El Dr. Raúl Vela Sosa, Medalla Eligio Ancona 2018

By on septiembre 21, 2018

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César Ramón González Rosado

El Dr. Raúl Vela Sosa, brillante economista de talla universal, la noche del 13 de septiembre del presente, ante un público que abarrotó por completo el flamante auditorio del Palacio de la Música, recibió la Medalla “Eligio Ancona” que otorga la Universidad de Yucatán a personajes que se han distinguido por sus aportes a la ciencia, las artes, la investigación, la academia y la cultura en general, puestos al servicio del pueblo que cobijó sus talentos y desarrollo profesional o artístico.

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Un acto impresionante fue este evento: el Dr. Vela Sosa no solamente recibió el reconocimiento que en sí representa la Medalla Eligio Ancona, las nutridas y prolongadas ovaciones que recibió de un público emocionado rubricaron y legitimaron el otorgamiento de tan importante presea.

Y vino lo mejor: Una elegante, conceptuosa, bien hilvanada y pronunciada pieza oratoria por parte del recipiendario mantuvo absorto a un público que no siempre tiene la fortuna de escuchar la palabra de alguien que es, sin exagerar, un seguidor del gran Demóstenes, aquel orador de Atenas que fue uno de los más relevantes de la historia.

Presidió el evento el Sr. Gobernador Constitucional del Estado, Lic. Rolando Zapata Bello; y en el presídium el Sr. Rector de la Universidad de Yucatán, Dr. José de Jesús Williams; la actriz y escritora Xail Espadas Ancona, bisnieta de don Eligio Ancona, diríamos en representación de su ilustre bisabuelo, Benemérito del Estado, así como otras personalidades del medio cultural e intelectual.

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A continuación, las palabras emitidas por el Dr. Vela Sosa al recibir su reconocimiento:

Primero que todo, permítanme iniciar con tres palabras: gratitud, orgullo y entusiasmo.

Gratitud a los miembros del jurado nombrados por el Consejo de la Universidad Autónoma de Yucatán, y a todos aquellos que contribuyeron a los logros que hoy se destacan como méritos de mi persona. Mucho de lo aquí mencionado se hizo en equipo. A la Confederación de Profesionistas de la Península y a la veintena de Colegios y Asociaciones que agrupa por hacer la propuesta. A todos los presentes.

En los años 70 llegó a México el presidente chileno Salvador Allende. Su memorable discurso en la Universidad de Guadalajara fue un testimonio de lo que un luchador social esperaba de las nuevas generaciones. Hoy es posible encontrar esa conferencia en video en internet, entonces nos teníamos que conformar con una versión estenográfica reproducida en esténcil e impresa en mimeógrafo.

Me llamó la atención una frase en la que se refirió a que existen “jóvenes viejos y viejos jóvenes”, los primeros son los que aun teniendo edad de luchar son conformistas y los segundos los que, no obstante su años vividos, siguen pensando en los cambios. Digo que siempre me llamó la atención porque me gustó la lógica contrastante del planteamiento, pero no pude en ese tiempo entender la magnitud de la preocupación de Allende.

Pasaron años para que de manera vivencial comprendiera lo trágico que puede ser para los jóvenes y su futuro ser conformistas y transformase en retrógrados y en una pérdida generacional. Y digo experiencia vivencial, porque fue cuando escuché a jóvenes expresarse con discursos viejos, cuando me vino la luz del gran significado de la frase del malogrado presidente andino.

Mi formación como economista me llevó a conocer y hacer amistad con el maestro Jesús Silva Herzog, el abuelo. Uno de los fundadores de la carrera de Economía en la universidad nacional y por tanto en el país, redactor del estudio socioeconómico que sirvió de base para la resolución de la Suprema Corte que dio la razón a los obreros en el conflicto laboral, que no acataron las empresas petroleras extranjeras, por tanto, derivó en la Expropiación petrolera por parte del presidente Lázaro Cárdenas en 1938.

Don Jesús además de ser un destacado economista, era un extraordinario historiador e intelectual progresista con reconocimiento internacional, fundó y dirigió hasta su muerte la prestigiada revista-libro “Cuadernos Americanos”, donde escribía lo más representativo de la intelectualidad latinoamericana, en las artes y las ciencias.

Hablaba de los orígenes y pendientes de la revolución mexicana, de los fenómenos sociales de su tiempo; tenía ya 90 años de edad, y lo que más me impresionó fue la forma en que relacionaba la historia, la economía y la literatura.

A la vez, en el mismo espacio geográfico de América Latina de la segunda posguerra, se venía consolidando una corriente de pensamiento económico definida como estructuralista, con una visión sobre las distorsiones de un modelo vigente de centro-periferia, en donde el centro tiene todas las ventajas y la periferia subsiste en el subdesarrollo. El resultado, el mismo: alguien gana y muchos pierden.

Entonces estamos ante una relación paralela del arte y la economía en un contexto histórico, con la misma preocupación y con el mismo compromiso, ante una constante compartida: Alguien gana y muchos pierden.

Ahora entenderán algunos por qué un economista se ha comprometido mucho con el desarrollo cultural.

Esta experiencia la podemos alinear en México en la relación de Educación y Cultura.

Las expresiones culturales han acompañado el aprendizaje del pueblo mexicano, en la escuela y en los espacios públicos en donde se muestra el arte. Así las manifestaciones artísticas se convierten en riqueza social y en valor histórico.

A través de las formas de comunicación artística se han producido obras que contribuyen a la preservación y la comprensión de la historia de México. Lo que yo llamo una Pedagogía Artística Patria.

Fue en la Academia Yucatanense de Ciencias y Artes donde entendí la responsabilidad social del trabajo intelectual. Tuve la gran oportunidad de que hombres de la talla de Leopoldo Peniche Vallado, Antonio Betancourt Pérez, Renán Irigoyen, Conrado Menéndez, Emilio Vera, Salvador Rodríguez Losa, Gilberto Balam Pereira, Oswaldo Baqueiro López y otros, no sólo me adoptaran en su seno (así como a otros jóvenes) sino que decidieran elegirme su presidente en la Academia. Periodo en el que salí adelante con los consejos de tantos personajes representativos de la inteligencia local. Pero también conviví y me dieron su confianza damas brillantes como Antonia Jiménez Trava, Nidia Esther Rosado, Elvia Rodríguez, Candelaria Souza, Beatriz Rodríguez, Ofelia y Paloma Bello, entre otras.

Yo afirmo que la Educación y la Cultura son las dos orillas de un mismo río.

El acceso a la educación y a la cultura están definidos como derechos humanos. Son derechos obligados en México, de los llamados progresivos y continuos en el derecho internacional convencional a partir del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y se engloban en el concepto de Derecho al Desarrollo.

Y este, el derecho al desarrollo, es el territorio en el que he trabajo en los últimos 40 años, desde la academia, la política pública y la sociedad civil profesional.

Hacer política educativa y cultural desde el Estado es un asunto de responsabilidad social. Concebir contenidos, establecer programas, construir proyectos, es en la educación y en la cultura un aspecto fundamental del desarrollo humano.

Hay que concebir a la Educación y la cultura como bienes públicos y como generadores de valor público.

Ahora en México se debate sobre la Reforma Educativa. Quisiera dar una opinión sobre mi visión de esta problemática.

Creo que es insuficiente basar el modelo educativo en la formación “en competencias”, cuando es notorio que el mundo vive en una competencia desigual, en un intercambio desigual. Hay que formar, pero para construir “ventajas”. Que los conocimientos sirvan para obtener capacidades para hacer cosas distintas y nuevas.

Entonces hay que construir el valor añadido de la educación dando contenidos a partir de construir ventajas, como elemento diferenciador para el éxito. Construir la ventaja relativa, la ventaja competitiva, la ventaja de la innovación.

Pero para la reformulación del modelo educativo y que sea viable se requieren instituciones fuertes o nuevas instituciones, de cómo éstas se vinculan con los ciudadanos y de cómo entienden la trayectoria del ciclo global.

Para esto será necesario una reestructuración del sistema educativo nacional, que soporte y garantice la movilidad social a partir de una buena educación, por un lado, y una eficaz política social, por otro.

Esto sólo se podrá lograr a partir de introducirnos en una reforma profunda del Estado mexicano que defina un cambio de tendencia y propósitos del patrón de crecimiento interno y de nuestras relaciones con el exterior.

En la estructura debemos construir un modelo de crecimiento sí, pero con desarrollo distributivo, socialmente incluyente y sostenible. No es fácil, pero es posible, con voluntad política y con compromiso.

La Economía cultural o como se le quiera llamar es una forma de creatividad, en donde el arte y la cultura tienen una función directa en una cadena de valor creativa. Los contenidos se transforman a través del ciclo creación, producción, distribución, comercialización y consumo.

El talento creativo e innovador está presente en los bienes y servicios que, como el arte, el diseño, los libros, las pinturas, los videos, las películas, las artesanías, y llevan consigo un valor simbólico intangible que supera su valor de uso.

En los fenómenos innovadores están presentes interactuando la ciencia, la tecnología y la cultura.

El futuro del desarrollo cultural no puede estar en la reiteración de tópicos, está en verlo desde el enfoque del valor tradicional articulado con lo innovador. Como fuente generadora de oportunidades y para fortalecer el engranaje de la textura social, a partir del talento creativo.

En estos tiempos tenemos que estar preparados para las transformaciones mundiales. Estamos inmersos en un proceso de transición que dará lugar a un cambio de civilización.

Se ha intensificado el proceso de concentración de la riqueza en unos cuantos, y se ha profundizado la brecha entre los que más y menos tienen, observándose mayor incidencia en las desigualdades sociales.

Así se ha venido construyendo una sociedad de consumo que supone que las personas se ubican en un estatus social, a partir de lo material que tienen la oportunidad de obtener y la capacidad de acumular.

Esto fue posible porque se ha podido desplazar a los valores culturales regionales y nacionales, desde una estrategia de expansión de nuevos modos de conducta que el patrón globalizador impuso y con ello la definición de nuevas formas de comportarse en la globalidad.

En el corto plazo lo estamos viviendo desde dos vertientes: la nueva geopolítica y la revolución digital. Y a todos nos afectará.

La nueva geopolítica nos viene del germen de los nacionalismos globales y de la nueva correlación de fuerzas entre las potencias mundiales. China, Rusia, India, están consolidándose en zonas en el mundo con mayor dinámica y con mejor escala de influencia global en los próximos años, que buscarán una mayor influencia cultural y reducir la occidentalización del mundo.

La revolución digital. En apariencia esta nueva tendencia pareciera que lleva a las sociedades a condiciones más igualitarias, pero es más complejo. Las esferas digital, física y biológica se combinarán. En la nueva era no sólo cambiará cómo hacemos las cosas sino quiénes somos.

Para resistir todo ello tenemos dos fuentes impulsoras: la educación y la cultura.

Para fortalecer esa resistencia al avasallamiento de los fenómenos descritos, la educación debe ser entendida como la formación para la vida a través de los aprendizajes basados en nuevos conocimientos y en los valores de convivencia social, y la cultura como la riqueza ancestral acumulada que se revalora, da paso a nuevas expresiones y nos crea y consolida la identidad.

Las sociedades que logren articular y fortalecer los valores del aprendizaje y la herencia cultural como las bases sólidas para el desarrollo del pensamiento colectivo de sus miembros, estarán en posibilidad de hacer frente a las condiciones que impone el poder trasnacionalizador del patrón globalizador, y podrán obtener ventajas en esta concurrencia de competencias desiguales. Debemos pensar global, pero actuar local.

Se ha dicho aquí que he acuñado la tesis de “la competitividad internacional de la producción cultural yucateca”. Y es correcto.

Yo afirmo que la originalidad del producto cultural yucateco y el reconocimiento a las prácticas culturales yucatecas, son ese valor añadido que nos puede dar ventaja para la relevancia internacional.

De los muchos ejemplos que tenemos de riqueza artística, menciono con orgullo a la Orquesta Típica Yucalpetén, a la que en algún momento definí como “La más destacada representación nativa del arte musical regional”. Afirmación que sostengo.

Estoy convencido que con estas fortalezas Yucatán debe abrir un diálogo cultural de cooperación e intercambio con el mundo, convertirse en puente de culturas. Tenemos a los artistas, tenemos a los creadores, tenemos a los investigadores, tenemos la calidad.

Esa debe ser nuestra respuesta ante los cambios mundiales, convertirnos en una sociedad de creadores. Tendremos que ver a la cultura desde el enfoque de la innovación.

Desplegar nuestra función creativa pero también transformadora, que sea nuestra marca de la época. Con respeto y protección a las expresiones culturales tradicionales y a nuestro patrimonio, pero consientes de la necesidad de cambios en la generación y organización del valor cultural nuestro. No olvidemos que el ambiente cultural es lo que favorece al desarrollo.

El espíritu que impulsó en Yucatán la creación de la Universidad en 1922 se nutrió de la idea de que ante la imposibilidad de redistribuir con justicia el producto generado en la esfera de valor, es decir la producción de bienes, la universidad entonces distribuiría la riqueza intelectual a través del conocimiento, en condiciones de igualdad. Este era el ideario de Felipe Carrillo Puerto.

La Universidad Autónoma de Yucatán es esa institución, que ha contribuido a la movilidad social de sus egresados. Ha transferido conocimientos científicos y valor cultural a sus alumnos y a la sociedad

La transferencia de conocimientos a la sociedad se distingue por que la apropiación de conocimientos de la colectividad es entendida como capital intelectual social, y a cada profesionista en particular se le reconoce por su accionar y por ello se convierte en un agente con relaciones de influencia en su entorno.

El acumulado de valor en conocimientos y en valor cultural que nuestra universidad ha transferido a la sociedad a través de sus egresados es enorme.

Por otra parte, si construimos una gráfica con la curva de matrícula de la UADY de las últimas tres décadas, veremos que la población más atendida la compone el segmento de hijos de familias con ingresos medios y bajos.

Adicionalmente en los últimos cuatros años el incremento de la oferta de lugares de nuevo ingreso en la UADY, ha logrado construir un “bono de matrícula” en donde se manifiesta la vigencia de ese efecto redistributivo como una característica estructural de tendencia irreversible, que afianza su impacto directo en el futuro de los estudiantes y en la vida de los egresados.

La innovación se confronta contra los intereses que representan el monopolio de la inercia y las corrientes conservadoras simplistas, que distorsionan la construcción de nuevos horizontes.

Serán los jóvenes de hoy los que enfrenten los nuevos desafíos, pero seremos “los viejos jóvenes” los responsables de construir hoy un presente que aliente las oportunidades para el futuro.

Los acontecimientos político-electorales recientes en el país dejan claro que estamos ante el fin de un largo ciclo mexicano. Los jóvenes redactarán su propio capítulo de la historia que será en las nuevas condiciones de desarrollo que se logren construir en los tiempos que vienen.

Esta noche tengo el alto honor de recibir esta importante distinción que otorga el gobierno del estado y que confiere la Universidad Autónoma de Yucatán.

Deseo destacar que la recibo a nombre de todos y cada uno de los que han sido mis alumnos a lo largo de mi vida en el magisterio universitario.

 

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