Mitsu e Hiraku (XXI)

By on noviembre 22, 2018

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‘Nadie puede asegurar que los Shinobi-no-mono desaparecieron de la faz de la tierra, como tampoco pueden dar certezas de su existencia. El misterio sigue envolviendo todo lo relativo a su leyenda.” – AYUMI KOIZUMI, Cronista

Hiso despertó todavía adolorida. Llevaba una semana entera participando en un inacabable maratón sexual con su amo y señor. En alguna de las pausas obligadas tras los intensos clímax, Kadashi le había contado todo acerca del encuentro que sostuvo con el demonio en aquel castillo británico, propiedad del sobrino nieto de Aleister Crowley.

El destino del ninja estaba sellado. Nada podía impedir su destrucción en este plano existencial. Su adicción a matar lo llevó a esa posición. Decapitar a aquella monja fue su pecado capital, así que solo le quedaba una alternativa. ¿Cuál? Aún no lo sabía. Hasta ahora a su amo solo le apetecía satisfacer su deseo carnal, haciéndola suya decenas de veces.

El último mes lo habían pasado viajando de un punto a otro, manteniendo un bajo perfil, tratando de esconderse de los miles de ojos que la Compañía tenía distribuidos por todo el mundo. Era algo realmente agotador. Para ella, la ironía alcanzaba proporciones gigantescas: No hacía mucho los que hacían eso eran Chieko e Hiroshi, perseguidos por ellos; ahora era ella la que huía, siguiendo a su señor.

Finalmente, su amado pareció quedar satisfecho. En aquella pequeña hacienda de las Tierras Bajas del Caribe en Nicaragua, tras ocho días, decidió poner una pausa a su ardor y anunció a su amante que viajarían al punto final de su gira mortal. Por la madrugada salieron de ese país por vía marítima para llegar a Guatemala, ingresando por Puerto Quetzal, para dirigirse de inmediato por vía terrestre al Puerto de Santo Tomás de Castilla, donde se refugiaron en lo que parecía ser un viejo escondite de la milicia.

 Aquellos cuartos apestaban a muerte. Seguramente en ellos decenas de inocentes habían sido torturados durante los años de dictaduras militares. Para dicha de aquella sensual japonesa, solamente descansaron allá una noche, pues muy temprano abordaron un pequeño yate, propiedad de un empresario menor para partir rumbo al siguiente punto de su viaje. Navegando mar adentro, Kadashi decidió contarle a su súbdita que su destino era Yucatán, estado ubicado en el sureste de los Estados Unidos Mexicanos.

Ingresaron a ese país cerca de Río Lagartos, dejando abandonada la nave para adentrarse en una apestosa ciénega, para luego caminar dos kilómetros entre el fango hasta llegar a una carretera federal. No les resultó difícil agenciarse de un vehículo. La belleza de Hiso fue suficiente para atraer a dos incautos cuyos cuerpos quedaron enterrados bajo el fango.

Pocas horas después, llegaron a la ciudad de Mérida, hospedándose en un lujoso hotel del llamado Paseo de Montejo donde, con renovados bríos, el macho hambriento de sexo volvió a devorar las delicias de su pareja.

Cerca de la medianoche decidieron salir a comer algo, eligiendo un pintoresco restaurante de la zona. Fue ahí donde Kadashi le reveló toda la verdad.

En su encuentro con el demonio, Kadashi supo que la única manera de evitar la extinción total era complementando un milenario ritual que requería el corazón de un ser humano en específico: el corazón de Chieko. Ella, como heredera sanguínea directa de Mitsu e Hiraku, era la llave para acceder a otro plano existencial pues en este plano, en esta realidad, estaba condenado y, por ende, Hiso también.

Siendo esa la única vía, era importante encontrar a la chica, que seguía escoltada por Hiroshi, y seguramente unos cuantos de sus hombres. Hiso no tardó en comprender que por eso estaban en Yucatán: en esa zona, donde alguna vez los mayas desarrollaron su cultura, se encontraban sus acérrimos rivales.

‘Por eso asesiné a mis generales, amada mía. En esta realidad ya no existe hombre capaz de negarse a aceptar una orden directa de la Compañía, que no acepte asesinarme.”

Kadashi fue específico en detalles claves. La sangre de Chieko era sagrada, pues dentro de su vital líquido se encontraba un gen único; en esa sangre se mantenía vivo el ADN necesario para incorporar en nuevos cuerpos el espíritu de aquellos legendarios guerreros. El demonio le había explicado todo lo que debía hacer para consumar el rito.

‘Están ocultos en una vieja hacienda henequenera, haciéndose pasar por turistas japoneses. Su ubicación me fue posible descubrirla gracias a los hechizos que ese ente maligno compartió conmigo; él también saldrá beneficiado con el rito. Ambos iremos allá esta noche, para consumar nuestros destinos. Yo me haré cargo de los vigilantes, y también de los comandos que protegen a Hiroshi y Chieko. Llegado el momento, tú deberás matarla a ella, mientras yo me encargo de su novio. Deberemos ser precisos, pues contamos apenas con segundos para completar el ritual. Debemos arrancarle el corazón a esa perra mientras aún late, cortarlo y verter gotas de sangre en este recipiente sagrado. ¿Estás preparada, querida? Estamos hablando de dejar esta realidad, esta tierra tal y como la conocemos, para adentrarnos a otro mundo del cual no sabemos absolutamente nada salvo que, cuando lleguemos a él, nadie de este plano podrá alcanzarnos. Llegaremos fusionados con parte de las almas de Mitsu e Hiraku. Nuestro grado evolutivo será completamente poderoso. Nada ni nadie podrá detenernos. Seremos líderes, seremos reyes, seremos amos…’

Continuará…

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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