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Comunicación Cortada

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Letras

XII

CON TELMEX TU CUENTA CRECE

8 de octubre de 1998

La comunicación entre los seres humanos ha sido de la mayor importancia para el desarrollo de la civilización. El dominio del lenguaje permitió perpetuar mediante la transmisión oral o la constancia gráfica, el conocimiento adquirido a través de los tiempos. De esta manera los pueblos lograron transmitir los vestigios de su cultura y establecer nuevos medios de enlace para difundir la información. En este contexto, la comunicación a distancia es de gran trascendencia y las sociedades primitivas utilizaron los métodos más simples y rudimentarios para enviar noticias y avisos: el sonido de tambores, señales de humo, palomas mensajeras, el tañido de campanas, correos a pie o a caballo.

El descubrimiento y dominio de la energía eléctrica llevó al hombre a utilizar la telegrafía mediante la clave morse y posteriormente, a otro descubrimiento que habría de revolucionar para siempre la comunicación oral: la telefonía, que es un sistema de transmisión de la voz humana o de sonidos a distancia, por la acción de corrientes eléctricas y de ondas electromagnéticas. Graham Bell inventó el teléfono en 1876 y Edison lo perfeccionó en 1887. La primera central telefónica automática entró en operación en Nueva York, hace más de un siglo, en 1889.

A partir de entonces, el teléfono se ha convertido en un instrumento indispensable para la comunicación y el progreso de los países.

El desarrollo alcanzado por nuestra nación como resultado de la Revolución Mexicana, permitió transformar las empresas extranjeras privadas de telefonía que operaban en el país, en una empresa paraestatal, Teléfonos de México, que fué en su tiempo de gran utilidad para la integración e intercomunicación de nuestro pueblo. La telefonía citadina y la rural sirvieron para acercar e identificar a las distintas regiones y núcleos de población.

Lamentablemente, la ineficiencia y los excesos del sindicalismo y del burocratismo malentendidos, dieron como resultado que la compañía telefónica estatal se convirtiese en el mejor ejemplo de lo que no debiera ser. De esta manera, cuando la fiebre de privatizaciones llegó a los teléfonos, los disgustados usuarios pensaron que, al pasar a manos privadas, mejoraría el servicio y se extenderían sus beneficios a mayores sectores de la población.

Pero muy pronto el gozo se les fue al pozo. Un monopolio estatal es malo, pero un monopolio privado es mucho peor, como lo venimos comprobando y padeciendo a diario. Con la venta de la compañía telefónica a particulares, se perdió el sentido social de la empresa, que ahora se orienta exclusivamente a la obtención de grandes utilidades, a costa de una población cautiva de usuarios que no tienen más remedio que soportar los abusos de que son víctimas, sin posibilidad de recurrir a instancia alguna que los proteja. En este sentido, la Procuraduría del Consumidor ha demostrado su incompetencia.

Los grandes intereses creados permiten hacer y deshacer a su antojo a TELMEX. El aumento de las tarifas domiciliares y comerciales ha sido desproporcionado, así como el cobro por el servicio medido. El incremento del costo del servicio no ha guardado relación alguna con el aumento de los salarios ni con los índices inflacionarios. Un usuario como el que escribe paga hoy aproximadamente diez veces de lo que solía pagar antes de la privatización. Además de que el servicio público de casetas suprimió el uso de monedas e implantó la utilización de tarjetas, fuera del alcance de las mayorías de bajos ingresos, que apenas alcanzan a comer con su salario mínimo, inferior al costo de una tarjeta telefónica.

En el servicio de larga distancia, la competencia de otras compañías ha equilibrado su costo.

Tener teléfono hoy en día es un lujo que solamente las élites económicas se pueden permitir y de quienes, por imperiosa necesidad, hacen grandes sacrificios para mantener el servicio.

Hace poco traté de comunicarme con personas de muy diversas actividades: albañil, carpintero, profesor jubilado, empleado y periodista, entre otros. Me fué imposible. Escuché invariablemente el mensaje grabado que ya es muy conocido: “Lo sentimos, el número que usted marcó está suspendido. No es necesario que lo reporte. Gracias.”

TELMEX logró por fin incomunicar al pueblo.

Pero el mayor abuso, prácticamente equiparable al asalto en despoblado, es el cobro por el servicio medido. Es norma general de todos los negocios, que, a mayor consumo, menor costo. Sin embargo, en TELMEX se rigen por la ley del embudo. Cada vez que usted hable, tiene que pagar más, sin que exista forma alguna de poder comprobar si efectivamente se realizaron los llamados contabilizados en forma unilateral por la empresa.

Los usuarios se encuentran en completo estado de indefensión. Sin que nadie los proteja del abuso.

La situación se ha hecho tan crítica, que muchas familias han tenido que renunciar a sus líneas telefónicas, ante la imposibilidad de poder cubrir el recibo mensual.

La Constitución Política en vigor, establece en el Artículo 28: “En los Estados Unidos Mexicanos, no habrá monopolios ni estancos de ninguna clase”. Determina también, en su Artículo 17: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma”. Pero estas disposiciones son letra muerta para TELMEX.

La modernización de la red telefónica, a un costo tan alto para sus suscriptores, ha tenido como consecuencia, la paradoja de ofrecer miles de nuevas líneas que nadie puede pagar.

Las ardillitas del anuncio comercial de TELMEX por televisión, saltan de gusto de una a otra línea, mientras que, en la realidad, los usuarios cautivos de la empresa telefónica, saltan de susto cuando reciben la cuenta que los deja sin línea.

Con TELMEX tu cuenta crece y tu línea desaparece.

Luis F. Peraza Lizarraga

Continuará la próxima semana…

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