Cantando Cuentos Cortos
La Tortuguita
Después que se hicieron los mares y la tierra, se hizo la fauna. Entre todos los animales, se hizo a uno en especial por todas sus características: con cuatro patas cortas, de cabeza escurridiza y un gran protector sobre su cuerpo.
Fue hecho con premeditación, para recibir todos los golpes en el difícil camino que iba a cruzar durante todos los años de existencia. Hasta lo dotaron de la facultad de poder sobrevivir lo mismo en el agua que en la tierra. Con estas ventajas sobre los demás animales y los hombres, puede permanecer donde mejor se sienta su estado de ánimo.
También tiene como característica ser muy lento, cosa que incomoda a los que lo rodean, porque en el camino todos lo aventajan, aunque hay quienes se quedan atrás, sin lograr llegar a su destino, porque los venció el cansancio o la desilusión, por falta de fuerza en el corazón; no es que la fuerza ajena sea mayor, sino la propia debilidad de no alcanzar la meta.
La tortuguita de este cuento era muy chiquita y muy entusiasta en sus ideales. Nunca aceptaba la dirección que recibía de sus mayores, por lo que siempre la llamaban irrespetuosa y desobediente.
No como a la gaviota a la que sí la enseñaron a planear, a zambullirse en el mar, para que desde pequeña supiera por ella misma buscar su sustento y volar a grandes alturas.
La tortuguita no tan sólo se sentía incomprendida, sino que encontraba obstáculos en el camino por donde tenía que cruzar para poder llegar donde deseaba. No hubiera pasado por tantas penalidades si en el momento necesario hubiera recibido la orientación apropiada, así su existencia no hubiera sido tan difícil. Mas no por eso detenía su andar, ella seguía sin ruta fija, más si sabía que tenía que llegar.
Pasaron muchos años buscando el camino, hasta que un día detuvo su andar. Encontró al fin el lugar donde podía realizarse con propio esfuerzo. Aprendió mucho para poder desenvolverse más adelante. Allí permaneció muchos años; mas sin olvidar que aún le faltaban otras cosas que también hay que atender en este camino que tanto nos entretiene, como cuando tenemos que detenernos para cortar un cardo y sembrar un rosal.
Tampoco allí se quedó la tortuguita. Cambió de tierra, cruzó los mares. Nunca volvió la cabeza hacia atrás, recordando el mensaje: “El que vuelve se convierte en sal”. Ella quería llegar, y si al fin llegas hay que descansar; mas eso no quiere decir terminar.
Después de descansar hay que comenzar el camino nuevo, para volver a llegar, y si acaso encontramos al que quedó atrás, tristeza da, aunque sonríe parece llorar, pero la tortuguita siempre andando está.
Si algún día el protector del que fue dotado su cuerpo cae, es que su vida ha terminado, después de cruzar mares, derribar barreras, pasar por la tierra y lograr quimeras.
HAS DE LLEGAR
Campanas suenan
anunciando la llegada
de aquel que se espera,
a los que ansían
que llegue ya.
Los mares crecidos están,
son las penas
de los que sufren,
para éstas no hay fronteras
en su continuo andar,
no pueden ser sedentarias,
nómadas y nada más.
Nada mitiga su andar,
en busca de lo que no encuentran
por doquier su paso va.
Oyen tañer de campanas
mas no saben de dónde viene;
preguntan por el sendero
para poder llegar,
no hay quien responda,
por ignorancia quizá,
o es que saben y se callan
por negarse a ayudar.
Busca solo tu destino
nómada de tu camino,
sigue en pos de aquel tañido,
cuando oigas las campanas
es que
ese es tu destino.
JOSEFINA REYES SAURI
[Continuará la próxima semana]