El ‘Pato’ Javier González Rubio – IV

By on noviembre 11, 2022

Colonia Yucatán

El “Pato” Francisco Javier González Rubio recordó cómo se concretó su ingreso a la fábrica de Colonia Yucatán, pese a que aún era un adolescente.

Pues un día a la hora de la comida me fue a ver mi hermano Antonio. Me preguntó si quería entrar a trabajar a la fábrica. ‘¿Será que me acepten? Voy a cumplir 15 años.’ ‘Mira, está fácil mi trabajo,’ me dijo que yo lo iba a suplir ya que lo iban a pasar a otro departamento a medir la madera que entraba a la fábrica, la carga de pies de madera. ‘Ta’ bueno,’ le dije. Habló con mi papá, lo autorizó y fuimos a hablar con don Pancho Rejón. Me preguntó mi edad: ’15 voy a cumplir…’ ‘Híjole, a ver si no nos pone peros el ingeniero.’ ‘¿Dónde va a estar?’ ‘En peso y empaque, en mi lugar,’ respondió mi hermano Campeón, ‘es fácil, don Panchito.’ ‘Bueno, que hable con tu jefe don Eligio Cetina, tío de Pepe, era el macizo de peso y empaque. Me explicaron lo que iba a hacer: ‘Vas a buscar los cabezales en la sierrita, ahí están los cartones, la tinta, todo lo que necesita el fardo para el empaque.’ Pues eso hacía; era por parejas, Nas Chan, Pedro Campos, el esposo de Chucha Álvarez, Nicolás Mejía y el Gato Romero, que vivía cerca de don Ramiro Villalobos y era de Tizimín, tomó cursillo con nosotros.

Bueno, pues llegaba el día que había mucha demanda, que hasta cuaro parejas trabajaban por turno. Había mucha chamba, había que cortar cartón a la medida y me iba a buscar los rollos al almacén, en la bodega donde se cargaba material porque allá había espacio; allá lo cortaba a la medida. Nunca me ganaron, o sea, que se me amontone el trabajo y me atrase. Te digo, estaba yo chamaco, 15 años tenía cuando ya me pagaron mi jornal completo de $ 9.55. Ya checaba tarjeta, pero no me acuerdo que número tenía. Sólo era un turno, de 6.30 hasta las 3.30.

Mucho tiempo trabajé allá. De eso, don Eligio me agarró coraje ya que nunca pudo regañarme; porque era su mole que te regañe para demostrar que es buen jefe. En el departamento de Acabados estaba Dolores Piña, Arnaldo Rosado; el jefe de ellos era don Rach Serrato. Luego me dijeron que pase al taller mecánico de ayudante; Nito Aban me explicó que, cuando paren al medio día las máquinas, les teníamos que dar mantenimiento. ‘Nosotros vamos a comer a las 12.30,’ me dijo. Una semana me dio entrenamiento, iba hasta el parque a aceitar los columpios, a los boliches.

En la fábrica me llevé una buena quemada en una secadora, estaba hirviendo y tenía que aceitarla. Me descuidé y me quemé el brazo, me descuidé a pesar de que siempre me lo advertían. En la grúa me subía con mi aceitera, la paraban ese momento para que lo aceitara; a pesar de que estaba alto y estrecho, lo caminaba…

Bueno, de allá me pasaron a los tornos con el Chel Carrillo, el papá del mudito, era el tornero y yo su ayudante. Le caí bien porque lo retábamos a que nos gane, yo y otro joven; era lujo de los torneros amontonarle la chapa a los ayudantes y se morían de risa, pero a nosotros nunca nos ganaron. Por eso nos decían ‘locos’, porque lo vacilábamos, hasta bailábamos en el trabajo, recuerda siempre con una sonrisa el que fue integrante del 63º cursillo de Cristiandad al que el inolvidable Padre Andrés Lizama Ruiz llevó. El padre Andrés fue el que más integrantes de la Colonia ha llevado a tomar cursillo en ese tiempo, comenta mientras muestra su librito con los nombres y las firmas de los que en ese tiempo asistieron al cursillo, siendo rector el padre Emilio Bueno y Bueno, junto con el Pbro. Fernando Castro Andrade.

Doña Josefina Díaz Aguilar y su esposo, el famoso “Pato” Francisco Javier González Rubio, distinguidos personajes en la historia de la Colonia Yucatán.

Otro que nos vacilaba mucho en la fábrica era don Arturo Tello. Yo lo imitaba por su forma de caminar, no se molestaba, se reía. Ese señor, papá de Manuel y Tury (Arturo) era buen pitcher abridor. Arnaldo Rosado era mejor. Recuerdo un juego: por un error de Severiano Núñez quien cubría la primera base y tenía un estilo muy figurado, como Wixi (Javier Cetina), en ese juego que duró 19 entradas tiraron a primera base y sacó out, pero el corredor que estaba en segunda se estaba pelando a tercera; el de primera base, tratando de sacar el out, tiró a la esquina caliente altísimo y, por más que el tercera base brincó, no pudo. Anotaron la carrera de la diferencia, pasó a batear la Colonia y nada: Perdieron. 19 entradas jugaron, ¡maare! (*). ¡Cómo le dolió al fantasma eso!

En ese tiempo entraron a trabajar de electricistas mi primo Pepe López, hijo de mi tío Ariel, que era electricista, Raúl Medina el rocan rol, Antonio Tuz, ¿ya falleció? ¡Híjole! Fíjate que nadie me avisó. Era mi compadre, lo estimaba yo mucho. Varias veces le di sangre cuando vivíamos allá a uno de sus hijos; como 3 o 4 veces le doné sangre, ¡pero eso sí! solidario, nada de dinero. Me dolió mucho no haberme enterado de su fallecimiento, cuando vivíamos aquí a la vuelta venía a visitarnos con Anita, su esposa.

Bueno, ellos eran los electricistas; el jefe era Armando Cosío. Recuerdo que también estaba Huacho Gómez, pariente de don Block, que vivía en la Sierra; era de Umán. Su suegra vendía mondongo y así les decían: las Mondongueras. Igual estaba el Chino Pancho Pacheco, su esposa Irma Polanco también estudió conmigo.

(*) Yucatequismo que denota asombro.

Continuará…

L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO 

vicentelote63@gmail.com

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