Antuán, Antoine, Antonio

By on diciembre 15, 2022

Apuntes desde mi casa

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No tengo la costumbre de hablar por teléfono durante largo rato. Prefiero conversar cara a cara con una taza de café en la mano, y reservar las llamadas telefónicas a un orden de mensajes concretos o para abreviar distancias. Esta regla privada la rompo, excepcionalmente, cuando se trata de Antonio Saravia, Antuán.

(Al no ser de carácter personal, me atrevo a mencionar estas llamadas como tema de comunicación en el espacio editorial que se me brinda, porque Antonio es un personaje conocido y querido en Nuevo Laredo y, porque escucharlo por teléfono es como meterse a un pequeño teatro en el de una escena de O’Neill, Shakespeare o Pirandello).

En un promedio de dos veces al mes disfruto de su voz al otro lado de la línea, pues siempre tiene algo interesante por decir. Me da la impresión de que, antes de llamar, dispone ordenadamente los temas que abordará. Lo hace sin grandes rodeos pero con tal encanto, que los minutos se diluyen al oído.

En esas ocasiones lo imagino –no sé por qué– de pie, enredando el cable sus dedos. Antonio tan apuesto y con esos ojos tan azules. Gentilísimo, denota una educación de buena cuna. Numerosas veces le he dicho que su caballerosidad es un emblema personal, una cualidad cada vez más escasa de encontrar en los varones.

Me gusta imaginar, también, cómo está vestido en esos momentos. Le quedan tan bien las boinas, los chalecos, las camisas retro, toda suerte de prendas raras que quién sabe dónde consigue y se le acomodan de manera casual. Una vez lo vi de lejos, cruzando a pie el puente internacional número uno, en pleno invierno. Portaba un abrigo largo semejante a los que se usaron en la Segunda Guerra mundial, bufanda gruesa y gorra estilo militar. Sólo le faltaban las condecoraciones. Muy erguido, se diría que estaba desfilando o tal vez para sus adentros interpretaba a un oficial de la Gestapo, pues su vida es la actuación y ha destacado en ella. Lo contemplé arrobada. Nadie se atrevería a usar –con tanto garbo– un vestuario similar.

Por encima de sus facetas como director teatral, artista plástico, escritor y activista en favor de los derechos humanos, se impone invariablemente la de actor. Solemos celebrar algunas fechas familiares al calor de su compañía y en esas reuniones todos esperamos el momento de magia que se crea cuando apaga ciertas luces y selecciona determinada música: enmudecen nuestras voces mientras la suya entona las frases de un monólogo, un poema, un relato… Concluye su actuación sin que salgamos pronto del trance al que nos somete, por eso demoran a veces los aplausos.

Así, cuando hablamos por teléfono, Antuán pinta de colores las palabras, le pone marco escenográfico a sus anécdotas y le da entonación dramática o festiva a sus noticias. Por eso, excepcionalmente converso con el auricular sobre el hombro, cuando se trata de mi amigo Saravia, pues ¿quién podría resistirse a la llamada de alguien tan cautivador como él? ¿Quién?

Paloma Bello

Continuará la próxima semana…

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