Cápsulas sobre el Amor y el Sexo en la Historia y el Presente – II

By on abril 15, 2021

II

Dr. José Ochoa Quintana

COSMOVISIÓN Y SEXO – En el mundo mesoamericano, LO FEMENINO se identifica, entre otras cosas, con la Luna, la Tierra, el agua, la oscuridad, la muerte, la sexualidad, la época de lluvias, el poniente y el norte; por otro lado, LO MASCULINO se identifica con la hoguera, la luz, la vida, el maíz, la fuerza, el águila, la gloria, lo de arriba, la época de secas, el oriente y el sur; pero todo ello interactúa en constantes ciclos, pues lo femenino, que es muerte, será la fuente de vida, y lo masculino, que es vida, será el antecedente de la muerte. Los tarascos y los mexicas, asociados a la parte masculina del cosmos, perseguían la gloria militar.

SOCIOLOGÍA – En los pueblos orientales, donde la religión no predica que el amor erótico sea pecado, ven y practican el sexo como lo más natural del mundo, dándole más lugar al cortejo, a las caricias, al beso y abrazos, que es finalmente lo que diferencia al hombre de los animales. Sexo sin amor es puro sexo, solo se puede disfrutar del sexo cuando hay ternura y afecto.

EN LA INDIA. Desde la época védica ha jugado un papel importante la sexualidad, pero es hasta el tantrismo, hacia el siglo VI, que las prácticas sexuales son consideradas como un medio para obtener la perfección espiritual y la absoluta libertad. Toda mujer desnuda encarna la Naturaleza, por lo tanto, hay que mirarla con la misma admiración y el mismo desapego que al considerar el secreto insondable de la Naturaleza, su capacidad ilimitada de creación. La desnudez ritual de la yoguini tiene un valor místico intrínseco, la compañera del rito se convierte en una diosa. La unión sexual se debe transformar en un ritual mediante el cual la pareja humana se convierte en divina, logrando la inmovilidad y supresión del pensamiento para llegar a la suprema felicidad del descubrimiento de la Unidad, la Divinidad.

Los pueblos asiáticos han demostrado que la verdadera religión es el amor, que nace del sexo practicado con amor.

La gente que enseñó al hombre a estar en contra del sexo es la responsable de que la mente del hombre esté llena de sexo, pero de sexo pervertido.

Algunas religiones, como las monoteístas, nos han enseñado que el sexo es una violación de las leyes de Dios. ¡Qué tontería! Nuestra sociedad sólo se verá liberada del fantasma malsano del sexo si se habla de él en forma racional y sana. En nombre de la religión se ha impedido el conocimiento del sexo, presentándolo como algo malo y, por lo tanto, prohibido. Desde niños se nos maleduca en esa línea, crecemos bombardeados por películas, libros, fotos y televisión, con mensajes publicitarios de mujeres excitantes, sexis y apetitosas, que nos ofrecen el fruto prohibido, con pornografía y chistes vulgares contra la mujer. El resultado ha sido la degradación del sexo y que la gente acaba por creer que el sexo no tiene nada que ver con el amor. Por ello, con malicia, desde niños, estamos espiando para ver algo de lo que se relaciona con el sexo: a la niña que se le levanta el vestido, a la mujer que al agacharse deja ver algo más por el escote de su blusa, o a la señora que el viento le vuela el vestido. No es así en nuestro mundo indígena, en el cual, en zonas no contaminadas aún por las costumbres y la religión del mundo occidental y europeo, las muchachas mayas, al moler el maíz se descubren el torso, esa es la costumbre ancestral, también al subir el agua del fondo de los cenotes por medio de malacates. Recordemos que las tarascas no portaban ropa en el torso. ¡Pero cómo nos doblegamos admirando sanamente a la madre que con sus pechos nutre y da vida a un niño al amamantarlo! Por eso es el símbolo del Seguro Social.

En Europa, hasta no hace mucho tiempo, y también en la época de la Colonia en México, había sacerdotes que aconsejaban “la Noche de Tobías” a los que se iban a casar; es una vieja devoción para que después de la boda los recién casados guarden tres días de abstinencia, además lo llaman virtud; no sólo eso, sino que la Iglesia Católica se ha abrogado el derecho de decidir sobre la forma en que se debe tener una relación sexual; dicen que la única forma permitida es estando el hombre sobre la mujer, porque así nos hizo Dios, desde Adán, en que se establece una superioridad del varón, pues sin su costilla la mujer no existiría, por lo tanto el varón debe estar arriba; todas las demás poses que se puedan imaginar, por placenteras que le parezcan a la pareja, no estaban autorizadas por la Iglesia y eran pecaminosas. En cuanto al orgasmo, en el varón es normal, como un hecho necesario para la reproducción; pero, en cuanto a las mujeres, consideran que es producto de la lujuria y por lo tanto debe evitarse.

Entre los mayas se considera que en el acto sexual el ch´ulel, alma o energía sagrada, sale del cuerpo, por lo que se le da importancia a la práctica mística y sagrada en el matrimonio.

A fines del S. XIX en Angagua, Michoacán, Karl Lumholtz, en su libro México Desconocido, comenta que se practicaba aún la antigua ceremonia nupcial de los purépechas: la madrina de los desposados por la noche tiende una sábana sobre el petate que ha de servir de lecho nupcial y se retira discretamente; por la mañana entra y, en caso de que descubra la inequívoca prueba que busca, la mancha de sangre por la virginidad perdida, se presenta alborozada entre los concurrentes y levantando la sábana grita “Huatzali” -estaba virgen-, se llenan de alegría los corazones y sus labios repiten las felices nuevas y, pues ¡que toque la música! Si la inspección de la sábana no resulta favorable para la novia, la madrina comunica primeramente la infausta noticia a los padres de la novia. Ya no habrá fiesta, y los convidados se van a sus casas, no sin manifestar su desaprobación, destruyendo todos los regalos hechos a la novia, consistentes por completo en loza de barro, la cual tiene que recomponer la novia como castigo.

MATRIMONIO. En la Historia, ha sido mayor el tiempo en el que ha imperado la costumbre de que los matrimonios sean arreglados por familiares, o con la intervención de consejeros religiosos o políticos, quedando en segundo término el matrimonio por amor, escogido libremente por la pareja. Esto se sigue practicando, por ejemplo, en la India o entre los Aymara o incas de los Andes, y entre los grupos de poder, como son las casas reales. Este tema es tan interesante que mediante matrimonios arreglados se han integrado reinos y países, o armado conflictos como los de Enrique VIII de Inglaterra con el papado y España, o como el del Condado de Barcelona y el reino de España. También se dan casos en los que la mujer no acepta esas decisiones, como Leonor de Aquitania, esposa del rey de Francia, que para controlarla se la llevó con él a las Cruzadas. Sin embargo, ahí mismo le era infiel con quien podía; ni el Papa la pudo controlar, a pesar de su intervención personal.

Entre los purépechas se permitía casarse entre primos, incluso tío con sobrina, y con las cuñadas, cuando había muerto su marido; también con las hijastras, solamente no se casaban con las hermanas, hijas, mamás, ni los hombres con las tías; se podía tener varias esposas, lo cual era común entre los Señores, pues las familias estaban ligadas a la tierra y necesitaban gente para cultivarla.

No se casaban Señores con la gente sencilla; generalmente eran los padres quienes concertaban las bodas. A los guerreros distinguidos se les premiaba con hijas de la nobleza, e incluso con hijas del Irecha, el rey. También había matrimonios por amor, pero no en la clase dominante.

A las BRUJAS, sobre todo a partir de 1420, se les asociaba con el demonio, con quien supuestamente realizaban orgías por lo cual, y por otros delitos que les imputaban, se organizaron grandes matanzas tanto en la hoguera, por la Inquisición, como por ahorcamiento, por el poder civil, desatando verdaderas cacerías de brujas, calculadas por algunos entre ochenta y cien mil víctimas.

En el Medioevo se utilizaron los cinturones de castidad, verdaderas armaduras para impedir las relaciones sexuales de las esposas, a quienes se les dejaba con ese aparato mientras el marido emprendía un largo viaje, como lo era en la época de las Cruzadas. Sin embargo, como se sabe, algunos lograron burlas esas supuestas protecciones de virginidad.

Quizá sea más sano, en alguna forma, la permisión de tener varias esposas, como en varios pueblos de la antigüedad y aún hoy entre los musulmanes ya que su fundador, Mahoma, tuvo trece esposas, de las cuales la mayoría eran viudas, casándose con ellas como un acto de caridad. Por eso los musulmanes pueden tener varias esposas.

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