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Cuatro Siluetas
Diagonal de Sombra
XIII
Cuatro Siluetas
Cuatro perfiles negros me miraban
desde el rincón más ignorado
de la noche.
Yo estaba solo
en ese claustro inmenso
y enigmático
en que habitan nuestros sueños.
Yo estaba solo.
Solo y temeroso.
Solo y a oscuras.
Solo y helado.
Mudo y solo.
Y los cuatro perfiles me miraban.
Yo estaba en un claustro
como un calabozo.
El musgo llenaba los espacios
que dejan los dedos al abrirse.
Me resbalaba por el antebrazo
y por las mejillas.
Me llenaba con su olor repelente.
Como esos cuatro recortados perfiles.
Como esas cuatro siluetas
de un negro doloroso.
Al fondo, arriba,
el azul noctámbulo
de una pequeña ventana
proyectaba al infinito
el espacio de mi soledad vacía.
Cuatro luces amarillas:
-cuatro luciérnagas fijas-,
me miraban desde las cuencas
de los cuatro perfiles.
Cuatro rigurosas bocas
se adivinaban en esos espectros.
Y cuatro frentes recorridas
por espectaculares imágenes,
o por ideas sin límite,
o por anhelos,
o por llantos.
El miedo me degradaba.
Me horadaba; me demolía.
La soledad y el silencio
me rasgaban por dentro.
La oscuridad me había enjaulado
en sus paredes lapidarias.
De pronto,
la luz arrojó mi soledad por la ventana.
Se la llevó muy lejos,
a la penumbra que ahora
solo se adivinaba distante.
El miedo se atrincheró en mis vísceras
que, poco a poco,
comenzaron a recobrar su movimiento.
Desde entonces, esas cuatro siluetas
recorren continuamente
mis espacios vitales.
Son, como yo, como el claustro
y como la ventana.
Como el miedo y como el silencio,
perfectamente imaginarias.
JUAN DUCH GARY
[Continuará la próxima semana]
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