Comunidades expresivas

By on abril 8, 2021

José Juan Cervera

A Melba Alfaro y Cristina Leirana

Aunque la cultura escrita de hoy parece alojarse con mayor comodidad en los medios electrónicos, las publicaciones impresas han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de la creatividad y del sentido crítico, de la manifestación de las ideas y del aprendizaje reflexivo. Entre ellas, los suplementos literarios pueden dar cuenta de una labor intensa en la conformación de valores que las tendencias actuales no logran extinguir, a pesar de su poderío para uniformar criterios y someterlos a la frivolidad y al yugo de intereses aviesos.

Los suplementos literarios lograron convertir sus páginas en morada segura, en refugio temporal y en campo de confluencia múltiple que puso a prueba las dotes de civilidad de sus concurrentes. A lo largo de sus poco más de setenta años de vida, el Diario del Sureste se distinguió entre los periódicos yucatecos por ofrecer a sus lectores esta clase de espacios. Así fue desde los años cercanos a su fundación, en 1931, y siguió siéndolo en los decenios siguientes. Después de llamarse escuetamente suplemento cultural y suplemento dominical, adquirió nombres más precisos, acorde con las políticas editoriales que aplicaron los sucesivos directores del medio impreso; así, por ejemplo, cuando el escritor Leopoldo Creoglio asumió dicha responsabilidad, dio vida al suplemento El Búho, entre 1977 y 1981.

El 11 de abril de 1991 nació El Juglar, cuyas entregas aparecieron cada jueves, acompañando al periódico hasta su desaparición en 2002. Rafael Bátiz Morales, su primer editor, proclamó desde el número inicial el espíritu de pluralidad que habría de animarlo, que se mantuvo firme aun cuando después de algún tiempo su elaboración recayó en un núcleo de integrantes del Centro Yucateco de Escritores; en el conjunto de sus ediciones puede hallarse una cantidad impresionante de colaboradores entre los que figuran también artistas visuales de diversos estilos y corrientes, grupos y preferencias estéticas, consagrados y noveles, huraños y extravertidos.

Quien desee explorar la obra de autores yucatecos entre la última década del siglo XX y los primeros años del actual tendrá que adentrarse en sus colecciones. Allí están Raúl Renán, Agustín Monsreal, Raúl Cáceres Carenzo, Joaquín Bestard y Roldán Peniche Barrera entre los de mayor experiencia y renombre, pero también escritoras ya desaparecidas como Elvia Rodríguez Cirerol, Nidia Esther Rosado, Brenda Alcocer, Beatriz Rodríguez Guillermo, Ana Patricia Martínez Huchim y Carolina Luna. Asimismo, incluye textos de escritores de otras partes del país, especialmente de los estados de Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Tabasco y Veracruz.

Dibujantes, grabadores y fotógrafos ilustraron sus portadas e interiores: Jorge Méndez Arceo, Alfredo Lugo, Aurora Caro Eng, Renán Novelo, Patricia Guerrero, Ricardo Pat, Armantina García, Humberto Suaste, Ileana Cardoz, José Wan Pacho, Óscar Suaste y Jorge Amézquita son algunos de ellos.

En las ediciones de los últimos meses de 1993 aparece una historieta de Sergio Santos, de inspiración histórica: “La sublevación del brujo Serpiente Negra”, que evoca la figura del intrépido Canek, quien se atrevió a desafiar a las autoridades coloniales en Yucatán. Columnas y secciones fijas como “Cantera”, de Celia Pedrero, y “Notas del acontecer cultural”, de Marcos Heredia Pérez, le inyectaron amenidad e información puntual.

En el curso de once años, el diseño del suplemento experimentó numerosos ajustes y cambios, pasando por las manos de Cajeme Resendi, Eduardo Ancona, Jorge Pech, Carlos Arcila, Mónica López, Claudia Ávila, Alex Pulido, Mónica Moguel, Reyna Echeverría, Cristina Leirana y Carmen Méndez Serralta. Una apreciación panorámica de este logro editorial puede leerse en el trabajo profesional en que Candy Avelin Chan Aldana lo estudia, con el cual obtuvo su título de licenciada en literatura latinoamericana en 2014, conteniendo fichas descriptivas y una entrevista a Jorge Lara Rivera, coordinador del suplemento a partir de 1993.

El arte concibe sus propias pautas para honrar la memoria de sus creadores. Por ello, el 10 de enero de 2012, Melba Alfaro dirigió un espectáculo multidisciplinario en la sala audiovisual del centro cultural El Olimpo en Mérida, tomando como eje precisamente la acción bienhechora de El Juglar, suplemento que robusteció los canales de la expresión literaria en el sureste de México.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.