Formó parte de la Sociedad Coral de La Habana. En su faceta de musicóloga, destacó por su libro “La música y el pueblo” (1974).
Se enfocó en rescatar y popularizar ritmos populares cubanos con la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, EGREM con producciones como Viejos cantos afrocubanos, Canciones hispano cubano o La canción cubana tradicional. Junto con el EGREM, fue la creadora de la primera Antología de Música Afrocubana, una serie discográfica compuesta de nueve volúmenes, además de la encargada de redactar los textos de dos de ellos: Viejos cantos afrocubanos, volumen I y Oru de Igbodu, volumen II. Linares también se encargó de compilar la obra musical de artistas cubanos como Benny Moré, Sindo Garay, el Trío Matamoros, María Teresa Vera, Ñico Saquito, Celina González o Bola de Nieve, entre otros.
Durante los años sesenta impartió seminarios en el Gran Teatro de La Habana y cursos en el Conservatorio Alejandro García Caturla. También desarrolló su labor docente en los conservatorios de música Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán y como profesora de la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana. Además, ha sido divulgadora de la música tradicional cubana tanto en su país como en decenas de países de Europa, África y América. También fue la autora de artículos y ensayos para revistas tanto cubanas como extranjeras, como Nuestro Tiempo, Pro Arte Musical, Boletín Música de Casa de las Américas y Catauro.
Trabajó también en el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba. En 1974 se convirtió en asesora y productora para la EGREM. Fue presidenta de la sección de musicología de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, vicepresidenta de la Fundación Fernando Ortiz y la fundadora del Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias. Además, entre 1984 y 1997 fue la directora del Museo Nacional de la Música durante esos años.
En 1958, Linares obtuvo el Premio María Teresa García Montes de Giberga por su ensayo “Influencia española en la música cubana”. En 1999 fue la ganadora del Premio Nacional de Investigaciones Culturales y un año más tarde fue reconocida con el Premio Internacional Fernando Ortiz. En 2006 obtuvo el Premio Nacional de Música.
Además, por su labor docente e investigadora sobre la cultura cubana, Linares fue reconocida con otras distinciones como la Orden Frank País, la Orden Juan Marinello, la Orden Romárico Cordero, la Distinción por la Cultura Nacional, la Distinción Antero Regalado, la Medalla Alejo Carpentier, el Premio Nacional de Investigación de la Cultura por su obra de vida También ostenta la Orden Félix Varela, la máxima condecoración otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba. También fue nombrada Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, así como investigadora: Ensayo sobre la influencia española en la música cubana. Estas son algunas de sus obras:
- 1970, Introducción a Cuba: La música popular, Instituto del Libro, Editorial Ciencias Sociales.
- 1974, La Música y el pueblo, Editorial Pueblo y Educación.
- 1998, La Música entre Cuba y España: la ida y la vuelta. ISBN: 978-84-8048-255-4.7
- 1999, El punto cubano, Editorial Oriente
María Teresa Linares Savio fue una mujer especial, con ocurrencias y concurrencias de una mujer de su tiempo.
“Nací en un barrio muy humilde. En el Cerro, vivía en una cuadra donde había una mezcla étnica de todos los elementos que han conformado la identidad de nuestro pueblo: negros, gallegos, chinos, catalanes… Paseaba de casa en casa, me metía en todos los hogares y mi mamá me dejaba porque era una cuadra muy tranquila. Cerca había un terreno yermo muy grande, donde practicaba el famoso club del Almendares. Allí me enteré también de todo lo que pasaba en los carnavales con las comparsas y conocí las costumbres de los catalanes los días de San Juan, escuché por primera vez el son, y a un sexteto cantando «Cuatro palomas», de Ignacio Piñeiro. Aprendí a cantar canciones catalanas y las habaneras que cantaba mi padre gallego.”
“Mi mamá, María Teresa Savio, era de origen campesino. Había nacido en Artemisa y allí la alcanzó la Guerra del ´95. Durante la llamada Reconcentración de Weyler, la llevaron para Guanajay con toda su familia y fue en ese sitio donde conoció a grupos de rumberos que bailaban yambú y tocaban tambor. Ella cantaba también muchas canciones antiguas, porque su abuela por parte de padre había huido de La Habana hacia ese lugar, pues en la Guerra del ´68 su esposo había participado en la conspiración de Aldama y había huido por el Malecón en una goleta. La abuela no quiso irse y con su hijito de seis meses tuvo que retirarse al campo a casa de una hermana. Allí se crió el padre, allí se casó y allí nació mi mamá, quien tenía todos esos recuerdos. En la reconcentración murió casi toda su familia. Solo quedó vivo su padre, que estaba preso como mambí, y quedó viva la abuelita que la crió y le enseñó mucho sobre el mundo de la cultura popular. Desde niña aprendí junto a mis hermanas las canciones populares y un buen número de tonadas. Éramos ocho hermanos en total, los dos varones mayores y después, en fila, seis hembras. Nuestros padres pasaron mucho trabajo para criarnos y para darnos una educación; sin embargo, fueron centenarios. Yo también pienso llegar…”
Y llegó.
Esta crónica ya no solo será para María Teresa Linares, sino para otro compañero musicólogo amigo y hermano: Alejandro Alcocer Arvide, amigo de esta dupla matrimonial de amantes y conocedores de la música: María Teresa y Argeliers. Alejandro y yo iniciamos la organización para viajar a La Habana, con nuestros hermanos masones de la Logia Hunab-Ku 133. Visitaríamos a María Teresa en su domicilio, para un acercamiento musical entre Cuba y México, pues ambos la conocimos y visitamos en diferentes fechas. El viaje quedó trunco por un infarto de Alejandro, que le costó la vida siendo muchos años menor que yo, con un padecimiento similar desde hace más de 17 años. En febrero del 2024 cumplí 88, escribiendo semanalmente para Diario del Sureste y revistas culturales Latinoamericanas, desde “La Voz de Houston”, hasta las revistas Boca y La Palabra en Argentina o Vitrales en Sancti Spíritus en Cuba; desde la Patagonia sudamericana y en el Caribe en Cuba, Colombia y Puerto Rico.
María Teresa Linares Junto con Argeliers León, formaron el Instituto de Etnología y Folklor de la Academia de Ciencias de Cuba en 1962, donde hasta 1973 realizó una intensa labor de investigación, estudios y grabaciones de campo, así como cursos y adiestramientos a otros investigadores. En esos años, formó parte del equipo editorial de la Revista Etnología y Folklor (1962-1970). Realizó las primeras obras en su vasto catálogo como productora discográfica. Compiló y produjo dos de las más importantes obras de la discografía etnográfica cubana: Viejos cantos afrocubanos, reeditado en México y el Cancionero hispánico cubano.
Fuentes