Diario del Sureste, ayer y siempre

By on noviembre 17, 2017

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Por Juan José Caamal Canul

Los veinte de noviembre, siempre habrá un 20-N especial para cada uno de nosotros: han quedado cimentados en el discurso del tiempo.

Primero porque es el aniversario del hecho histórico, del movimiento ideológico, aunque primero armado y beligerante, aquél en el que de cientos de bocas de pistolas y cañones salieron lo mismo disparos que ideas –la idea de la fuerza y la fuerza de las ideas, dirían– que demolieron una estructura socioeconómica tal cual se conoció y entendió durante décadas.

El segundo hecho que ha quedado fijo en la trayectoria de nuestra vida, propia y ajena, es el hecho de haber sido partícipes de un proyecto editorial, desde aquel lugar que nos haya tocado aportar un mínimo de esfuerzo para que Diario del Sureste estuviera cada mañana en las manos de cientos personas en el interior del estado, en las oficinas, en el hogar, en las esquinas de los voceadores, en la mente de los analistas, y en el imaginario de un segmento importante de nuestra sociedad. Diario del Sureste fue y existió.

Por supuesto, no podemos decir que estuvimos siempre, en todos los momentos. Es algo imposible. Pero el tiempo que nos tocó estar allí fue una prolongación y continuidad del trabajo previo de muchas personas valiosas, tanto pensantes como manuales, convencidos de que el proyecto informativo fue viable.

No podemos soslayar que también fue una fuente de trabajo para el sustento familiar y ahora, a la distancia, también podemos observar que consolidó el aprendizaje de personas que con el tiempo lograron un nombre como informadores, y que luego encontraron mejores espacios para sus intereses y expectativas. Por supuesto, hay que resaltar que hubo personas que se mantuvieron fieles al proyecto, pese a las tormentas y avatares administrativos y políticos que pudieron acontecer. Ellos son de los que debemos aprender; citar la nómina sería extensa.

Entonces, Diario del Sureste fue y existió como un medio informativo del momento histórico en que le tocó ser y estar.

Diario del Sureste aún sería y estuviera en este momento, impreso y conviviendo con la modernidad y sus herramientas. En su camino malogrado se travesaron la naturaleza y las decisiones políticas. De esto último algún día, porque existirá ese día, sabremos la historia completa de los que saben la verdad y los hechos tal cual fueron; o no la sabremos nunca, pero ello no cambia nuestro cometido y actual empresa.

¿Dije acaso que Diario del Sureste existió y fue?

Corrijo.

Rectifico.

Diario del Sureste existe y está presente. Tan es así, que estamos leyendo en este soporte digital las aportaciones de un grupo de amigos a los cuales nos une la pasión por la palabra escrita, el intercambio de opiniones, la conversación sabrosa, el diálogo nutritivo, la crítica bien llevada y que, ahora pensando mejor las cosas, nos hace mejores amigos y personas; un grupo de compañeros con los cuales mantenemos una valiosa amistad, a los cuales hemos tratado. Por otra parte, y en la misma sintonía, ha aparecido un grupo de colaboradores a los cuales leemos y a los que parece que hemos conocido de toda la vida. Diario del Sureste y su espíritu, su ángel, son el elemento aglutinador.

Los medios de comunicación, particularmente los de información, en su soporte digital e impresos se hacen necesarios e imprescindibles, sobre todo hoy en día, porque habrá que dejar constancia y testimonio escrito de la persistencia de los sueños, de la palabra que se emite, de la estética en sus múltiples manifestaciones, y de la lucha ideológica.

Quizá también suene anacrónico aquello de la idea de confrontación dialéctica. Acaso no percibimos que hay ideas que se desean imponer, incluso a la fuerza: la idea del dinero, del capitalismo, del libre comercio, en detrimento de la idea de lo social. Entonces la causa social ha de tener un soporte ideológico.

Todo momento y etapa histórica necesariamente requiere de un texto escrito, de una hoja de ruta. Este documento pueden ser los planes de gobierno, pero también es menester que existan pensamientos o conceptos en la cual se ha de sustentar la coyuntura histórica, respaldada por las ideas actuales e históricas, necesariamente adecuadas al tiempo y circunstancias geográficas, con la finalidad del bienestar comunitario y la justicia social.

Diario del Sureste cumplió con la función social de informar, de llevar el mensaje de los gobiernos identificados con las causas de conciencia y de arraigo social, dando voz a quien se sumaba al proyecto y a quien respetuosamente disentía, que es ideológicamente válido.

Pienso que el Diario del Sureste fue el elemento que sumó a aquellas personas, aquellas ideas que respaldaron, que razonaron el proceso, el momento, el fin y los medios. Un hecho casi proteico, como aquel mito de quien dio el fuego del entendimiento, y luego fue sacrificado.

Siempre habrá voces divergentes, argumentos contrarios que replicarán. Precisamente adopto este argumento contrario y me dirijo hacia lo siguiente: si ahora hay un porcentaje bajo de lectores de libros, consideren objetivamente aquellos ayeres en que la población tenía menos recursos, trabajaba más y el periódico era el único medio para informar, aleccionar y educar. Esa fue y seguirá siendo la función de los periódicos: orientar, educar, informar a las personas que tienen los elementales medios y recursos para acceder a la información diaria, y no siempre para adquirir libros.

Los periódicos son para y pertenecen a la ciudadanía, al pueblo.

Hoy prevalecen las redes sociales. Una noticia, un evento, una acción política es encausada en la autopista de la red de redes y sus vehículos: las tecnologías de la comunicación y la información. Se piensa que no es necesario un medio propio, y menos impreso, pues la noticia se circula y todos las pueden replicar.

Quizá dentro de algunos años no quede testimonio de todo cuanto haya o esté aconteciendo, no porque no haya habido los medios y modos de guardar, salvaguardar y proteger, sino porque todo fue perentorio. Porque todo fue efímero en lo fugaz, porque se vivió un momento de entusiasmo tecnológico. Llegado ese momento entonces: ¿Dónde encontraremos las fuentes? ¿Quién estudiará o valorará lo que se hizo, y lo que se dejó de hacer? Acaso si este tiempo fue una época revolucionaria o pico en el crecimiento social y el desarrollo, ¿habrá donde cotejar o comparar con otras etapas o procesos de crecimiento?

Como dijimos, convivimos a diario con la tecnología y nos parece lo normal y adecuado. Las redes sociales cumplen con informar, quizá más rápido que las agencias informativas o los medios de comunicación. Está más que comprobado que los ciudadanos cumplimos un papel de reporteros gráficos, y un video o docenas de fotografías dicen más que cualquier otro vehículo o canal informativo. Pero se hace necesario el análisis o el testimonio por escrito, la hipótesis, la teoría, el documento soporte.

En esta era de la tecnología: ¿Dónde se alojarán, donde se guardarán, y por cuánto tiempo, todos estos datos e imágenes?  ¿Se podrá hacer una retrospectiva de aquel evento, en comparación con otro semejante hace ya treinta o cuarenta años?

No creo que alguien tenga la respuesta hasta cumplido el plazo y llegados los tiempos.

Es más: me detengo y miro el inmenso valle que puede ser el olvido, la visión, y la imaginación no alcanza para calcular sus límites: Un valle desolado en la que no hay no sol ni sombras, solo una bruma que lo impide ver todo y deja percibir nada.

Conclusión

Es cierto que vivimos en un mundo donde prevalece lo visual y lo audiovisual. Pero también es cierto que somos producto de una época que se cimentó sobre las ideologías. Y aun cuando dicen los teóricos que la historia feneció, las luchas entre las ideas del mundo vigente prevalecen. Hoy en día no podemos decir que hay un pensamiento o ideario uniforme sino, al contrario, hay más diversidad, pluralidad y multiculturalidad.

Pero debe existir la tribuna y el espacio. No podemos pensar que un medio solo da noticias y foto reportajes. O solo notas rojas y sensacionalistas. Acaso quede el rojo tinto de sangre, recuerdo de un Yucatán, una Mérida en la solo hubo tragedias.

También alberga las editoriales que sustenta el día a día de un medio. La postura ante la historia diaria, ante los hechos y aconteceres. Es la columna ideológica del medio.

Posdata

Lo que ahora hacen los investigadores y expertos, un día tuvimos la iniciativa de emprenderlo: el rescate hemerográfico, una revisitación a las noticias y los aconteceres que nos han dado sustancia como pueblo y ciudad, como sociedad, como medio de información. Tuvimos, y continuamos teniendo, a las mejores plumas, imágenes y textos que permanecen entre las hojas amarillentas por la pátina del tiempo, de Diario del Sureste. Y hubiéramos continuado haciendo acopio de información de nuestra hemeroteca y del fondo fotográfico que un día conocimos y, por supuesto, del aspecto humano de los trabajadores gráficos, del celo con que guardaban sus materiales, del mundo y ambiente de la redacción, del trabajo continuo. Al compartir el material que ha quedado, nos motiva a preguntar: ¿Podremos hacer algo igual dentro de veinticinco, cincuenta, o cien años?

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