Caza, deporte o asesinato

By on enero 7, 2021

“Mientras los hombres masacren a los animales, se matarán entre ellos.

Ciertamente, aquel que siembre las semillas del dolor y del asesinato no puede cosechar gozo y amor.”

Pitágoras (filósofo y matemático griego)

Una de las actividades humanas que mata más animales es la caza. Algunos pueblos indígenas se identifican a sí mismos como cazadores de una especie determinada. Los khantys de Siberia son cazadores de renos, utilizan las pieles para su ropa y refugio, su carne como alimento y sus huesos como mangos de cuchillos.

La caza es una actividad que llevaban a cabo la mayoría de los seres vivos con el objetivo de alimentarse para sobrevivir. El hombre, en tiempos prehistóricos, se ocupaba él mismo de la captura de animales para alimentarse tanto él como a su familia, al igual que la pesca y recolección de frutos, que permitió el poblamiento del planeta Tierra.

En los tiempos actuales y con la modernidad ya no es necesario practicar estas actividades para poder sobrevivir. Quienes cazan en la actualidad intentan justificar las muertes que provocan mencionando las muertes humanas causadas por animales salvajes, empleando argumentos conservacionistas al afirmar que es aceptable cazar siempre y cuando los cuerpos de los animales se coman o simplemente por el placer que les trae. No existe estadística sobre el número de animales que son matados por la caza.

La cacería con finalidad recreativa o deportiva, como algunos suelen también clasificar a este tipo de actividad, ha logrado desde hace un largo tiempo una presencia muy activa en varias sociedades y comunidades, aun siendo ampliamente condenada por asociaciones y organizaciones que defienden el Medio Ambiente, la Naturaleza y sus principales habitantes: Los Animales.

La caza es moralmente inaceptable si tenemos en cuenta los intereses de los animales no humanos. La caza también altera los patrones de migración e hibernación y destruye familias. En el caso de animales como los lobos y los gansos, que se aparean de por vida y viven en grupos familiares muy unidos, la caza puede devastar comunidades enteras.

Los animales cazados deben enfrentarse al miedo y al dolor, para luego ser privados de sus vidas. Si entendemos que el especismo carece de justificación, y tenemos en cuenta los intereses de los animales no humanos, es evidente que el placer experimentado por quienes cazan no puede justificar el dolor sufrido por los animales.

Los cazadores desestabilizan la selección natural ya que prefieren matar a los animales más grandes y más fuertes. Sin ser alterado por los humanos, el delicado equilibrio de los ecosistemas de la Naturaleza asegura la supervivencia de la mayoría de las especies. Los depredadores naturales ayudan a mantener este equilibrio matando solo a los individuos más enfermos y débiles. No se matan nunca seres humanos con el fin de preservar un ecosistema. Los ecosistemas no son sintientes: no pueden sentir dolor, y solamente son importantes en la medida en que mejoran o empeoran la vida de los individuos sintientes.

Los animales con sistema nervioso centralizado son individuos sintientes. Se debería dar prioridad moral a los animales sobre los ecosistemas, al igual que se hace con los seres humanos. Esta es la razón por la que cazar para conservar una determinada configuración del ecosistema no es una razón legítima para matar animales.

Los cazadores, sin embargo, se esfuerzan por matar a los animales que les gustaría colgar sobre la chimenea, generalmente los más grandes y más robustos, que son necesarios para mantener fuerte el acervo genético. Este “trofeo de caza” a menudo debilita al resto de la población de esa especie.

Quienes cazan matan a prácticamente todo tipo de animales grandes en lo que se llama “caza mayor”. Entre las víctimas se incluyen animales como elefantes, osos, rinocerontes y leones.

Hay otras formas de “caza de trofeos” dirigidas hacia pequeñas aves y mamíferos. Hoy en día, quienes cazan suelen matar animales con rifles, aunque en algunos países ha sido una tradición cazar ciertos animales con perros, que ayudan a detectar a las presas y las matan. En otros casos, las víctimas son cazadas con arcos y flechas, o incluso lanzas.

Algunas formas de caza se realizan de manera legal, otras son ilegales. La caza ilegal suele denominarse “furtiva”. Puede practicarse por ocio o por razones económicas. En algunos países la caza furtiva puede provocar la muerte de tantos animales como la caza legal.

Los animales cazados, como los ciervos, sufren un estrés extremo y se ven obligados a experimentar condiciones que están muy lejos de sus límites normales. Cuando son perseguidos, los ciervos huyen hasta agotarse. Lo hacen por miedo, que aumenta cuando descubren que no pueden escapar. Sufren terror psicológico todo el tiempo hasta que mueren.

El miedo a la muerte es horrible. Uno de estos indicadores es el nivel de las hormonas del estrés, como el cortisol. Se ha descubierto que los animales cazados tienen concentraciones de cortisol que indican un gran estrés fisiológico y psicológico. En un estudio los niveles de cortisol de ciervos cazados se encontraban en niveles nunca observados en ciervos, incluso después de haber realizado actividad física extenuante.

Dichos niveles son muy difíciles de explicar si no concluimos que se deben a un nivel muy alto de estrés psicológico. Otros indicadores incluyen daño muscular, daño a las células rojas y agotamiento de glucógeno en la sangre, que luego se convierte en la glucosa necesaria para la alimentación de los músculos.

Los ciervos experimentan estrés tanto físico como psicológico. Durante la caza, los ciervos no tienen la opción de continuar o no; se ven forzados a correr más allá de su capacidad normal hasta que ya no pueden más. Son impulsados por el miedo a la captura y a la muerte.

Algo similar sucede con otros animales, como los alces y otros herbívoros perseguidos por quienes practican la caza. Otros animales más pequeños sufren igualmente cuando son cazados. Los carnívoros que son cazados también pueden estresarse de manera extrema durante la caza.

Muchos animales que escapan de los cazadores mueren por otras razones. Pueden lastimarse al caer tratando de evitar los obstáculos mientras huyen en pánico. También pueden correr hacia zonas suburbanas o carreteras donde son atropellados por automóviles, o matados por otros seres humanos.

Cuando los animales heridos logran escapar, tendrán que vivir con el dolor de las heridas que recibieron, que a menudo son crónicas. Pueden pasar semanas hasta que un animal herido muere. Muchos de estos animales no mueren por el daño directo de sus heridas, sino porque estas les impiden llevar a cabo sus actividades normales. Muchos simplemente mueren por inanición, debido a que sus lesiones les impiden encontrar comida.

Otros animales que pueden sufrir debido a la caza son los perros utilizados en esta actividad. Cuando no son lo suficientemente útiles, pueden ser vendidos, abandonados o matados, a veces colgándolos de un árbol. En muchas ocasiones los perros se pierden mientras cazan en la naturaleza, donde sus posibilidades de sobrevivir son limitadas.

Los animales que han estado en contacto con quienes practican la caza tratan de evitar a los seres humanos en la medida de lo posible. Debido al temor a ser cazados, no se arriesgan a comer en lugares donde son más visibles, y por ello pueden sufrir inanición. En ecología esto se llama “ecología del miedo”, y ocurre cuando las posibles presas temen a los depredadores. También puede suceder con seres humanos depredadores.

Las presas objetivo de los Cazadores no son las únicas que sufren. Accidentes durante la cacería destruyen propiedades y hieren y matan a caballos, vacas, perros, gatos, excursionistas y otros cazadores.

Nunca debemos olvidar que los animales sienten. Los animales no humanos tienen experiencias sensitivas que les permiten constituirse como realidades biológicas que interactúan con su medio; pueden crecer, enfermar, experimentar situaciones de placer, de juego, de felicidad, o de dolor, sufrimiento o estrés. Además, interactúan socialmente con otros animales de la misma especie o de otra diferente.

Muchos mamíferos de diferentes especies, aves y seres invertebrados expresan conductas morales como igualdad, empatía, confianza o reciprocidad. «La presencia de estos comportamientos revela un rango de emociones que se dan en individuos complejos, inteligentes, con una conducta flexible que se adapta a las circunstancias individuales». El ejemplo lo encontramos en escenas en las que los animales guardan duelo por otro que ha muerto, o cuidan al que es más pequeño o está herido.

Estas conductas morales tienen relación con unos sentimientos que pueden estar presentes en todos los individuos sociales que deben aprender reglas al vivir en comunidad, como los humanos y muchas otras especies. «Pero lo relevante no es la presencia de esas capacidades, sino que los animales son sintientes, que experimentan estados de dolor y felicidad, que pueden verse afectados por nuestras acciones u omisiones. Y a través de ellas nosotros podemos crear un mundo que sea más considerado y justo con todos los animales sintientes.»

Lo único de valor que posee un animal es su VIDA.

No se la arrebates…

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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