Recordar es volver a vivir
Chema y Juana, dos personajes que unieron sus vidas en un cuadernillo que unió la identidad mexicana a través del estrecho margen que hay entre la música y las emociones.
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
El reloj de arena se detiene en el siglo anterior que me tocó vivir. Recuerdo mi infancia a la mitad de los años treinta en la Ciudad de México –en esa época Distrito Federal. Estábamos a un paso de la Segunda Guerra Mundial. El Cancionero Picot era repartido gratis en todas las barriadas humildes de México y en las colonias de sabor aristócrata, retratando el paisaje sonoro y social de esa época.
Vivía en la calles de Acerina 96 de la Col. Estrella, muy cercana a la Villa, paralela a la Calzada de Guadalupe. Nuestra casa era musical, con reuniones de familia y amigos que cantaban, tocaban diversos instrumentos; la poesía y el canto era el plato fuerte de esas veladas literario-musicales. El Cancionero “Picot” siempre estaba a la mano para alguien que no sabía la letra completa de alguna canción. Nos visitaban personajes del medio radial, teatral y cinematográfico por mi padre, que ya estaba detrás de los micrófonos de la XEW, “La Voz de América latina desde México”. Teníamos vecinos músicos, como la familia Domínguez que dirigía Don Abel, a cargo de La Marimba Orquesta “Lira de San Cristóbal” de los Hermanos Domínguez, familia chiapaneca que llegó al Distrito Federal en 1932, una familia símbolo de la música mexicana de Chiapas.
El Cancionero “Picot” nació en 1930 con ese nombre, siendo el cancionero de mayor circulación publicado en México, con las letras de las canciones, sus autores, destacando a los artistas intérpretes que popularizaron la música mexicana.
El Cancionero “Picot” es el fiel testigo de la obra de incontables autores nacionales que con sus canciones hacen vibrar de emoción y los sentimientos de los escuchas.
Desde su inicio, al final de los años veinte, este cancionero fortaleció el lazo de unión familiar por su variado contenido que continúa vigente hasta la fecha. Cada volumen se puede decir que es una pieza de colección. Conservo unos 40 ejemplares de los años cuarenta, y otros sueltos que he comprado con los libreros de la plaza de Santa Lucía en Mérida de Yucatán. Su contenido es un tesoro musical de México.
A través de sus páginas encontramos el reflejo de nuestras tradiciones, raíces musicales, cambios sociales, modas y ritmos. Podrás encontrar más de 10,000 canciones de éxito indiscutible, cuyas letras quedaron grabadas en este cancionero popular que llegaba a nuestras manos en forma gratuita.
Los editores del Cancionero “Picot” no se limitaron a la letras impresa de la poesía, sino que se llevó directamente a los hogares mexicanos. Llegó a la Radio en los años treinta, con la XEW, y la XEB, del Buen Tono, que ya contaban en sus teatros estudio, con las voces de Ana María Fernández, Juan Arvizu, Luis G. Roldán, María Teresa Santillán, y Pedro Vargas, entre otros.
En el cancionero, Chema y Juana fueron las figuras institucionales desde el inicio. Esos dos personaje mexicanísimos, siempre aparecieron en sus portadas e interiores, entre los anuncios de la “Sal de Uvas Picot”, ungüento “Blanco y Negro” y pastillas contra la tos “Penetro”.
El Cancionero “Picot” ahora y siempre tendrá vida propia y será uno de los tesoros de nuestra identidad nacional.
Fuentes
¿Te acuerdas del Cancionero Picot? (eluniversal.com.mx)
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