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Nelson Camacho

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Desde Cuba

Nelson Camacho, con el piano que le pidió “Bola de Nieve” que cuidara.

“PIANISTA ENAMORADO DE LA MÚSICA DE LECUONA”

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

En la mayoría de mis viajes a la ínsula cubana, la agenda incluía visitar al pianista Nelson Camacho, tomar un buchito de café en su casa mientras charlaba con él y su familia, para luego cruzar la calle en 27 y L del Vedado, pues tenía un departamento justo al lado del cine “Yara”. Así que “Copelia” estaba a las puertas de su hogar y tomar un helado en ese hermoso parque es algo que pueblo y turismo hacen todos los días. Él vivía en el segundo piso y, años más tarde, se cambió a un departamento mas amplio.

Este ritual continuó hasta mi último viaje a La Habana, al que me acompañaron Carlos Rosel Isaac y el pianista “Pepe Chucho” Angulo. Les pedí me acompañaran a visitar a Camacho, pues nos hospedamos en el Hotel “Vedado”, a dos cuadras del domicilio de Nelson. Como siempre, su esposa nos sirvió, con todo el ritual cubano, el primer buchito del día con café de la bodega. Ahora, en su nuevo departamento, ya cabe muy bien su piano de cola, que nos acompañó muchas tardes, acompañados de la soprano Hilda del Castillo, mi esposa Addy Victoria, Ileana Cortés, para “descargar”, como se dice en Cuba, una tarde bohemia con el magnífico acompañamiento de Nelson.

Nelson Camacho es uno de los maestros del piano más atractivos de Cuba, presente con frecuencia en salas de conciertos, teatros y otros escenarios nacionales, incluidos los de la Radio y Televisión. La Doctora María Teresa Linares lo cataloga como “uno de los mejores pianistas acompañantes de Cuba”.

Desde pequeño, Nelson Camacho tuvo inclinaciones y vocación por el piano. Más tarde, a los once años de edad, venció los prejuicios que se tenían en esa época con respecto a si los hombres debían o no estudiar el piano, y comenzó a educarse en ese instrumento en el Conservatorio Falcón en Santa Clara, su ciudad natal, con la profesora Zoila Benítez. Allí cursó los estudios reglamentarios de ese instrumento y después pasó a estudiar, en la Habana, con el insigne profesor César Pérez Sentenat, “maestro de maestros”, una de las grandes figuras de la pedagogía musical cubana.

“Llegué a la Habana de la mano de Esther Borja porque en la época de los años 60 yo empecé a interesarme por la música cubana de concierto. En aquel tiempo los pianistas cubanos tenían muy olvidada la música cubana. Los pianistas que tenían ciertas facultades se dedicaban a la música clásica, como se le llamaba, la de los autores europeos: Chopin, Beethoven, entre otros, y los compositores cubanos eran muy poco tocados. Contados eran los pianistas de nuestro país que tocaban esa música. Además, no eran bien vistos, cosa que yo nunca entendí y, sigo sin entender, más cuando tenemos autores maravillosos, que crearon música a la altura de los más destacados compositores europeos.”

“Por ello quise hacer una carrera teniendo en cuenta el repertorio nacional. Por supuesto, con Pérez Centenar estudié todos los clásicos, fueron nueve años a su lado, donde me preparé técnicamente, porque para poder abordar el repertorio cubano de concierto hay que tener una formación académica y con el maestro estudié a los grandes compositores europeos.

“Decidí hacer mi carrera sobre la música cubana; eso me trajo problemas, ya que no era bien visto que un pianista con cierta y determinada formación y cualidades se dedicara a tocar la música cubana. Yo vencí esas dificultades, hoy en día el tiempo me ha dado la razón, porque los grandes pianistas cubanos están tocando esa música, además de la europea. Yo, sin embargo, he preferido mantener la línea de la música cubana principalmente y en algunos momentos abro el espectro interpretando piezas latinoamericanas. Siempre me gusta buscar en las raíces de la música popular para posteriormente llevarla al plano de la música de concierto.

Nelson Camacho, en el piano de “Bola de Nieve”, donde pasamos con él y “Pepe Chucho” Angulo una noche maravillosa, entre dos pianistas consagrados en la música cubana y mexicana, con la voz de Carlos Rosel Isaac.

¿Cuánto significó para usted el haber trabajado durante aproximadamente 15 años con la cantante Esther Borja en el programa Álbum de Cuba?

“Bueno, no solamente en el programa Álbum de Cuba, yo trabajé durante todo ese tiempo con Esther. Cuando la conocí, ya ella estaba en proceso de retiro, incluso ya le había llegado su jubilación, pero en esa época las autoridades del estado le habían pedido que mantuviera su trabajo con la música cubana y al conocerme entregó la chequera, que ya tenía en sus manos, y trabajamos durante casi 15 años más como bien dices. ¿Por qué? Porque después que Lecuona no estaba en Cuba, que era con quien ella hacía principalmente sus conciertos, y que otros pianistas que la acompañaban ya no vivían o los del momento estaban ocupados en otras cosas, no había encontrado con quien hacer el trabajo que desarrollaba con Lecuona. Al conocerme, pensó que podía hacerlo conmigo y, efectivamente, lo hicimos durante muchísimo tiempo; trabajé con ella hasta su último concierto, hasta su última presentación pública.

¿Qué recuerdos guardas de nuestra “Damisela encantadora”?

“Bueno, guardo magníficos y maravillosos recuerdos. Esther fue una compañera de trabajo maravillosa, una amiga extraordinaria y una familia excepcional, porque me acogió como si fuera miembro de su familia, incluso me casé en su casa, acogió a mi esposa, es madrina de mi hija, por lo que podrás imaginar cuán importante es Esther en mi vida y en mi carrera artística.

“Hicimos un binomio, un dúo donde trabajábamos a la par. Como ser humano, quiero decirte que tiene un alto valor, porque como dije anteriormente, desde que me presenté con ella tuve mucho éxito, tal vez con otro artista ese éxito hubiera sido nocivo para la relación entre ambos, sobre todo por celos y se hubieran producido comentarios como: “pero ¿cómo es posible que a este principiante lo aplaudan tanto como a mí?”, etc, etc. Y con Esther nunca sucedió esto, ella disfrutaba el éxito que yo tenía, lo incentivaba, porque trabajábamos ambos en función de hacer el arte, no de lucir ella por su cuenta, o yo por la mía. De no ser porque decidió dejar de cantar, hubiéramos trabajado muchísimo tiempo más juntos. A mí me cogió de sorpresa su último concierto, porque en pleno escenario dijo que esa era la última noche que iba a cantar, sorprendió al público y a mí también. Pero, bueno, así hicimos nuestro trabajo en presentaciones en público y grabaciones de discos.

“Grabamos tres discos de larga duración con música de Lecuona. El primero se hizo en el año 1975 con el sello EGREM; fueron las primeras grabaciones con esta música que se hicieron aquí, pues había dificultad con los derechos de autor, sobre todo por parte de la familia del Maestro, que estaba en el extranjero, pero también había muchos tabúes con respecto a Lecuona. Nosotros hicimos tres discos y en el año 1995, se presentó en un disco compacto, un homenaje a Lecuona en su centenario, una recopilación de títulos incluidos en estas producciones que te mencioné.”

Estado en que se encuentra la casa del Maestro Lecuona en su natal Guanabacoa en La Habana (2010).
Este es el Nelson Camacho que conocí en los años noventa en Cuba ya quien visité en su domicilio donde tomamos el buchito de café de la bodega, ejecutando el piano de “Bola de Nieve”.

Fuentes

Nelson Camacho | cubanosfamosos.com

https://www.ecured.cu/Nelson_Camacho

https://www.radiocamoa.icrt.cu/nelson-camacho-bola-me-dio-permiso-para-tocar-su-piano/

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