Así, a lo estúpido

By on enero 11, 2018

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VIII

“Pero, es preciso poner término de algún modo a todo aquello,

y la vida vuelve a seguir su curso como antes”

Tolstoy, Sonata a Kreutzer

De algo estoy segura: nos gusta la televisión. Hoy, por ejemplo, vi cuatro novelas por la mañana. En la tercera un hombre lloró porque no le dejaban ver a su hija, y yo solté varias lágrimas, así, a lo estúpido. En la última, se humillaron las mujeres ante quienes las engañaban; es más, empezaron a odiarse una a otras. ¡Qué horror! Las mujeres ya no deberían hacer esos papelones.

Tomo yogur para no engordar con otra clase de antojitos; apago el horno y me condeno por no haber recordado el espagueti. Con qué cara justificaré que esté tan dorado y… seco.

¡Caramba: la una y treinta y doña Tere no trae las tortillas! El hecho de que llegues hasta la cena provoca que me fastidien tantos detalles solo para tu hija.

Creo que dormiré un par de horas. Hay tanto calor que me sofoco, mi piel se ahoga, mis labios en un jugueteo casi advierten tu lengua húmeda. ¡Lástima!

Despierto con el aviso telefónico, ni el baño calma la entrepierna. Y es que debo restablecer mi temperatura para dejar de evocar y mantenerme hasta pasadas las nueve.

Me gusta la violencia. Las películas no pudieron ser mejores. Roncas y aprovecho para encontrar mi cuerpo entre las sábanas.

Por el desayuno platicaremos de los prófugos, la devaluación, los sacadólares y la esencia de las noticias televisivas. Esos ratos de charla logran que valore lo fundamental de conservarnos como familia.

Melba Alfaro

 

Próxima semana: “Los pájaros”…

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