El coatí, animal en peligro de extinción

By on marzo 20, 2020

El coatí (vocablo guaraní que significa “nariz larga”) es también denominado tejón, pizote, cosumbo (entre otros), según las distintas regiones que habita. Los coatíes son pequeños mamíferos que se encuentran en peligro de extinción debido a que son cazados por su carne, y explotados en el comercio de animales silvestres. Pero, sobre todo, porque su hábitat natural está siendo degradado.

Este pequeño animal, que mide entre 40 y 150 centímetros, vive a lo largo de todo el continente americano, preferentemente en zonas húmedas y selváticas. Es muy hábil para desplazarse por el suelo y por los árboles, lo cual le permite subsistir en la naturaleza. Se trata de una especie omnívora: come hojas, insectos, frutas, huevos y pichones. Es un animal muy sociable y, aunque lo disimule bien, también peligroso, pues puede reaccionar violentamente con sus garras o dientes. También pueden transmitir rabia. A simple vista puede confundirse con un mapache; sin embargo, aunque son parte de la misma familia, existen diferencias sustanciales.

El coatí es un mamífero tropical que se encuentra distribuido en el continente americano, especialmente en Sudamérica y en Centroamérica, aunque también se le puede encontrar en Norteamérica. Específicamente, el coatí de cola anillada se sitúa en Colombia, Venezuela, Guayana, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y el norte de Argentina y Uruguay.

El coatí de nariz blanca vive desde el sureste de Arizona, pasando por toda Centroamérica, hasta llegar a Ecuador. Suele conocerse como el coatí mexicano.

En estas regiones, habita en la selva y en lugares donde encuentre mucha humedad, por lo que busca zonas cercanas a corrientes de agua como pequeños arroyos, ríos, cataratas o grandes charcas. Estos animales son excelentes trepadores, son capaces de subir a los árboles con una velocidad asombrosa y moverse por las ramas de forma muy habilidosa. En esta tarea les es muy útil su cola, que es lo suficientemente fuerte como para poder sujetarse con ella, aunque es sabido que también la usan para mantener el equilibrio mientras transcurren de la rama de un árbol a otro.

Particularmente, su señal distintiva y más característica es su nariz alargada, que pueden mover hasta 60º gracias a la cual recibe su nombre. Existen dos subespecies: el de nariz blanca cuyo nombre científico es Nasua narica, y el de cola anillada sudamericano, también conocido científicamente como Nasua nasua. Ambas especies son prácticamente iguales, pero tienen algunas diferencias en cuanto a tamaño, peso y unas cuantas características particulares a lo lardo de su cuerpo. En las dos especies de coatíes existe un leve dimorfismo sexual que hace que la hembra sea más pequeña: por lo general mide y pesa la mitad que el macho. El coatí presenta una cabeza con forma triangular y alargada, y extremidades cortas que terminan en cinco potentes garras en cada una.

La coloración de su pelaje corto y denso puede ser de varios tonos; los más comunes son pardos, marrones, grises, rojizos y negros, mientras que, en el parte del abdomen, es de color blanco o anaranjado en algunos ejemplares. Para encontrar alimento se valen de su hocico, con el que excavan en la tierra, en grietas y entre las rocas. Además, gracias a sus garras llegan a despedazar por completo troncos muertos. Posee unas poderosas zarpas y unos tobillos con doble articulación, lo que le permite caminar a cuatro patas por superficies verticales sin ningún problema, además de descender de los árboles boca abajo.

Generalmente cazan a sus presas en horas diurnas; pero, si las circunstancias lo ameritan, pueden también hacerlo por la noche. De igual forma, comen al instante lo que encuentran y no tienen la costumbre de almacenar comida para días posteriores.

En relación con su estilo de vida, cuando alcanzan la madurez sexual, las hembras forman grupos que pueden llegar a estar compuestas de hasta 20 individuos que generalmente suelen estar emparentados, mientras que los machos acostumbran a llevar una vida más solitaria tras haber sido expulsados de los grupos. Existen vigías en el grupo que patrullan su territorio en busca de depredadores como el jaguar; si descubren algún peligro, alertarán al resto del grupo. Son animales que se guían principalmente por el olfato y rastrean todo el rato gracias a su alargado hocico.

En cuanto a su carácter, durante su etapa de crecimiento es bastante tranquilo y adorable. Sin embargo, cuando alcanza la madurez sexual y se vuelve adulto, su comportamiento cambia por completo y se convierte en un animal arisco, agresivo e incluso violento. La hembra tiene una gestación de más de dos meses (de dos a seis crías), tras los cuales hará un nido dentro de los árboles, algo muy extraño en mamíferos.

El coatí es un animal muy astuto e inteligente: cuando se ven perseguidos saben cuidarse muy bien. Escapan a sus escondrijos en los árboles o se valen de una estratagema: al oír el sonido de un disparo o de palmadas, todos se tiran al suelo y se hacen los muertos. Esta singular reacción en su comportamiento la utilizan para atacar por sorpresa a sus depredadores, e incluso no dudan en atacar al humano. Para ello, se valen de sus poderosos y afilados colmillos y garras que se encuentran afiladas como cuchillas.

El problema más peligroso que acarrea el coatí es la transmisión de la rabia. Actúa como un vector silvestre, como el zorro rojo, por lo que disemina una de las enfermedades infecciosas más peligrosas del mundo. Actualmente, está bastante controlada, pero puede ser devuelta a la vida por estas especies invasoras. Asimismo, el coatí depreda los huevos de varias especies amenazadas, lo que afecta la conservación de estas aves

Esta especie también se caracteriza por ser experta en robos: descuidar un bolso, una cartera, un teléfono, y más que nada la comida, es garantía de perderlos a manos de los hábiles coatíes. Un dato curioso es que los coatíes siempre andan en búsqueda de comida y lo olfatean todo, por lo que se han testimoniado algunos casos en los que llegan a robar las bolsas a las personas si perciben algo que puedan comer; así que, cuando veas uno, protege tus pertenencias.

El bajo número de su población hace que cada individuo de esta especie tenga un valor natural incalculable. Alfredo David Cuarón Orozco, especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, ha realizado estudios de la biodiversidad insular que indican que la población de este animal fluctúa entre 90 y 150 ejemplares.

Sin embargo, su número pudiera estar descendiendo aún más debido a la presencia humana. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (ICUN, por sus siglas en inglés) reporta al Nasua nelsoni como una especie en peligro de extinción, incluida en la llamada “Lista Roja de Especies Amenazadas”.

Nos encantaría que este bello mamífero no termine incorporándose a la lista interminable de animales en extinción. Hay que manejar con cuidado para evitar atropellarlos en carreteras.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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